¿Se puede educar bien a un hijo de un millonario? Así se lo plantean

¿Se puede educar bien a un hijo de un millonario? Así se lo plantean
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Cuando pensamos en hijos de millonarios, es fácil que la imaginación se nos vaya a chicos jóvenes, guapos, montados en un Aston Martin y con una moral cívica relajada. Algo así como un Gossip Girl a lo grande. Ese es el perfil que nos han dejado en el subconsciente el cine, la televisión y también los comportamientos de algunos ricos herederos: ostentación excesiva, pretensión de impunidad o, simplemente una actitud superficial. Pero, ¿cómo pueden los millonarios educar a sus hijos para que se conviertan en ciudadanos con conciencia cívica?

¿Deben los niños ser conscientes de la fortuna familiar?

Un estudio publicado por Robert Frank en el Wall Street Journal revela que solo un tercio de las familias cuya fortuna ronda los 20 millones de dólares habla con sus hijos de qué implica ser rico antes de que estos cumplan 21 años. Según las conclusiones del estudio, que un rico heredero sea consciente de su privilegiada posición económica sin haber recibido una concienciación de qué significa vivir en la élite es el camino más fácil hacia el derroche en coches de lujo y fiestas salvajes.

Otra investigación, publicada en Current Directions in Psychological Science, indica que los hijos de las clases más poderosas son más susceptibles que el resto de jóvenes a la ansiedad, la depresión y el abuso de sustancias adictivas. Un escenario, sin duda, muy poco favorable para que piensen en su propio deber cívico.

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Hemos preguntado a un millonario español sobre su manera de tratar el tema de la riqueza con sus hijos. «Sinceramente, nunca me senté con ellos a decirles 'este es el dinero que tenemos en el banco'. Hemos intentado educarlos en la certeza de que son unos privilegiados, pero no más que cualquier amigo suyo de clase media-alta. Es decir, han crecido sabiendo que siempre tendrán sus necesidades básicas cubiertas, pero que nunca tendrán un Ferrari. Ni siquiera existe esa opción».

¿Cómo se enseña a valorar el dinero a un niño que lo tiene todo?

La respuesta que podemos extraer de lo que nos dicen tanto los educadores como los propios millonarios es simple: cambiar el concepto de un niño que lo tiene todo. Stephen Cloobeck, CEO de Diamond Resorts International y padre de tres hijos, explica su caso en Parenting: su mujer y él establecieron un sistema de recompensas para sus hijos. Cada uno de ellos tiene un bote de cristal y unas cuantas fichas, que obtienen por comportamientos positivos (recoger la mesa, trabajar en el jardín, acabar sus tareas a tiempo) y que les retiran por pelearse o ser maleducados. Son esas fichas las que les servirán para comprar videojuegos, películas, etc. Ese es el dinero que tienen, no la disposición a capricho de la fortuna familiar.

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En una línea parecida se manifiesta el millonario al que hemos entrevistado. «Nuestra forma de concienciarlos sobre el valor del dinero ha ido por dos caminos: el primero, no darles nunca nada que no se hayan ganado. Pueden ser unos privilegiados en muchos sentidos, pero siempre han tenido que aportar algo: ayudar en casa, portarse bien, esforzarse en los estudios. El segundo es el de la observación. Siempre he pensado que a un niño se le educa más dando ejemplo que explicando teorías. Ellos me han visto pasar semanas enteras fuera de casa y muchas noches delante del ordenador. Saben que el dinero no llueve del cielo, que implica mucho esfuerzo».

Hablamos con L. G., pedagoga y maestra de Educación Primaria en un colegio privado bastante elitista: «Hay momentos críticos, como la vuelta al cole tras las Navidades. En el centro está prohibido que traigan los regalos de Reyes, pero es inevitable escucharlos presumir de lujos que, muchas veces, nos resultan incomprensibles en niños tan pequeños. Normalmente, los niños son un reflejo del comportamiento de sus padres: quienes menos valor dan al dinero o más presumen de él suelen ser los hijos de esos padres que cambian de coche cada mes o que hacen ostentación constante de su riqueza. Y que, curiosamente, no siempre son los más ricos».

¿Son los hijos de millonarios conscientes de la realidad social?

L. G. centra la atención en los padres: «En nuestro centro hacemos varias campañas solidarias durante el curso, y todos los niños participan en ellas encantados. Pero la verdadera conciencia social la tienen que adquirir en su casa. Si sus padres no les explican lo que de verdad pasa en la sociedad, ellos verán las campañas del colegio casi como una película, algo que les es ajeno. Necesitan saber que hay capas de la sociedad muy diferentes de la suya, y estar en contacto con ellas».

Steve Siebold, autor del libro How Rich People Think, cree que la manera en que los ricos educan a sus hijos es muy diferente de la de la gente normal. Su tesis principal es que los ricos educan a sus hijos para ser ricos, mientras que el padre común los educa para sobrevivir. Su pensamiento, centrado en que los padres eduquen a sus hijos en la idea de que cualquier puede ser rico si se lo propone y trabaja duro, ha sido muy criticado por elitista. Él lo desmiente, explicando que solo es darles una visión realista de cómo funciona la sociedad.

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Nuestro millonario defiende que sus hijos (17 y 21 años) son muy conscientes de las dificultades de la sociedad en la que viven. «Han estudiado en un colegio concertado, mi hijo mayor fue después a un colegio privado, y la pequeña estudia en un instituto público. Han tenido siempre amigos de todos los contextos sociales y han vivido los problemas familiares de algunos de ellos: padres en el paro, dificultades económicas, etc. Al mayor le falta ahora poco para acabar la carrera y nuestra intención es que viva las mismas incertidumbres laborales que sus compañeros y que tenga que buscarse la vida. Evidentemente, lo va a tener más fácil que otros, pero la idea es que tenga que trabajárselo».

¿Qué hacen los millonarios para dejarles a sus hijos un mundo mejor?

Mark Zuckerberg y su mujer Priscilla Chan han sido unos pioneros dentro del exclusivo mundo de los multimillonarios en algunas cuestiones relacionadas con la educación de sus hijos. El fundador de Facebook ya marcó un hito al tomarse dos meses de baja de paternidad cuando nació su hija Max. Este y otros comportamientos, como la respuesta que dio a una usuaria de Facebook, lo han situado como un baluarte del feminismo actual.

Pero la acción más llamativa que llevó a cabo el matrimonio Zuckerberg fue el anuncio de la donación a asociaciones benéficas del 99% de sus acciones de Facebook para celebrar el nacimiento de su hija Max. En la carta pública que le dirigió a Max, Zuckerberg centraba sus esperanzas para el futuro en dos terrenos: el avance del potencial humano y la promoción de la igualdad. En ello se basa la idea de donar esos 45.000 millones de dólares en que están valoradas las acciones que poseen: la mejor herencia que pueden dejar a su hija no es el dinero, sino la contribución a que viva en un mundo más justo.

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Dos de los hombres más ricos del mundo, Warren Buffett y Bill Gates, han declarado que sus hijos no heredarán más que una pequeña parte de su fortuna, y que el resto será donado. Claro que una pequeña parte de la fortuna de cualquiera de ellos seguro que puede solucionar una vida.

Más radical es la millonaria británica Nigella Lawson, que ha declarado que no piensa dejar su herencia a sus hijos ya que «proporcionar seguridad financiera y no tener que luchar por ganar dinero puede arruinarles la vida». En la misma línea se manifiesta Gina Rinehart, la mujer más rica de Australia, aunque por motivos diferentes: considera que sus hijos carecen de las habilidades necesarias, tanto para gestionar su negocio como para hacerse cargo de la fortuna.

El millonario con el que hemos hablado nos dice que él mismo se vio sorprendido por la conciencia cívica de sus hijos: «Independientemente de las donaciones que podamos hacer en casa, mi hijo mayor decidió en un determinado momento empezar a colaborar como voluntario en una ONG. Me gustaría decir que fue idea nuestra, pero lo cierto es que salió de él, y siempre se lo ha tomado muy en serio. Supongo que la clave para que tengan conciencia cívica está en la educación y en dotarlos de un entorno variado. Lo desvincularía por completo de su entorno económico. Mis hijos tienen amigos normales con mucha conciencia cívica y otros con ninguna. Y yo conozco, por mi trabajo, a muchas personas de un nivel adquisitivo altísimo; los hijos de algunos no hacen nada productivo con sus vidas, y los de otros son personas muy conscientes de los problemas sociales y funcionan como cualquier chico de su edad».

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