Atasco en el carril bici: Países Bajos no sabe cómo lidiar con la explosión de patinetes y e-bikes

Atasco en el carril bici: Países Bajos no sabe cómo lidiar con la explosión de patinetes y e-bikes
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Bicicletas privadas, bicicletas de alquiler, bicicletas municipales, patinetes eléctricos, mini-coches eléctricos, hoverboards. Hay un país sufriendo a ritmo acelerado la radical transformación de la movilidad urbana: Países Bajos. Célebre por su adopción de la bicicleta como herramienta de transporte, sus calles también se han llenado del sinfín de alternativas (privadas o sharing) que han surgido a lo largo del año pasado.

Y es un problema.

¿Por qué? Ayer mismo el portavoz del sindicato policial nacional, Gerrit van de Kamp, expresaba preocupación por la rápida transformación: "Es imposible para la policía controlarlo. Me pregunto si los ciudadanos conocen cuál es la normativa sobre el tráfico. Los policías a menudo tampoco la conocen. Es una situación completamente confusa".

Cómo circular. Es la gran pregunta. Países Bajos, al igual que el resto de vecinos europeos, no cuenta con una directiva nacional que regule la materia. El cambio ha sido demasiado drástico. La regulación ha quedado en manos de las ciudades. Ámsterdam, La Haya, Eindhoven y Utrecht han optado por medidas dispares. En la capital, los patinetes han quedado apartados de los carriles. Los mini-coches eléctricos no.

El resultado. Los carriles bici se han atascado. A menudo a velocidades dispares, dificultando la convivencia. En Países Bajos el problema es urgente: en 2017 murieron 57 holandeses a causa de los accidentes protagonizados por las bicicletas eléctricas (en 2016 fueron 16). Aquel año también registró un hito histórico: murieron 2016 ciclistas frente a 201 conductores en todo el país (lógico si pensamos en el ratio de uso de la bicicleta).

¿Solución? Nadie la tiene clara. Utrecht, al igual que Ámsterdam, ha optado por privar a los patinetes y a los vehículos eléctricos de los carriles bici: según ellos, van demasiado rápidos. Rotterdam ha decidido lo contrario: según ellos, van demasiado lentos como para circular por la calzada. Son cuestiones acuciantes dado el vertiginoso crecimiento del parque de patinetes y otros vehículos: sólo los primeros suman ya 720.000.

Morir de éxito. La dinámica es similar en otros países. En España, Valencia vetó la circulación de alternativas sharing hasta que actualizara la ordenanza, al igual que Madrid. Zaragoza quiere limitar su presencia a tres empresas y 1.500 patinetes.

Países Bajos sirve como referencia para el futuro de la movilidad urbana. Es un país caracterizado por una tupida red de carriles bici y por una cultura favorable a la bicicleta y al viandante, y pese a ello no encuentra respuestas a una realidad cada vez más palpable. ¿Es cuestión de infraestructura, quizá obsoleta, o de legislación? Sea como fuere, es probable que su solución sirva como referencia a medio plazo.

Imagen: Maria Eklind/Flickr

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