Lo que la "nieve invertida" de Europa, el satélite de Jupiter, revela sobre otras formas de vida en el espacio

Lo que la "nieve invertida" de Europa, el satélite de Jupiter, revela sobre otras formas de vida en el espacio
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Un grupo de investigadores ha analizado un fenómeno curioso que probablemente se dé en el océano que recubre Europa, una de los satélites que orbita Júpiter: Nueve ascendente. Esta forma de hielo en lugar de formarse en las nubes y precipitarse contra el suelo por efecto de la gravedad, se forma en el océano para ascender hasta las capas más superficiales de éste (también por efecto de la gravedad).

Desde el Ártico hasta Europa. Europa es una de las numerosas lunas que orbitan Júpiter y es además uno de los mundos oceánicos de nuestro Sistema Solar. Se trata de un objeto rocoso como nuestra Tierra que, de manera semejante a nuestro planeta está rodeado de un océano. Las diferencias con nuestro planeta vienen por el tamaño (es más cercano al de la Luna) y del hecho de que este océano recubra la totalidad del satélite y esté recubierto a su vez de una capa de hielo de varios Kilómetros de espesor.

Para su análisis de Europa, publicado como artículo en la revista Astrobiology, el equipo investigador tomó como referencia el Ártico. Estudios sobre el satélite joviano estimaron que la temperatura, presión y salinidad de su océano en las zonas más cercanas a la capa de hielo podrían ser semejantes a las que se encuentran en el océano Ártico bajo la capa de hielo.

Hielo de congelación y frazil. A partir de ahí consideran dos formas en las que el hielo puede formarse en Europa, semejantes a las que se dan en el Ártico (excluyendo la precipitación atmosférica). La primera es la del hielo de congelación, que ocurre cuando el agua se congela en la zona limítrofe entre el océano y la capa de hielo que lo recubre.

La segunda forma de congelación es la que denominan hielo frazil (frazil ice). El hielo se forma en zonas de escaso gradiente de temperaturas, es decir, áreas donde no varía mucho la temperatura; pero donde se forman irregularidades en el contorno del hielo bajo la superficie, por la aparición de brechas en el hielo, por ejemplo.

En estas zonas el agua cristaliza formando pequeños copos de hielo frazil. Menos densos que el agua que los rodea, ascienden hacia la superficie como copos de nieve invertidos hasta quedarse atrapados en la capa de hielo que recubre la luna joviana.

Agua salada, hielo dulce. La clave está en la cantidad de sal que se retiene el agua al congelarse. Tanto el hielo de congelación como el frazil son menos salinos que el agua de la que surgen. Pero el frazil es notablemente menos salino. Mientras que el primero puede retener una décima parte de la sal del agua, el frazil podría contener tan solo un 0,1% de esta salinidad. Es, en este sentido, unas 100 veces más puro.

Vida en Europa. La salinidad de los océanos de esta luna es clave a la hora de determinar su potencial para albergar vida y, sobre todo, en nuestra capacidad para buscarla.

“Cuando exploramos Europa estamos interesados en la salinidad y composición del océano, porque esa es una de las cosas que gobernará sobre su habitabilidad potencial o incluso el tipo de vida que pueda [existir] ahí”, explica Natalie Wolfenbarger, principal autora del estudio.

Explorar Europa in situ. Y Europa es a su vez un lugar clave en la búsqueda de vida extraterrestre en nuestro vecindario espacial. La luna está cubierta de un océano cuya profundidad oscila entre los 60 y los 150 kilómetros, a su vez cubierto por una capa de hielo de entre 15 a 25 kilómetros de grosor.

Europa intriga a los astrobiólogos y para estudiarla ya hay una misión programada por la NASA: Europa Clipper. Partirá, según está previsto, en octubre de 2024. La misión dejará una sonda orbitando Júpiter para estudiar el satélite acercándose lo más posible al sobrevolarlo en sus respectivas rutas orbitales.

Europa es uno de los principales candidatos a albergar vida, y es que cuenta, explica la propia NASA, con tres ingredientes clave para la vida: agua, más incluso que nuestra Tierra; Química, elementos como el carbono, hidrogeno, nitrógeno u oxígeno; y energía, puesto que a pesar de estar lejos del Sol Europa recibe radiación adicional por encontrarse cerca de Júpiter.

Los mundos oceánicos de nuestro sistema solar. Este trabajo puede allanar el camino, cree Steve Vance, científico del Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA, quien no tomó parte en el estudio: “Este artículo está abriendo un nuevo paquete de posibilidades para pensar sobre los mundos oceánicos y cómo funcionan. Establece el escenario para cómo podríamos preparanos para el análisis del hielo realizado por Europa Clipper.”

Europa no es el único mundo oceánico de nuestro Sistema Solar. La exploración de estos mundos se ha convertido en un objetivo para la NASA por este gran potencial para albergar vida. La agencia espacial estadounidense se encuentra en proceso de diseñar vehículos que puedan ir más allá de las sondas orbitales como Europa Clipper y hagan contacto con estos mundos.

Muchos de estos diseños plantean submarinos autónomos que atraviesen la capa de hielo para navegar las profundidades de estos océanos atrapados bajo el hielo. Por ahora pueden calificarse de ciencia ficción, pero puede que por poco tiempo.

Imagen | NASA

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