Un granadino de 15 años acaba de ser admitido en Oxford. Eso plantea algunas preguntas para la universidad española

Queremos una universidad de élite, pero también una que vertebre el territorio (y sea inclusiva). Queremos todo, pero no estamos dispuesto a pagarlo

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Cada año el departamento de admisiones de Oxford recibe unas 20.000 solicitudes. Reciben muchas más, claro. Pero solo 20.000 cumplen los (exigentes) requisitos que se piden para iniciar los estudios de grado en la universidad. Todos ellos son evaluados minuciosamente, pero solo 3.250 terminan siendo elegidos.

Pues bien. Entre los de este año hay un granadino de 15 años.

Un granadino en Oxford. Miguel Donaire Arcas-Sariot, que así se llama el joven, acaba de ser admitido en la universidad inglesa para cursar, el año que viene, el doble grado de matemáticas e informática. Tuvo que superar un extenso examen escrito a finales del año pasado (que superó con un 96 de 100) y luego cuatro pruebas específicas por internet. Además, claro está, de las entrevistas personales, explicaba en Ideal.

Y todo ello "por libre". Es decir, sin formar parte de ningún centro especializado en formar candidatos.

Esto ha llamado la atención de todo el mundo. Desde el presidente de la Junta de Andalucía a la prensa de medio país. Pero lo cierto es que, pese a la dificultad del acceso y a que lo ha hecho con una edad muy baja, no puede decirse que su caso particular sea una sorpresa.

En los últimos años, Donaire no solo ha participado (y ganado) olimpiadas matemáticas a nivel andaluz y estatal, sino que ha sido uno de los participantes más destacados del programa Estalmat de estímulo al talento matemático de Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

Un caso excepcional... No cabe duda que el de Donaire es un caso excepcional, pero pone sobre la mesa las tensiones que recurrentemente atraviesan el sistema universitario español: por un lado, la certeza de que la ciencia es un esfuerzo internacional y que es bueno que los recursos (en este caso humanos) se empleen de la mejor forma posible; por el otro, la constante sensación de extractivismo que convierte a la 'fuga de cerebros' (y al maltrato de los que se quedan) en un problema endémico.

...que nos obliga a reflexionar sobre nosotros. No creo que haya un problema intrínseco en que los mejores alumnos españoles acaben en otros países. Por usar un paralelismo con el deporte, existe una relación clara entre el deporte de élite y el deporte de base; pero no parece sensato ordenar este último de cara al primero. Es más, el mismo Donaire ha declarado que va a realizar la selectividad por si la aventura inglesa no funciona y decide volver.

Sin embargo, sí creo que la atención pública que reciben casos como estos deben hacernos reflexionar sobre el papel de nuestro país (y de nuestro sistema educativo/universitario) en el conjunto del mundo contemporáneo.

La necesidad de un proyecto al que aspirar. Al fin y al cabo, como ha quedado patente en muchas ocasiones, España no tiene un modelo de ciencia al que aspirar. Se han hecho avances en los últimos años, sí; pero seguimos sin saber qué ciencia queremos y eso genera constantemente políticas contradictorias.

Por un lado, queremos una tupida red científico-industrial que vertebre  el territorio y decimos querer apostar (usando, de nuevo, el paralelismo deportivo) por la "ciencia de base". Por el otro lado, seguimos girando en torno a la idea de que debemos aspirar a una ciencia de élite. Lo queremos todo y lo que suele pasa es que no conseguimos nada.

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Imagen | Benjamin Elliott / Dimitry B

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