Construir células sintéticas parecía fácil, pero nos ha llevado una década encontrar los siete genes que la permiten crecer y dividirse: por suerte, ya los tenemos

Construir células sintéticas parecía fácil, pero nos ha llevado una década encontrar los siete genes que la permiten crecer y dividirse: por suerte, ya los tenemos
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Cuando hace cinco años, el Instituto Craig Venter de La Jolla creó la célula viva más simple jamás vista estábamos adentrándonos en un terrino realmente alucinante: habíamos sido capaces de crear organismo sintético unicelular de tan solo 473 genes capaz de crecer y reproducirse.

Con problemas, eso sí. Syn3.0 era impresionante, pero algo ortopédica y se comportaba de manera extraña produciendo células de formas, tamaños y potencialidades radicalmente diferentes. Habíamos creado vida, sí; pero no mucho.

El gran LEGO de la vida, (casi) literalmente

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Fue un proceso largo. A principios de 2010, los investigadores del Instituto J. Craig Venter crearon la primera célula con un genoma 100% sintético. Básicamente destruyeron el ADN de un micoplasma y lo sustituyeron por otro que habían diseñado por ordenador (y había sintetizado en un laboratorio). Empezaba así una carrera por conseguir reconstruir la vida ladrillo a ladrillo.

Puede parecer una curiosidad de la biología molecular, pero como dice Elizabeth Strychalski, directora del Grupo de Ingeniería Celular del NIST, es un primer paso para comprender las reglas fundamentales de diseño de la vida. Para ello, se centraron en aprender sobre cuáles eran los componentes mínimos que permitían hablar de un ser vivo, pero rápidamente la realidad les dejó claro que demasiado minimalismo no era siempre la mejor idea.

Eso sí, solo hacen falta 19 genes más (siete de ellos específicamente vinculados a la división celular normal) que la cosa cambie. 19 genes que han costado media década y docenas de cepas distintas. Media década en la que los científicos de todo el mundo se han dedicado muchas horas a domesticar la naturaleza rebelde de la genética celular y han conseguido mejorar el mecanismo de replicación permitiendo que las células se dividan mucho mejor. De esta forma, esta célula tiene menos de 500 genes. La E. coli tiene unos 4.000 y una célula humana, 30.000.

No nos engañemos, "La vida sigue siendo una caja negra", como explicaba Strychalski. Pero con esta célula sintética empezamos a ver con buena resolución lo que sucede en su interior.

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