La gente lleva estrujándose la cabeza para dar con la fuente de la juventud durante siglos. A medida que la industria tecnológica evoluciona, los ingenieros de Silicon Valley se han obsesionado con desarrollar formas de detener el proceso de envejecimiento humano. Lo que comenzó con paseos en bicicleta y ayunos se convirtió en tomar decenas de píldoras cada mañana, o inyectarse células madre en el cerebro, o incluso infundir su cuerpo con la sangre de jóvenes viriles. Estos tipos de tratamientos, como es obvio, no tiene evidencia científica alguna. Sin embargo, algunas startups ya están consiguiendo buenos resultados en tratamientos que, al parecer, extienden la vida útil de los perros.
Si tales tratamientos funcionan en animales, se espera que los científicos y reguladores estén más dispuestos a utilizar técnicas similares en humanos.
Perros que viven más. Podríamos decir que la fórmula para alargar la longevidad de los animales ya ha llegado, con estudios recientes que apuntan a un aumento o incluso duplican la vida útil de gusanos, moscas y ratones. La empresa Loyal, fundada en 2019, está desarrollando medicamentos para retrasar el envejecimiento de los perros y extender su vida saludable. Ha recaudado alrededor de 58 millones de euros y tiene dos medicamentos en desarrollo. En unos años, esperan tener el primer fármaco comercial, para cualquier especie, que retrasa el envejecimiento.
Sin embargo, los reguladores como la Administración de Medicamentos y Alimentos de EEUU aún no han reconocido el envejecimiento como una condición que se puede tratar. Para eso habrá que esperar algo más.
¿Por qué en mascotas? Desafortunadamente, las probabilidades de éxito de estos tratamientos suelen ser muy bajas. El 90% de los medicamentos que se lanzan fracasan en los ensayos clínicos. Pero realizarlos con perros es más barato en comparación con humanos y se pueden realizar más estudios. Además, como viven menos, no lleva décadas saber si una pastilla ha aumentado la longevidad del animal. Y bueno, un perro siempre será más humano que un ratón, al menos en lo que a estilo de vida se refiere.
Qué dice la literatura científica. En 1993, un equipo de biólogos moleculares de la Universidad de California en San Francisco demostró que la desactivación parcial de un solo gen en el gusano nematodo Caenorhabditis elegans podría duplicar su vida útil. Otros investigadores hicieron lo mismo, esta vez rastreando genes relacionados con la longevidad y las vías bioquímicas que controlaban. Curiosamente, estos mecanismos usados en gusanos podían prolongar la vida también en moscas y ratones. En laboratorios de todo el mundo, se concluyó que el envejecimiento no era solo una degradación inevitable, sino otro otro proceso biológico genético que podía ser "pirateado" por los científicos.
De hecho, los mecanismos de reparación del ADN ya ayudan a uno de los mamíferos más longevos, las ballenas de Groenlandia, a vivir 200 años o más. En las ratas topo y algunas tortugas parece ralentizar el tiempo biológico, haciéndolas más resistentes a enfermedades relacionadas con la edad. Algunos fármacos consiguen este efecto al aumentar las señales celulares que aumentan cuando escasea la comida, imitando los efectos de una dieta restringida en calorías.
¿Cómo funciona? En este caso, Loyal, basa sus investigaciones precisamente en estos estudios pioneros con gusanos. En muchas especies, incluidos los perros, manipulan una hormona llamada factor de crecimiento similar a la insulina 1, que ajusta el crecimiento y la respuesta metabólica de un animal a los alimentos. Jugar con esta vía les ha permitido extender la vida útil de perros, moscas, gusanos y ratones.
Ahora preparan dos medicamentos: una es una pastilla que podría retrasar la aparición de enfermedades relacionadas con la edad, como la demencia y la insuficiencia renal, dos razones por las que los propietarios sacrifican a sus animales en algunos casos. El segundo fármaco, liberado lentamente por un implante, podría amortiguar los procesos celulares que se cree que condenan a las razas de perros más grandes a vidas cortas.
La tendencia. Loyal no es el único equipo que estudia la longevidad canina. El Dog Aging Project, dirigido por la Universidad de Washington y la Facultad de Medicina Veterinaria y Ciencias Biomédicas de Texas A&M, lleva años investigando el fenómeno y ya ha terminado dos estudios en los que a los propietarios se les dio rapamicina o píldoras de placebo sin que se les dijera cuál. Las personas que administraron la droga a sus perros dijeron que sus mascotas se volvieron más activas en sus últimos años de vida.
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