La evolución de la gran ola de Kanagawa, el grabado japonés más icónico, en cuatro bocetos

"La gran ola de Kanagawa", 1829.
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La gran ola de Kanagawa, el grabado que el pintor japonés Katsushika Hokusai hizo en 1829, se ha convertido en todo un icono artístico que podemos encontrar en multitud de sitios, desde en láminas de decoración de Ikea, portadas de discos de música, graffitis o camisetas. Con el paso de los años se ha convertido en un símbolo por excelencia del arte y la cultura japonesa. Lo que pocos conocen es que la ola tal y como la conocemos no siempre fue la misma. A lo largo de los años, el artista pensó y repensó en su cabeza la imagen, dando vida a pinturas realmente asombrosas hasta dar con la que todos conocemos.

La historia de la gran ola de Kanagawa es tan volátil y cambiante como la pintura misma.

Resulta curioso que cuando fue pintada por primera vez era sólo una un grabado más. Pasó desapercibido.Es un ejemplo de los famosos ukiyo-e, reproducciones hechas con planchas de madera que se vendían a precios bajos en los barrios pobres. En la época Edo (siglos XVII a XIX) no se consideraban arte, sino un tipo de coleccionismo popular y empezaron a ganar reconocimiento mundial cuando en la década de 1860 llegaron las primeras copias a Europa, llamando la atención de artistas de la talla de Vincent Van Gogh, Claude Monet y otros impresionistas. Así es como La gran ola de Kanagawa, del artista Katsushika Hokusai, se hizo famosa.

Hokusai vivió durante el período Edo de Japón desde 1760 hasta 1849 y fue testigo de una nación en cambio: el país asiático por entonces empezaba a expandir su comercio  De su obra magna podemos ver la influencia que los comerciantes holandeses tuvieron en su arte. Los estilos imperantes en el país europeo en ese momento fueron absorbidos por el artista y sin duda contribuyeron también a la formación de la perspectiva única de esta pieza. La gran ola no era en realidad una imagen independiente, ni mucho menos. Formaba parte de una serie de grabados en madera más grande titulada Treinta y seis vistas del monte Fuji, que estaba repleta de colores vibrantes y se convertiría en la creación más orgullosa de Hokusai.

"Primavera en Enoshima", 1797.
"Primavera en Enoshima", 1797.

Se puede decir que Hokusai comenzó a explorar ese paisaje alrededor de 1797, cuando tenía 33 años. La primera ola que creó fue en su obra Primavera en Enoshima, donde el agua no es la única protagonista, ya que también pone en primer plano a un grupo de figuras que se pasean por la playa. Esta pieza es uno de los primeros trabajos de Hokusai y se caracteriza por sus líneas delicadas y su gran atención al detalle. Si te fijas bien, ya puedes advertir el estilo del artista para las olas que veremos más adelante en su obra.

"Vista de Honmoku desde Kanagawa", 1803.
"Vista de Honmoku desde Kanagawa", 1803.

Hokusai pintó su segundo intento de La gran ola en 1803. En esta ocasión, Vista de Honmoku desde Kanagawa se distingue por sus colores tenues y sus dos puntos focales: la ola (que ahora tiene un tamaño considerable) y un barco que se cruza en su camino. Aunque mucho más estilizada, la ola también es bastante simple; sus formas son minimalistas y cuentan con pocos detalles. Y sobre el mar, una bandada de pájaros aparece en el cielo, como veremos en su próxima pintura.

"Barco de carga luchando contra las olas", 1805.
"Barco de carga luchando contra las olas", 1805.

Dos años después, Hokusai terminó Barco de carga luchando contra las olas. En él, el artista retuvo algunos de los rasgos más característicos de su obra anterior,  incluyendo la presencia de un barco y la cresta de la ola simplificada. Sin embargo, en este diseño Hokusai reorganizó la composición, moviendo la ola del lado derecho de la escena al izquierdo. Esta decisión resultó ser la definitiva, definiendo la composición de su última y más famosa Gran ola.

No es sorprendente que el trabajo tardío de Hokusai terminara siendo el más conocido, sobre todo si tomamos en cuenta la percepción del propio artista sobre su trabajo: "Desde que tenía seis años tenía el hábito de dibujar lo que veía a mi alrededor", escribió. "Cuando llegué a los 50 comencé a trabajar de lleno, produciendo numerosos diseños. Sin embargo, no fue hasta mis 70 años que produje algo de importancia".

"La gran ola de Kanagawa", 1829.
"La gran ola de Kanagawa", 1829.

Pintada hacia 1829, La gran ola de Kanagawa resulta, con mucho, más poderosa que las anteriores.

Primero, por el uso de colores vivos azules y crema y, segundo, por la composición asimétrica que parece arrastrarnos hacia las aguas (sobre todo para un japonés, que contempla la imagen de derecha izquierda) así como por detalles que pueden pasar por alto. La parte baja de la ola parece recrear una segunda cúspide del monte Fuji. Esa semejanza la refuerza el hecho de que el mar y la montaña están pintados con los mismos colores. Algunos se atreven a decir que la espuma cae sobre el Fuji como si fuera copos de nieve. También avistamos dos barcos que parecen estar apunto de ser hundidos por la impresionante ola.

Es conocido que Hokusai estudió pintura europea, especialmente artistas holandeses. Básicamente porque Holanda era el único país que podía comerciar con Japón en aquel entonces. Otro rasgo característico de la pintura popular en Europa era el uso del azul prusia que eligió para esta obra. Durante los años, multitud de personas se han precipitado a describir la ola como un tsunami, pero en realidad se trata del fenómeno de ola gigante, es decir, cuando diversas olas se juntan en una única, más alta y devastadora. Algunos estudiosos, comparándola con las barcas que aparecen, han determinado su altura real entre 10 y 12 metros. Se cree que olas de estas dimensiones provenientes del mar frente a Kanagawa golpean la bahía de Tokio de vez en cuando.

La composición elegida por Hokusai tiene una perspectiva dramática: la ola es más alta que el propio Fuji. Esta montaña es un símbolo nacional japonés, un lugar sagrado que para Hokusai y muchos japoneses simboliza lo eterno e inmortal. En la pintura, el artista reduce la montaña a un pequeño punto que parece diminuto comparado con la inminente ola representando la fuerza de los elementos. Una manera, quizás, de explicar que ni las montañas ni los humanos (pescadores) pueden hacer nada frente a ciertos hechos, como explica el escritor Alex Pler en este artículo.

A la edad de 73 años, Hokusai escribía un frase que resume bastante bien la evolución de su obra: "Si sigo esforzándome, tendré una mejor comprensión cuando tenga 80 años, y a los 90 habré penetrado en el meollo de las cosas. A los 100 años puedo alcanzar un nivel de comprensión divina, y si vivo décadas más allá de eso, todo lo que pinte, puntos y líneas, estará vivo". Desafortunadamente, no llegó a los 100, pero desde luego las olas que podría haber creado para esa edad habrían sido realmente épicas.

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