El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, se ha comprometido a proteger mejor a los cristianos en el país y recientemente promulgó ante [los medios de comunicación][1] en la Casa Blanca que Turquía restaurará las iglesias dañadas durante la guerra civil en el noreste de Siria. Puede que con su declaración Erdoğan también esperara enviar un mensaje para abordar las [preocupaciones][2] occidentales sobre las vulnerabilidades de los cristianos en su propio país. El porcentaje de cristianos en Turquía disminuyó de casi un 25% en 1914 a menos de un 0,5% en la actualidad.
Tal y como explico en mi [reciente libro][3] sobre las minorías religiosas en Turquía y en Francia, los acontecimientos internacionales y los intereses políticos internos mejoraron el estatus de los cristianos durante la primera década del siglo XXI. Sin embargo, el contexto nacional e internacional actual hace que su futuro sea incierto.
Un centro importante de la cristiandad
Los cristianos han vivido en la zona de la Turquía moderna desde el siglo I d.C., cuando surgió el cristianismo. Muchos cristianos que escaparon de la persecución en Jerusalén huyeron hacia el norte y se establecieron en ciudades del oeste, centro y sureste de Turquía.
Algunos de los apóstoles cristianos [viajaron][4] e incluso se establecieron en regiones de Turquía. Entre ellos, San Pablo, San Pedro y San Juan. San Pedro [estableció una de las primeras iglesias cristianas][5] y se dice que San Juan llevó a la Virgen María a Éfeso, a tres kilómetros al suroeste de la actual Selçuk, en la provincia de İzmir, en el oeste de Turquía. Constantinopla, la actual Estambul, y Antioquía fueron dos de los cinco centros neurálgicos del cristianismo junto con Roma, Alejandría y [Jerusalén][6]. Estambul fue durante mucho tiempo hogar de la catedral más grande del mundo: Santa Sofía.
Desde su construcción en el siglo VI hasta la conquista de Estambul por los turcos en 1453, Santa Sofía sirvió como centro religioso para el cristianismo oriental y el [Imperio Bizantino][7]. Este gran edificio se convirtió en mezquita bajo los otomanos y se convirtió en museo en 1935, después de que [Turquía se convirtiera en una república laica][8]. Hoy en día, Santa Sofía sigue siendo un destino preferente tanto para cristianos como para musulmanes de todo el mundo.
Bajo los otomanos, que gobernaron Turquía y la región circundante entre 1299 y 1923, el gobierno empleó un sistema multijurídico para gestionar la diversidad religiosa. Aunque los musulmanes estaban en el poder, se concedió autonomía judicial a las minorías religiosas reconocidas, entre las que se incluían los cristianos. Se les permitía decidir asuntos civiles como el matrimonio y la [herencia][11] a través de sus propias leyes religiosas.
Los cristianos, sin embargo, tenían una posición inferior a los musulmanes durante el Imperio Otomano y se les exigía pagar un impuesto especial. [Si los comparamos con otras minorías religiosas en Europa][12], los cristianos otomanos fueron tratados con tolerancia. Con el deterioro del Imperio Otomano a partir del siglo XVIII, las potencias europeas echaron mano gradualmente de la coerción para garantizar los derechos de las minorías cristianas y la utilizaron como excusa para intervenir en las [políticas internas][13] del [Imperio Otomano][14].
Para ganar influencia contra la estrategia europea, los sultanes otomanos implementaron nuevas reformas en el siglo XIX con las que concedieron [igualdad de derechos a los cristianos][15]. Sin embargo, la era reformista no duró mucho y durante el gobierno del sultán otomano Abdulhamid II, de 1876 a 1909, los cristianos se sintieron alienados por [las políticas panislámicas][16] que perseguían la unidad entre los musulmanes de todo el mundo. Se trataba de una desviación del principio de igualdad entre musulmanes y no musulmanes que había adoptado su el sultán predecesor.
Los Jóvenes Turcos, un grupo de reformistas que derrocaron a Abdulhamid II y tomaron el control del estado otomano entre 1909 y 1918, adoptaron una nueva forma de nacionalismo turco que discriminaba a las minorías étnicas y religiosas que no fueran turcas. Sus políticas excluyentes llegaron a tales extremos que causaron [la masacre de cristianos armenios][17] durante la Primera Guerra Mundial.
Hacia la disminución de la tolerancia
Tras la desintegración del Imperio Otomano con su derrota en la Primera Guerra Mundial, la República de Turquía reemplazó al imperio. El nuevo estado garantizó la protección de los derechos de las minorías no musulmanas en el Tratado de Lausana. Sin embargo, los cristianos han sufrido un trato discriminatorio en Turquía, especialmente durante [los tiempos de conflicto político][18] con países no musulmanes.
En 1942, el Estado turco gravaba a las minorías no musulmanas con elevados impuestos, deportando a los que no podían pagarlos a [campos de trabajos forzados][19] en el este de Turquía. En la década de 1960, en plena disputa con Grecia sobre el estatuto de la isla de Chipre, el estado turco confiscó algunas propiedades a manos de fundaciones de comunidades no musulmanas. Más tarde, en 1971, el estado cerraría la Escuela Teológica de Halki, una importante escuela de cristianos ortodoxos griegos en la isla de Heybeliada, en el [Mar de Mármara][20].
Durante los primeros años del siglo XXI, la situación de los cristianos ha mejorado gracias a los esfuerzos de Turquía por adherirse a la Unión Europea. El Partido de Justicia y Desarrollo de Erdoğan ganó las elecciones de 2002 y aprovechó la candidatura de Turquía a la Unión Europea como una oportunidad para ampliar las [libertades][21] políticas y civiles. Este movimiento ayudó a Erdoğan a fortalecer su posición contra instituciones burocráticas autoritarias como el ejército.
Las reformas para acercarse a la Unión Europea llevadas a cabo durante esta época también mejoraron los derechos religiosos de los cristianos. Turquía devolvió las propiedades confiscadas posteriores a la década de 1960, la construcción de iglesias en Turquía pasó a ser relativamente más fácil y el derecho de publicación y emisión en la lengua materna se amplió para incluir a todas las [minorías][22]. Antes de las reformas, sólo los cristianos armenios y griegos, junto con los judíos, tenían derecho a publicar y emitir en sus propios idiomas.
Las condiciones que facilitaron las reformas durante los primeros años del siglo XXI han cambiado radicalmente durante la década actual. Erdoğan revirtió las políticas liberales que había iniciado en su momento y emprendió un [camino populista autoritario][24]. El creciente nacionalismo populista cambió la actitud reformista hacia las minorías cristianas. Hoy en día, [las teorías conspiratorias sobre las minorías no musulmanas][25] dominan la esfera pública. En estas historias, los cristianos son representados como colaboradores de las potencias extranjeras en su objetivo para socavar la identidad turca.
Andrew Brunson, un sacerdote estadounidense que vivió en Turquía durante más de dos décadas, fue arrestado por [traidor][26] en octubre de 2016 y solamente fue liberado después de que Estados Unidos interviniera en octubre de 2018. Algunos de los debates recurrentes en la opinión pública de Turquía, como [la reconversión de Santa Sofía a mezquita][27], hacen que los cristianos sientan que se ignora su herencia cultural. Turquía es un país importante en la historia del cristianismo, pero el futuro de la presencia cristiana en Turquía está en entredicho.
Imagen: Emrah Gurel/AP
Autor: Ramazan Kılınç, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Nebraska Omaha.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.