Cómo de pobre es el 10% más pobre de cada país del mundo, explicado en un gráfico

Pobreza
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La desigualdad ha copado gran parte del debate político y económico de los últimos diez años. Es probable que no se marche a corto plazo. Dos fenómenos paralelos contribuyen a avivarlo: los países desarrollados son cada vez más desiguales y la brecha entre las naciones ricas y pobres se está reduciendo. ¿Pero hasta qué punto? Una buena forma de entender la distancia sideral que aún les separa es observando las condiciones materiales del 10% más pobre en cada nación del planeta.

Incluso para ser pobre importa de dónde eres.

El contraste. Lo ilustra este gráfico elaborado por Max Roser, creador de Our World in Data. En él se muestra la relación entre el PIB per cápita de cada país del mundo y los ingresos diarios del 10% más pobre. El gráfico traza una diagonal muy clara desde los países africanos, como Chad, donde las personas con menos renta subsisten con menos de $1 al día y donde los ingresos nacionales están por debajo de los $5.000 anuales; hasta los europeos, como Dinamarca, donde el decil más pobre cobra más de $20 diarios y donde la renta nacional supera los $45.000.

Hay una lógica: cuanto más rico es el país más ricos son sus pobres. A priori inquebrantable y predecible. Pero hay excepciones.

El sospechoso habitual. Como siempre, la representa Estados Unidos, un puntito aislado de la tendencia global. Es un país extraordinariamente rico. Su PIB per cápita alcanza los $55.000 anuales, uno de los más altos del planeta y el más impresionante de entre los países con una población significativa. Sucede que su 10% más pobre no se beneficia de este hecho. Cobra alrededor de $12 diarios, por debajo de naciones más pobres en agregado como Francia o Austria, pero también de otras mucho menos prósperas como Chipre, Malta o República Checa.

Qué significa. Que no hay mejor país que Estados Unidos para ser rico, y que hay muy pocos países desarrollados donde ser pobre suponga una mayor desgracia. Es un retrato de la desigualdad extrema que ha dominado la economía global, en Occidente, desde los años ochenta. Los motivos son variados: desde un sistema sanitario costoso, ineficiente y regresivo; hasta un estancamiento salarial, fruto de la precarización y la polarización del trabajo, de las clases bajas y medias. Todo ello propulsado por un coste de vida creciente, especialmente en las ciudades.

Más casos. Si la tendencia es reseñable es porque se repite en otros países. Europa es el continente más "compacto", más igualitario, allá donde la renta disponible del 10% más pobre representa una fracción mayor de la riqueza de 10% más privilegiado. Pero sufre dinámicas similares a las de Estados Unidos. También Corea del Sur y Japón muestran un comportamiento similar al estadounidense (PIB per cápita muy alto, sus pobres por debajo de países más pobres). En Europa, el caso más llamativo es Italia, mucho más rica que Estonia o Azerbaiyán, pero no para su decil más bajo.

Al 1%. Un hecho paralelo que encaja a la perfección en el relato sobre la economía estadounidense de los últimos lustros: mientras sus pobres han quedado atrás en relación al PIB per cápita, el 1%, su élite más rica, ha acaparado un mayor porcentaje de la riqueza nacional. Si a mediados de los años setenta controlaba el 10% del total, un porcentaje similar al de Alemania y otros países europeos, hoy es más del 20%, igualando en tan dudoso honor a Rusia. No es país para pobres, pero sí para los más ricos.

Problema global. Obviando las peculiaridades de Occidente, el gráfico ofrece pistas sobre las enormes diferencias entre los estados desarrollados y los que aún están en vías de desarrollo. No importa que la brecha se esté reduciendo; sabemos que de un tiempo a esta parte la pobreza se está reduciendo a un ritmo más lento que antaño. Esto se debe, en parte, que China, uno de los dos grandes focos de pobreza mundial, la ha erradicado (aunque hay debate sobre sus cifras). La India también ha hecho grandes avances. Pero África no tanto.

Como ha explicado Branko Milanović en más de una ocasión, el predictor más potente para conocer la renta de una persona es su lugar de origen. En los países menos desarrollados de África las perspectivas de reducción de la pobreza son modestas. El gráfico de Roser es muy evidente al respecto: los pobres de Europa aventajan infinitamente en renta a los pobres de África. El reto que le espera a la humanidad sigue siendo gigantesco.

Imagen: Max Roser

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