Desde hace meses, los Gobiernos del mundo llevan avisando del invierno duro que se avecina para Europa en medio de una crisis energética brutal, donde los precios del gas han subido por la guerra de Rusia y Ucrania. El presidente francés, Emmanuel Macron, advertía sobre un "escenario en el que tendríamos que arreglárnoslas sin gas". Sin embargo, la pesadilla para los hogares no parece llegar, de hecho, los precios del gas natural en Europa se dirigen a una cuarta caída semanal.
¿Qué está pasando? Que el frío tampoco llega. El clima, inusualmente cálido en todo el continente, está retrasando la temporada de calefacción. Y de momento, el golpe que las familias esperaban resistir, no está llegando.
Preparados para el desastre. Desde hace meses llevamos contando en Magnet cómo los alemanes se preparaban para el peor invierno desde la Segunda Guerra Mundial vaciando los estantes de estufas. Con los precios del gas en aumento y el miedo a no poder pagar la factura de la calefacción (o que ni siquiera se use), las estufas se encontraban entre los muchos dispositivos alternativos para calentarse. Las ventas no han dejado de aumentar vendiéndose unas 600.000 los primeros seis meses de 2022.
En España, otra de las alternativas que se está popularizando es la compra de leña para calentar las casas. Los vendedores de madera indican que las ventas se han disparado como medida de ahorro ante la subida de la luz.
El octubre más caluroso. Sin embargo, lo que nos estamos encontrando es una Francia experimentando temperaturas de verano a mediados de octubre. Con gran parte de Europa occidental alcanzando temperaturas otoñales inusualmente cálidas causadas por la corriente en chorro y se espera que las cifras lleguen a los 20°C este fin de semana en Gran Bretaña, Alemania, Francia y otros países.
Incluso, hay muchas posibilidades de que octubre de 2022 pase a la historia como el octubre más cálido de Europa, según apunta el climatólogo Mika Rantanen, del Instituto Meteorológico de Finlandia.
El precio del gas. Esto está llevando a que los futuros de referencia del gas natural hayan bajado un 1,4% durante la semana, según indica Bloomberg. Se pronostica que las temperaturas por encima de la media durarán hasta mediados de noviembre con los calefactores aún apagados. Junto con la baja demanda industrial, este fenómeno está aliviando los temores de escasez por los recortes masivos de suministro de Rusia.
El clima cálido ayudó a reducir el consumo de gas la semana pasada en Alemania a aproximadamente un 30% por debajo de la media semanal correspondiente para los años 2018 a 2021, según la Agencia Federal de Redes del país. Una demanda más débil está permitiendo que el gas se envíe a sitios de almacenamiento que ya están casi llenos.
Veranos más largos. España lleva seis meses anclada en máximos de temperatura desde mayo. Y no sabemos has cuándo. Un estudio de Aemet de 2019 sugería que la estación cálida es 40 días más larga ahora que en los años 80. Además, se registran más noches tropicales (en las que no se baja de los 20°), algo totalmente fuera de lo común que en el pasado se daba de forma excepcional algunos días pero no de forma recurrente.
Y es que el cambio climático está impulsando cambios significativos en el patrón y la duración de esas estaciones. Un estudio reciente publicado en la revista Geophysical Research Letters señala que el calentamiento global está haciendo que los veranos sean más calurosos y largos, al tiempo que reduce las otras tres estaciones. Los veranos en el hemisferio norte podrían durar casi seis meses para el año 2100 si continúa igual.
El invierno que tiene que llegar algún día. Si bien las condiciones han brindado alivio a los países, la incertidumbre sobre la política europea para contener la crisis energética es una preocupación para todos. A pesar de la reciente caída, los precios siguen siendo tres veces más altos que la media de cinco años para esta época del año. Reponer los inventarios cuando llegue el momento será más difícil sin el suministro habitual de gas ruso, y los suministros de EEUU pueden no ser suficientes.
La crisis energética no sólo supone un problema de escasez para los países, si no que se cebará donde más duele: en el coste de vida de las familias, junto a una inflación disparada. Algunos hogares se enfrentarán a la dura elección entre calefacción y otras necesidades básicas.
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