Es un lugar común dentro de las discusiones sobre el cambio climático, qué es y qué hacemos para convencer a la humanidad de que es real: el 97% de la comunidad científica coincide en que el cambio climático es cierto, es un peligro y está causado por la acción humana.
Ok, ¿pero qué hay del 3% restante? Ese pequeño porcentaje de disidencia ha sido utilizado históricamente por los activistas en contra anti-ambientalistas para negar que haya tal consenso científico. Es decir, para insinuar y filtrar a la opinión pública que el cambio climático es opinable, no un hecho datado y medido, probable. Su estrategia ha resultado ser todo un éxito.
De modo que en aras de desmontar su discurso, tan efectivo en la esfera mediática, un grupo de científicos se lanzó a replicar uno a uno todos los papers que niegan la causa humana en el cambio climático, el célebre 3% disidente. El resultado → casi todos los trabajos analizados cuentan con importantes fallas metodológicas, utilizan datos de forma sesgada o parten de presupuestos erróneos.
En resumen, están mal.
El meta-paper ha sido publicado en el journal Theoretical and Applied Climatology, dedicado en exclusividad a la investigación académica. Los propios autores han explicado el proceso en este artículo de The Guardian: según ellos, allá donde miraran encontraban, ante todo, elecciones metodológicas con claros sesgos (como la exclusión de unos datos frente a otros para reafirmar sus conclusiones) y la proyección de modelos de futuro basados en premisas históricas falsas.
La idea detrás del experimento era sencilla y se encontraba en el ABC de la ciencia contemporánea: la reproducibilidad. Es decir, la repetición de la investigación por otros científicos de tal modo que llegue a las mismas conclusiones que el original. Si el resultado es exitoso, las conclusiones del trabajo son fiables. Si no lo es, son dudosas, dado que algo ha fallado en el camino.
Quítame 6.000 años de datos aquí y allá
Pues bien, todos los trabajos analizados por el equipo de investigadores tenía fallos imperdonables o llegaban a conclusiones o proyecciones erróneas. Por ejemplo: un trabajo de 2011 que apuntaba a la luna y al sol como vectores fundamentales de cambio climático dejaba de lado 6.000 años de datos climatológicos prehistóricos y se centraba únicamente en 4.000 del Holoceno. Al añadirlos, el modelo ya no era preciso y servía de poco prediciendo climas futuros.
En total, han sido 38 los estudios seleccionados por el equipo durante los diez últimos años. Dado que tuvieron eco en el espectro académico (journals y publicaciones serias), los científicos consideraron relevante estudiarlos, comprobar si estaban bien hechos. "Todos tenían un error, ya fuera en sus asunciones, en su metodología o en su análisis. Corregidos, sus resultados les llevaron al consenso científico", explica una de las académicas del proyecto, Katharine Hayhoe.
Durante sus pesquisas, el equipo se topó con que el cherrypicking de los datos era la norma, y con que en muchas ocasiones los trabajos dejaban de lado el contexto global de los acontecimientos analizados para centrarse en cuestiones marginales que no contribuían a explicar de forma efectiva las causas del cambio climático. Técnicas como el "curve fitting" (seleccionar variables diversas hasta que encajen en los resultados buscados) estaban a la orden del día.
Incluso los ejemplos que más cejas podría levantar a priori, como este paper en el que se sugería que las órbitas de Júpiter y Saturno eran las causantes del cambio climático, arrojaron o bien una utilización de la información torticera o bien una clara base física.
Como explican sus autores, si todos los estudios académicos que sí apoyan el consenso científico (esto es, que el cambio climático es real y tiene origen humano) fueran replicados posiblemente se encontrarían fallos metodológicos igual de graves. Ahora bien, en el caso del 3% que nos ocupa los errores o los sesgos eran constantes, normativos y sistemáticos.
Como se apunta en Quartz, resulta llamativo que los negacionistas del cambio climático hayan utilizado con tanto entusiasmo la figura de Galileo. El célebre astrónomo fue repudiado por la Iglesia y condenado a retractarse de sus alocadas ideas post-tolomeicas, pero en realidad gozó de un amplio apoyo dentro de la comunidad científica. Para los negacionistas, sin embargo, su ejemplo es el de un hombre que está en lo cierto frente "al consenso".
Lo cierto es que aquel consenso no era tal, porque sus colegas contemporáneos apoyaban y creían en sus mismas ideas, y que fueron fuerzas externas sin validez científica (y a la postre erróneas) quienes le obligaron a retractarse. La ciencia apuntaba a que la tierra se movía, pero la Iglesia se negó a escucharle. Hoy la ciencia dice que el cambio climático tiene origen humano. ¿Quién lleva los tapones en los oídos?