Mientras las grandes ciudades se abarrotan y sus ciudadanos del vagón de cola se asfixian con un mercado inmobiliario que les expulsa, crece en paralelo un discurso que puede parecer alternativo y es más bien consecuente del anterior: la vida eficiente, ecológica, orgánica, liberadora, competitiva. En Hong Kong, Shangai, Nueva York o Madrid estamos viendo la llegada de un nuevo modelo habitacional que nos venden como mucho más interesante, una opción inteligente para los bolsillos de esa demanda joven y adaptativa.
Son las microcasas, esos hogares que si los vemos en películas de ciencia ficción futurista nos parecen una demostración de la decadencia de nuestra sociedad pero que si nos las venden en las revistas de tendencias adquieren una pátina mucho más respetuosa y atractiva. Por aquí dejamos un descenso a los límites de tolerancia del espacio mínimo garantizado para la supervivencia del hombre en la jungla de la ciudad.
Abejas obreras para la colmena
Vale, Barcelona es ahora mismo la ciudad más cara de España para vivir. Desahucios diarios, exceso de turistificación... Por eso la empresa Haibu 4.0 propone que nos retrotraigamos a formas de vida más atávicas y comunales (aunque eso de "comunal" lo lleva en el nombre, ya que es de esperar que sus propietarios no vivan entre celdas con el resto de parias que se apunten a sus soluciones habitacionales). Bienvenido a las colmenas urbanas, cápsulas de 3m2, 2,40 metros de largo y 1,20 metros de ancho, por 250 euros al mes. Y van a aterrizar ya mismo: los empresarios han adquirido un primer local en Sants para unos 15 inquilinos que funcionará como proyecto piloto.
Por supuesto, ninguno de estos espacios, locales vacíos transformados para cumplir este sueño benthamiano, no cumple ninguna norma de habitabilidad de la ciudad condal, pero ellos están persiguiendo un sueño socialista: “No alquilamos ni vendemos, es algo más parecido a una comunidad o asociación, algo más social”. Es decir, que han encontrado un agujero legal. No les pagas por alquiler, sino que ofreces un contante por ser "residente" por formar parte de esta congregación. Eso sí: para entrar tienes que cumplir una serie de condiciones, como poder demostrar que ganas más de 450 euros al mes y tener menos de 45 años. Dada la demanda por nichos baratos, no dudamos de su futuro éxito.
IKEA 25m2 experience
Empecemos por uno de los ejemplos más populares. Los suecos que decoran los hogares de más de la mitad de Occidente y del 95% de los pisos de estudiantes tienen habilitado en la mayoría de sus centros un ejemplo habitacional de micropiso. “Así puede ser tu casa de 25 metros cuadrados”, nos dicen, despejando nuestros remilgos y aprovechando cada centímetro cúbico. Miles de visitantes miran con curiosidad y grima esta novelty que, para una España donde el piso más frecuente es de entre 77 y 103 metros cuadrados, produce un interés antropológico.
A renglón seguido y sin salir de la zona A del metro de Madrid, Laura Sánchez contaba cómo lleva un año buscando piso de al menos 40 metros cuadrados reales y por 600 euros al mes, sin suerte.
Para celebrar el #DiaDeLaFelicidad he entrado en Idealista y he mirado los pisazos en alquiler en Madrid que cuestan menos de 500€ al mes. pic.twitter.com/fjRDLFwzWt
— Hola, soy Tuices (@Tuices) March 20, 2017
Ejemplos recientes apuntan a que la cosa no está mejorando mucho:
Un colega ha dejado el piso en el que estaba de alquiler. Pagaba 600 €/mes. Se ha metido a mirar cuánto piden. Ahora piden 1250. pic.twitter.com/zyPUuKRpI9
— txarli o_O (@carpetovetonix) January 22, 2018
El piso tupper, corralas 2.0
Por si 25 metros te parecía algo angosto, ampliamos la horquilla y pasamos a los 30 de nuestro primer piso de la lista, el proyecto del madrileño Andrés Jaque y del que hubo al menos un prototipo efectivo en la capital de España. Allá por 2007 el avance tecnológico y los precios de la burbuja en su punto álgido hicieron pensar a más de uno que vivir en una tartera o Tupper Homes, como se llamaron, sería la solución.
Redux Deluxe
Han llegado los pisos hongkoneses, pero tranquilo, habrá más. ¿Y tú qué le pides a la Small Home de LAAB Architects? Porque puedes meter nevera americana, bañera y encontrar hueco todavía para convivir con tu pareja y vuestros tres gatos. 27 metros cuadrados pueden dar para mucho.
Nueva York en tu bolsillo
En Nueva York tampoco están mucho mejor. My Micro NY, de nArchitects y Monadnock Development, es un proyecto arquitectónico de 55 módulos prefabricados de entre 23.2 y 34.4 metros cuadrados en el centro de la ciudad. De esta manera se acabó con las restricciones municipales que prohibían construir apartamentos inferiores a 37 metros cuadrados. 2.700 dólares al mes el módulo más acogedor. Ah, y la cocina no es independiente, por supuesto.
La pesadilla inmobiliaria de Varsovia
Instalación artística, lo llama el arquitecto Jakub Szczesny. No sabemos exactamente de cuántos metros cuadrados totales estamos hablando, pero se trata de nada menos que un dúples. Problema: la anchura de sus dos pisos va de los 92 a los 152 centímetros en su punto más amplio. Han tenido la deferencia de pintar lo de color blanco, para darle sensación de amplitud. Un "monumento a la familia" al que su creador le llegó a buscar un estudiante como inquilino.
La jaula de tus sueños
Y de NY a Shenzhen, de 23 a 12 metros cuadrados. Al módico precio de 117.000 euros de compra final, presumía la agencia Xinhua, que afirmaba que en sus “jaulas de paloma” toda tu cama podía caber en un armario. Lamentablemente el proyecto inmobiliario tuvo que disolverse por caer en la ilegalidad: en China se prohíben las viviendas residenciales de menos de 22 metros cuadrados útiles. La demanda de vivienda es tan alta, eso sí, que ya habían vendido la mitad de los pisos antes de que interviniese el Estado.
Minivida para hipsters en Kreuzberg
La historia del proyecto del alemán Van Bo Le-Mentzel es interesante por partida doble. Por un lado, El País nos dio a conocer el nuevo proyecto cuqui hogareño berlinés, uno por el que su creador proponía que una pareja podría llevar una vida normal en una vivienda de 13 metros cuadrados y una familia de cuatro personas conviviría en un espacio de 25 metros cuadrados. Le-Mentzel creó un ejemplo más extremo: una persona podría habitar en un sitio con cocina, baño, sofá, escritorio y cama. 6.4 metros cuadrados eran suficientes.
Por el otro, y como recordaron los indignados lectores en redes sociales, estábamos rozando la falta de humanidad: el zulo de Ortega Lara era más grande que la nueva casa del alemán.
El zulo de Ortega Lara tenía 7,5 m2. https://t.co/b4AiCxrzB7
— Camarada Bakunin (@CamaradaBakunin) August 29, 2017
Cloacas, pero de diseño
Vamos comprimiendo nuestras paredes y nuestros sueños y llegamos a nuestro segundo proyecto de Hong Kong. Para vivir en el centro de la ciudad ya no es necesario ser millonario. Ni siquiera tener que encontrar paredes tradicionales o células de container. Vale con una buena tubería. Minimalista y bien diseñada, eso sí (o eso dicen, porque en principio no tiene mucho sentido perder espacio construyendo en redondo en lugar de cuadrado). El estudio de arquitectos James Law Cybertecture te ofrece 9,29 metros cuadrados de espacio a cambio de 340 euros al mes.
La celda hongkonesa
Como ya habrás visto, la ex colonia británica tiene un terrible problema de acceso a la vivienda. En esta tesitura los promotores inmobiliarios de Emperor International Holdings vieron la oportunidad de romper el anterior récord de minipisos, en 10 metros, y optar por viviendas de 5.7 metros cuadrados. En un barrio céntrico y residencial de la ciudad.
Se prevé que en los próximos tres años salgan a la venta hasta 5.000 inmuebles de estas dimensiones, algo que no estaría mal si viviésemos en un mundo de humanos menguantes, como en la última película de Matt Damon, pero que es la realidad a la que deben enfrentarse los ciudadanos de la región.
Y de la cárcel al ataúd
Sí, todo lo anterior podría ser anecdótico. Este artículo podría ser un ataque envuelto en una lista sarcástica que cae en la falacia del evidencia incompleta. Y en parte así es, porque ni todas las ciudades se están enfrentando a esta misma constricción del espacio vital de sus individuos ni estos planteamientos son novedosos. De hecho, es algo bastante antiguo y universal.
Pero es terrible cuando vemos que estas viviendas se construyen sólo por la imperiosa necesidad de unos ciudadanos que buscan sobrevivir en un entorno económicamente hostil que no los tiene en cuenta... mientras los medios ayudan a conferirle una pátina respetuosa a esta opción que no es tal. En vez de luchar en el plano colectivo, se traslada esa responsabilidad a los sujetos que tienen que comérselo entre sus cuatro minúsculas paredes.
Pero todo nos irá bien mientras no nos toque sufrir a nosotros los "ataúdes" de Hong Kong. Esos cubículos de dos metros cuadrados y más de 300 dólares de renta en los que viven millones de trabajadores de la región y que Naciones Unidas ya ha señalado como "un insulto a la dignidad humana".
Como exigiría Carolina Martín, un poco de espacio.