El supervolcán de la Caldera de Long Valley se está preparando para dormir para siempre. Pero sigue inquieto

El magma de la gigantesca cámara de este volcán se está enfriando, pero no es un proceso que destaque por su tranquilidad

Caldera Lv
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Imaginemos a una persona que intenta conciliar el sueño, y que al no lograrlo no para de revolverse en la cama. Algo así es lo que está pasando con el supervolcán californiano conocido como la Caldera de Long Valley.

Un sueño inquieto. La Caldera de Long Valley es un volcán durmiente y en proceso de enfriarse. Es lo que ha concluido un reciente estudio geológico realizado en esta caldera volcánica situado en la frontera entre los estados norteamiericanos de California y Nevada. Los autores del estudio han comprobado que las recientes señales de actividad en la región son precisamente signos de que el volcán, aún latente, avanza hacia su sueño eterno.

Según los autores del estudio, estas muestras de actividad podrían perdurar un tiempo e incluso intensificarse. Estas muestras vendrían en la forma de terremotos y pequeñas erupciones, pero no de una gran erupción como las protagonizadas por este supervolcán en el pasado.

“No creemos que la región se esté preparando para otra supererupción volcánica, pero el proceso de enfriamiento puede liberar suficiente gas y líquido como para causar terremotos y pequeñas erupciones,” explicaba en una nota de prensa Zhongwen Zhan, uno de los autores del estudio.

100.000 años en reposo. La última erupción de este volcán se produjo hace unos 100.000 años. Como referencia, suelen considerarse activos los volcanes que han tenido erupciones u otras muestras de actividad a lo largo de la era geológica conocida como holoceno, una era geológica que viene a cubrir los últimos 10.000 años aproximadamente.

Pero este no es el caso de Long Valley. Aun no habiendo entrado en erupción, esta caldera volcánica ha dado muestras de actividad en forma de terremotos. Ejemplo de esto fue un periodod de actividad vivido hacia finales de la década de 1970 y comienzos de la sigiuiente, cuando en un mismo año se produjeron cuatro terremotos de magnitud 6 en el entorno.

Como 10.000 sismógrafos. Los autores del estudio utilizaron se valieron de una técnica denominada detección acústica distribuida (distributed acoustic sensing), para lo cual tendieron 100 kilómetros de cable de fibra óptica a lo largo de la región. Este sistema permitió a los investigadores analizar 2.000 eventos sísmicos que se produjeron durante año y medio de estudio.

Esto permitió a los investigadores tener una idea bastante precisa de que es lo que pasaba a kilómetros bajo la superficie del corredor estudiado. Tras ello procesaron los datos empelando un algoritmo de aprendizaje computacional que facilitó la creación de la “imagen” de lo que estaba pasando bajo tierra.

¿Qué está pasando bajo el suelo? Comprobaron así que existía una separación entre la cámara de magma del volcán, situada a unos 12 kilómetros bajo la superficie y un sistema hidrotermal ubicado en la capa superior de la caldera.

Según los investigadores, el enfriamiento del magma estaría causando que los gases y líquidos atrapados en la cámara tiendan a ascender y a acumularse en la parte superior de ésta. Su acumulación causaría a su vez una “inflación” y un ascenso lento del terreno sobre el volcán, así como terremotos ocasionales.

En su artículo, publicado recientemente en la revista Science Advances, los investigadores señalan que la “intranquilidad” de la Caldera de Long Valley implica que se trata de un sistema “moribundo”, que aún entraña riesgo pero no el peligro de épocas pasadas.

Un volcán de 760.000 años de antigüedad. Y este peligro de antaño no es desdeñable. La Caldera de Long Valley se formó durante el pleistoceno, más concretamente hace unos 760.000 años.

Se estima que el evento a través del cual se formó este supervolcán liberó 650 kilómetros cúbicos de ceniza. Suficiente ceniza como para cubrir la península Ibérica y las comunidades insulares con más de un metro de sedimento. Quizá la inactividad de este volcán sea por tanto una buena noticia.

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