Cataluña ha decidido abrir el melón de los melones en lo que a organización escolar se refiere: ¿Jornada extensiva o jornada partida? ¿Cuál es más ventajosa para los alumnos? ¿Influyen en su rendimiento? Que se opte por una u otra, ¿tiene implicaciones más allá de tener que acudir a las aulas solo de mañana o en horario de mañana y tarde? El departamento catalán de Educación ha decido poner el tema sobre la mesa y ha encargado un informe que deberá arrojar luz sobre la materia. Por lo pronto, la consejera del ramo, Anna Simó, reconoce que el camino será largo y el debate requerirá "un pacto de país". "Tiene gran impacto", señala.
No es la primera vez que el departamento catalán de Educación, en manos de ERC, deja entrever su rechazo a la jornada continua y la búsqueda de formas de acabar con ella. Y no es el único. Navarra ya ha dado pasos a favor de la partida en Infantil y Primaria.
Abrir el debate de los debates. Ese es el objetivo del Departament d´Educació de Cataluña, como avanza El Periódico. El equipo de la consejera Anna Simó ha encargado un informe al Institut Català d´Avaluació de Polítiques Públiques (Ivàlua) que pondrá sobre la mesa uno de los grandes debates en lo que a organización escolar se refiere: ¿Cómo diseñar sus horarios? ¿Qué modelo es el mejor para las escuelas y sus alumnos?
Así lo reconocía la propia dirigente catalana, quien espera que el estudio de Ivàlua siente "la base para iniciar un debate sobre el conjunto de los horarios escolares". "Es algo que requiere de un gran pacto de país, ya que tiene un gran impacto social", esgrimió. Además de exigir consenso, su equipo ya asume que el proceso no será rápido.
Mezcla de opciones. El debate es importante tanto por el fondo, como por la realidad de las propias escuelas e institutos de la región. A día de hoy no hay un modelo general, sino varias opciones que triunfan más o menos en función del centro. Como recoge El Periódico, en los centros que imparten ESO en Cataluña es posible encontrar al menos cuatro horarios diferentes, variantes de dos grandes modelos: la jornada partida, que consiste en acudir a las aulas de mañana y tarde; o la intensiva, que concentra las clases en horario matinal.
En las escuelas privadas-concertadas triunfa la primera opción, aunque con cambios en función del curso. Lo habitual es que en primero y segundo de la ESO los alumnos tengan clases todas las tardes y en los cursos siguientes, en tercero y cuarto, esa asistencia vaya bajando, con cuatro y tres tardes, respectivamente. En los institutos públicos la situación es bastante diferente. En el 88% se aplica la jornada intensiva. En los nuevos centros públicos e institutos-escuela hay fórmulas en las que se imparten materias ciertas tardes a la semana.
Porcentajes aplastantes. El del 88% no es el único dato que manejamos. Hace justo un año la web Maldita.es realizó un estudio para calcular precisamente la implantación de las jornadas continuas y partidas en los colegios de España y sus conclusiones son rotundas. Según sus datos, más del 80% de los centros escolares en manos de la administración pública y en los que se imparte educación Infantil y Primaria dan clase solo por las mañanas. La realidad es diametralmente opuesta en los centros de titularidad privada o concertada, en los que ese porcentaje se desploma al 23%. Los datos varían sin embargo entre regiones.
Un estudio (más). El informe de Ivàlua pretende arrojar luz sobre la materia, pero no será el primero que la aborde. Prueba de la importancia que tiene el diseño de los horarios es que a lo largo de los años se le han dedicado un buen número de análisis, tanto en España como en otros países. En 2018 Science Advance recogía por ejemplo una investigación conjunta de la Universidad de Washington y el Instituto Salk que mostraba cómo los alumnos mejoraban su sueño y calificaciones con un simple retraso de 34 minutos en el inicio de las clases.
Hace solo unos meses trascendía otro estudio, en el que participó la Universidad de Valencia, que apunta al impacto negativo de la jornada intensiva sobre la salud y bienestar de los alumnos. Su conclusión: con ese modelo, los jóvenes descansan y comen peor, pasan también más tiempo ante pantallas y hacen más deberes. "¿Si entran a la misma hora, por qué se acuestan más tarde los de la continua que los de partida? La única explicación es que la concentración horaria les hace vivir con más estrés", comentaba en agosto a Valencia Plaza el sociólogo Daniel Gabaldón.
Mucho más que clases. Si el debate resulta tan importante es porque va mucho más allá de tener clases a unas horas u otras, solo de mañana o también de tarde. Optar por uno u otro modelo, jornada continua o partida, a menudo afecta también a cuestiones tan cruciales como dónde y qué comen los niños o cómo pasan las tardes. "No existe evidencia rigurosa sobre el efecto de la modalidad de jornada sobre el rendimiento académico, aunque algunos estudios correlacionales apuntan a que la jornada partida, está asociada a mejores resultados", recoge un informe elaborado por ESADE, que sí advierte de la dimensión social del debate.
Al fin y al cabo, la jornada partida se traduce en un servicio extra para muchos alumnos: acceso al comedor escolar. La progresiva implantación de la jornada intensiva en secundaria, en 2012, en plena crisis y oleada de recortes, planteó de hecho una vía para que la administración ahorrase en becas comedor y gasto de energía. El País precisa que solo el primer año el uso de la intensiva en el 71% de los institutos públicos de Cataluña permitió a la Generalitat ahorrarse nueve millones de euros en beca comedor: 15,3 millones frente a los 24,6 del curso anterior.
"Lo que sí existe es evidencia abundante y robusta sobre cómo el tiempo (lectivo y no lectivo) en la escuela supone un impacto positivo en los alumnos en términos académicos y socioacadémicos; también que la jornada partida, con un almuerzo temprano y una pausa después, se adapta mejor a los biorritmos de los alumnos y mejora su salud, ciclos de sueño y bienestar", abunda el estudio antes de incidir en el rol social de las escuelas y su papel para facilitar la conciliación en el hogar: "Cuando es a tiempo parcial, el empleo de las familias se resiente, dificulta que sus jornadas laborales puedan superar las 25 o 28 horas semanales".
Un debate que viene de lejos. Que Cataluña quiera abrir el melón de la reforma horaria de las escuelas e incluso contemple que los institutos vuelvan a dar clases por la tarde no significa que el debate sea nuevo. A pesar de lo extendido que está la jornada intensiva en los institutos públicos, las pautas sobre calendario escolar de Cataluña publicadas en mayo del año pasado ya recogían que a la hora de organizar los horarios y actividades debía respetarse una pauta: "No puede comportar más de tres tardes libres semanales para cada alumno". A los centros con jornada continua, eso sí, se les permitía seguir con su organización.
En noviembre El País ya informaba de que las autoridades catalanas estaban buscando la forma de acabar con la jornada intensiva, aunque advertía que replantear el modelo abriría un frente con los sindicatos de profesores y parte de las familias. El informe de ESADE alude de hecho a una encuesta entre docentes que muestra su apoyo mayoritario a las clases solo de mañana. "Paradójicamente, subraya los beneficios para el alumnado y las familias como las razones principales para justificar dicha modalidad", señala el estudio, que reconoce en cualquier caso que el profesorado es el gran beneficiado de la jornada continua.
Imagen | Kenny Eliason (Unsplash)
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