2.000.000€ de cocaína abandonados en la playa: Nueva Zelanda es la nueva meca de los traficantes

Playa Nueva Zelanda
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Pocos negocios a lo largo de la historia han resultado tan rentables como el tráfico de cocaína. La demanda siempre al alza y lo elevado de su precio asegura a sus productores y distribuidores notorios beneficios, siempre y cuando logren esquivar a las fuerzas de seguridad. En Nueva Zelanda, por una vez, la carga no llegó a buen puerto. Vecinos en los alrededores de Auckland encontraron esta semana un cargamento valorado en 2.000.000€ y abandonado en una playa. Miles y miles de fardos de cocaína dejados a su suerte.

La historia. La policía ya se ha hecho con la mercancía, y ahora trata de atar cabos. Barajan dos teorías. Hipótesis uno: un grupo de contrabandistas provenientes de Australia o Tasmania (la playa se ubica en el oeste de Nueva Zelanda) abandonaron el cargamento ante el temor de ser atrapados por la guardia costera. Hipótesis dos: narcotraficantes locales dejaron los fardos en la playa para que un barco de contrabando, proveniente quizá del Pacífico, la recogiera y la transportara a otro mercado.

Entre tanto, un helicóptero vigilará la zona para que otras entregas nos e repitan.

La foto. Nueva Zelanda se ha convertido en una nueva meca de la cocaína. El consumo ha crecido durante los dos últimos años, aunque sigue lejos de los países más adictos a la sustancia (Reino Unido y España). Ante todo, el mercado es particularmente goloso para los traficantes: el kilo de cocaína en el archipiélago se paga a unos 250.000€ (250€ el gramo), frente a los típicos 60.000€ de los países europeos (unos 60€). Semejante margen de beneficio incentiva no sólo el tráfico entre Australia y Nueva Zelanda, sino también largas empresas desde Latinoamérica.

La policía, no en vano, considera que los 2.000.000€ abandonados en Auckland provienen de Perú o Colombia.

La tendencia. Se sabe que más y más cargueros abandonan los puertos pacíficos de Latinoamérica para recorrer las islas del Pacífico, en rutas extensas y peligrosas, pero muy prolíficas. El cártel de Sinaloa ha empezado a operar ya dentro de Nueva Zelanda. Hace un año, las autoridades interceptaron un cargamento valorado en más de 14.000.000€, el más elevado en la historia del archipiélago, atribuido a narcotraficantes mexicanos. Es un giro importante: tradicionalmente el mercado anzac había estado dominado por agentes asiáticos.

Aumento. Entre tanto, las incautaciones policiales se han disparado. Si en 2016 la policía se hizo con 36 toneladas de cocaína en 132 operaciones, en 2017 el volumen había ascendido a los 108 toneladas en 165 intercepciones. Curiosamente, la tendencia ha coincidido con un teórico descenso del consumo de metanfetamina. En 2016 el material intervenido por las fuerzas de seguridad superaba las 941 toneladas; en 2017 la cifra había caído a los 403.

La presión policial ha motivado que los narcotraficantes abunden en ideas imaginativas. Desde estatuas de caballos engarzadas con diamantes y otras piedras preciosas hasta cargamentos de plátanos.

Referentes. Encontrar droga en la playa es algo relativamente común. Mucha mercancía se pierde por el camino, como bien saben en Galicia. O en Portugal: es célebre la historia de Rabo de Peixe, el pequeño pueblo de las Azores donde apareció media tonelada de cocaína extraviada de un carguero. Sus 7.000 habitantes cayeron presa de la adicción, con escenas tan esperpénticas como ancianos vertiendo farlopa en su café o mujeres empanando filetes con polvos mágicos.

Bien haría Nueva Zelanda en cuidarse de escenas similares.

Imagen: Tim Mcnamara/Flickr

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