Los veranos de seis meses ya están aquí. Quizá es momento de replantearnos el uso de las estaciones

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¿Estamos en octubre o en junio? Es lo que se preguntan miles de personas en España estos días al ver que los termómetros marcan temperaturas más propias de verano que de otoño. Y más aún con las sorprendentes previsiones meteorológicas sobre la mesa para lo que queda de mes: valores disparados hasta 10° por encima de lo normal. De hecho, tal y como acabamos de contar en Xataka, esta semana el tiempo estará marcado por una corriente de aire cálido desde el sur, un fenómeno conocido como "arreón térmico" que hará que octubre cierre con un calor propio de verano: máximas por encima de los 30ºC y las mínimas que no bajarán de los 20ºC.

Esto hace replantearnos que quizá ha llegado la hora de reformular al completo nuestro concepto de "estaciones" y atarlo más a la meteorología que al calendario astronómico. Veámos todo el fenómeno al completo.

El octubre más cálido de la historia. Con esta nueva subida en los termómetros, este mes muy probablemente se convertirá en el octubre más cálido de España de toda la historia de España de la que se tienen datos, según indican varios expertos en este artículo de EL PAÍS. Incluso, hay muchas posibilidades de que octubre de 2022 pase a la historia como el más cálido de Europa, según apunta el climatólogo Mika Rantanen, del Instituto Meteorológico de Finlandia.

La tendencia en España. De lo que hemos podido ver en otoño, es evidente que los números no se han movido mucho desde verano. España lleva seis meses anclada en máximos de temperatura desde mayo. Y no sabemos has cuándo. Un estudio de Aemet de 2019 sugería que la estación cálida es 40 días más larga ahora que en los años 80. Además, se registran más noches tropicales (en las que no se baja de los 20°), algo totalmente fuera de lo común que en el pasado se daba de forma excepcional algunos días pero no de forma generalizada y recurrente.

¿Cuándo empieza el verano? Es la pregunta que ahora parece no tener respuesta y que quizás debamos hacernos otra vez. Para eso hay que entender cómo se miden las estaciones, ya que hay dos métodos: las astronómicas, que se basan en la posición de la Tierra al girar alrededor del sol, y las meteorológicas, basadas en los ciclos de temperatura. Las dos dividen el año en cuatro: primavera, verano, otoño e invierno, aunque con fechas de inicio y fin diferentes.

El comienzo de las astronómicas se delimita por un equinoccio o un solsticio. Los primeros se producen cada seis meses, en primavera y otoño, cuando la órbita de la Tierra y su inclinación axial se combinan para que el sol se sitúe directamente sobre el Ecuador. Los solsticios, que marcan los días más luminosos y oscuros del año, dan inicio al verano y el invierno.

Las estaciones metereológicas: más precisas pero cambiantes. Desde hace siglos, los científicos han buscado otras maneras para medir las estaciones, ajustándose más a las temperaturas y adaptándose a la realidad para organizar la vida cotidiana, como son las estaciones metereológicas. Estas dividen el año civil en cuatro partes que duran tres meses cada una. El invierno tiene lugar durante los tres meses más fríos, el verano en los tres más calurosos, y la primavera y el otoño en los de transición. Las fechas de inicio son: el 1 de marzo (primavera), el 1 de junio (verano), el 1 de septiembre (otoño) y el 1 de diciembre (invierno). En el hemisferio sur, las estaciones se invierten.

Veranos de seis meses. Sin embargo, el cambio climático está impulsando cambios significativos en el patrón y la duración de esas estaciones. Si eres de los que echa de menos el verano, cuidado con lo que deseas, porque en el futuro podrías hartarte. Un estudio reciente publicado en la revista Geophysical Research Letters señala que el calentamiento global está haciendo que los veranos sean más calurosos y largos, al tiempo que reduce las otras tres estaciones. Los veranos en el hemisferio norte podrían durar casi seis meses para el año 2100 si continúa igual y los inviernos podrían durar menos de dos meses, según los investigadores.

La evidencia científica. Los estudios han demostrado que durante un período de casi 60 años, los veranos crecieron de una media de 78 a 95 días de duración. De igual forma, las temporadas de primavera se redujeron de 124 a 115 días, y los otoños se redujeron de 87 a 82 días. Una investigación del think tank Australian Institute sugería que sólo entre 1998 y 2018 las temperaturas veraniegas se prolongaron durante 31 días más que la media registrada en el siglo XX, y las invernales 23 días menos. Lo hemos contado en Magnet. Es decir, el invierno ha perdido en torno a un mes durante las últimas dos décadas, y el verano ha ganado uno.

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