La forma en la que se distribuyen los ingresos y la riqueza varía en todos los países. Ahora que muchos de ellos son testigos de una creciente desigualdad, surge el debate sobre si realmente somos conscientes de cuál es nuestra posición económica en comparación al resto y por qué hay sectores de la sociedad que demandan un cambio en la distribución de riqueza (dependiendo muchas veces de lo que tienen). Lo cierto es que un estudio indica que la mayoría de personas percibe erróneamente su posición de ingresos, creyendo que son más pobres de lo que son.
Y en el caso contrario, las personas que descubren que son más ricas de lo que creían ser están menos a favor de una redistribución del dinero. Algo así como lo mío que no se toque. ¿Egoísmo? Hay muchos factores en juego.
El estudio. La Universidad de Harvard ha realizado un estudio a través de varias encuestas para averiguar cómo las personas perciben su posición adquisitiva y cómo el ingreso relativo de las personas afecta a su demanda de redistribución, es decir, a sus ideas políticas. Los datos surgen de dos encuestas en las que se contabilizan las respuestas de más de 4.500 ciudadanos mayores de 18 años; respuestas relacionadas con sus ingresos, riqueza, educación, estado civil e ideas políticas.
En la primera encuesta, el 86% de los participantes se declaró más pobre de lo que realmente era, mientras que sólo el 13% restante se consideraba más rico. Es decir, había un sesgo hacia creernos con menos dinero del que disponíamos en relación al resto de la sociedad.
¿Por qué? El estudio también sugiere que a mayor nivel educativo y mayor "inteligencia" de una persona cualquiera, más probabilidad hay de que sus percepciones sobre su renta sean más precisas con la realidad. Los autores también les atribuyen un mayor consumo de información en los medios de comunicación (estarían mejor informados); o más posibilidades para cambiar de trabajo, experimentando mayores subidas y bajadas salariales que les permitirían conocer de forma más precisa su nivel de ingresos real. En este gráfico podemos ver las respuestas de EEUU.
Y en este las de Alemania:
La demanda. Pero eso no es todo. El estudio deseaba descubrir si la percepción de nuestros salarios sobre la media nacional cambiaba nuestras ideas sobre la distribución de la riqueza, es decir, sobre los impuestos y las ayudas públicas. Para ello realizó una segunda encuesta tres meses después de la primera. En ella informó a los encuestados de la verdadera posición que ocupaban en la distribución de ingresos (en casi todos los casos por encima de lo que habían declarado en la primera encuesta). También les preguntó por sus preferencias partidistas o fiscales.
El resultado fue llamativo. Cuando los investigadores informaron a los participantes de que, en realidad, eran más ricos de lo que realmente pensaban, modularon su opinión en materia de distribución de la riqueza. Los datos son bastante claros: las posiciones favorables a mayores redistribuciones fiscales cayeron un 22%. Por su parte, aquellos encuestados que sobreestimaron sus ingresos en la primera encuesta se mostraron más aptos a un mejor reparto de la riqueza.
Los motivos políticos. Este efecto (un mayor rechazo a políticas fiscales generosas tras descubrir que se era más rico de lo que uno pensaba) era más agudo entre el conjunto de encuestados más próximos al centro-derecha. Aquí los autores hacen hincapié en dos factores de especial importancia. Se trata de la forma en la que pensamos cómo funciona la economía. Los encuestados más conservadores tienden a creer que el esfuerzo, antes que la suerte, es el determinante detrás del éxito individual a nivel económico; y también que una redistribución más profunda tendría un impacto en la oferta laboral.
La clase media. Otros estudios muestran resultados similares sobre nuestra percepción de lo que es "clase media". Este de INSIDER y Morning Consult deseaba conocer la percepción de los estadounidenses sobre su nivel adquisitivo. A través de 4.000 encuestas en las que les solicita definir su situación financiera llegó a los siguientes resultados: el 42% de las personas que ganaban más de 82.000€ creían que eran de clase media; el 36% se consideraban clase alta; y sólo el 6% se consideraban "ricos". La renta media de un estadounidense son 53.000€ al año.
Clase y riqueza no es lo mismo. Los resultados de estos y otros trabajos ilustran cómo "clase" y "riqueza" no son términos iguales, y que además son relativos. Algunas personas pueden ganar menos dinero y aún así sentirse ricas, mientras que otras pueden ganar bastante más y percibir dificultades financieras. Los niveles de deuda podrían explicar por qué los ingresos de algunos encuestados están desconectados de su "nivel de vida" objetivo en base a los salarios medios nacionales. Si se gana mucho dinero pero se destina a pagar deudas, es posible que no se sientan "ricos".
En España. Según los estudios, España es el único país de Europa junto con Suecia donde casi toda la población que ha abandonado la clase media (un 3,7%) ha pasado a ser de clase baja (3,6%) y no alta. Y la percepción varía. Algunos se sienten de clase media pese a ser de clase alta debido a sus gastos, pero también sucede al contrario: la clase baja continúa considerándose de clase media por méritos propios. Y por supuesto, hay que tener en cuenta que no es lo mismo ganar una cantidad de dinero en Madrid que en Soria, donde el nivel de vida es más bajo y afecta a la percepción de riqueza individual que se tiene.
¿Cuál es la franja? Según el CIS, más del 70% de los españoles se identifica con la "clase media" a pesar de que sociólogos y economistas tienen una aproximación distinta a lo que significa pertenecer a ella y ni si quiera existe un consenso dentro de cada rama. Se podría entender como los tramos centrales de renta. Es decir, entre el 60% y el 150% de la renta mediana española (14.200€), y que representa el 49,4% del total de población. Lejos de ese porcentaje autopercibido del 70%.
Aún así, muchas personas de clase alta no quieren considerarse de clase media y distorsionan su visión de la realidad. Por un lado, ven cómo otros ricos tienen más dinero que ellos y despilfarran más. Por otro, muchas personas sienten cierto rencor hacia las clases acomodadas por lo que no quieren formar parte de ese grupo al que algunos desprecian. Pero la clase baja tiene el mismo estigma social: si consideramos que solamente las personas en auténtica situación precaria pertenecen a ella, es normal que tampoco quieran sentirse identificadas en esa posición.