El día que Francia se adelantó a SpaceX creando un avión-cohete con alas cilíndricas para despegar y aterrizar en vertical

El día que Francia se adelantó a SpaceX creando un avión-cohete con alas cilíndricas para despegar y aterrizar en vertical
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En la década de los 50 del siglo anterior, apenas unas décadas después de la llegada de la aviación, algunos empezaron a hartarse de los aeropuertos. Con razón, las pistas de aterrizaje son un incordio por tamaño y coste. Fue el germen para una de las ideas más locas de la aviación, el Coléoptère.

Imagina un avión cilíndrico. No es un cohete, porque sí que tiene alas, concretamente una que da la vuelta al avión en 360 grados a modo de anillo. Con semejante diseño además de volar tiene la capacidad de actuar como un VTOL despegando directamente en vertical sin necesidad de una pista de aterrizaje. Los franceses a mitades del siglo XX vieron esta idea viable, así que comenzaron el desarrollo del Coléoptère, un híbrido entre avión y cohete que (conceptualmente) no iba mal encaminado.

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El futuro de la aviación en la década de los 50.

En época de guerras a lo largo y ancho del mundo y con el desarrollo de la aviación en pleno auge, las décadas de los 50, 60 y 70 fueron décadas de experimentos. Varios países se plantearon cómo podían deshacerse de las pistas de aterrizaje. Esto permitía no depender de ellas para operar con una avión en cualquier lugar y no quedarse en tierra si el enemigo acababa con tu pista de aterrizaje.

En Estados Unidos surgieron una serie de aviones desarrollados para despegar en vertical. Para ello contaban con una cola alta que a su vez hacía de base. Con suficiente propulsión el avión podía despegar del suelo y luego ponerse en modo horizontal para volar. Ejemplo de ello son el Ryan X-13Vertijet, el Lockheed XVF o el Convair XFY Pogo. En Francia sin embargo fueron un paso más allá con el Coléoptère, con un diseño absolutamente distinto.

El ala cilíndrica tiene ventajas... y desventajas

El ingeniero austriaco Helmut von Zborowski propuso en 1955 la ida de utilizar un ala anular para los aviones. Con ello el ala serviría para varias cosas y no solamente para mantener el avión en aire, por ejemplo su forma cilíndrica conseguiría mejorar la propulsión del avión. Prácticamente lo que proponía era que el avión en sí fuese un propulsor gigante.

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El primer prototipo y una de las versiones finales.

Dicho y hecho, un año después el constructor francés Société Nationale d'Études et Construction de Moteurs d'Aviation (SNECMA) desarrolló un prototipo. El C400 P1 se trataba de un motor SNECMA Atar DV con cuatro ruedas en su base para que se quedase de pie. El piloto, en la punta del prototipo, disponía de un joystick y apenas algunos controles más para levantar el prototipo del suelo y luego bajarlo de vuelta.

El C400 P1 no tuvo mucho éxito, pero el P2 que mejoraba los controles sí que consiguió alzar el vuelo. Posteriormente y durante los próximos años diversas versiones fueron mejorando iteración tras iteración la idea del Coléoptère. Para 1958 se desarrolló una versión prácticamente completa con cabina para el piloto, aletas para controlar la dirección y hasta una silla de piloto que se quedaba siempre "de pie" a medida que rotaba el avión de horizontal a vertical y viceversa.

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Y... voló.

Las cosas sin embargo no fueron tan bien como se teorizaba. El Coléoptère despegaba en vertical, pero controlarlo era un suplicio. A medida que ascendía el avión giraba sobre si mismo debido a la falta de control estable sin unas alas planas. Su control en el vuelo tampoco era el mejor de todos, apenas en el noveno y último intento de vuelo consiguieron colocarlo en horizontal y volar. Y hasta ahí llegó, el piloto no consiguió ponerlo en vertical de vuelta para aterrizar y a apenas metros del suelo consiguió salir expulsado para descender en paracaídas mientras el avión se estrellaba contra el suelo.

Ese fue el final del Coléoptère y el sueño de tener un avión con ala anular. Tanto Francia como otros países abandonaron la idea de aviones que se colocasen en vertical para despegar y aterrizar. Otras ideas sin embargo evolucionaron a raíz de eso, con aviones que inclinaban sólo sus propulsores para colocarlos en vertical y despegar. Era más seguro y menos costoso.

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Parece más bien sacado de una película de Star Wars.

Décadas después, es Elon Musk con sus cohetes de SpaceX quien despega y aterriza en vertical. Eso sí, en un entorno completamente distinto, con propósitos diferentes y con una tecnología aeronáutica que ha avanzado muchísimo durante estos últimos años. Prueba de esto es la última prueba de la colosal Starship.

Más información | Fiddlers Green

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