"¿No hay un avión que vuela y que pueda hacer caer? Llegar y hacer caer ¡blum! y yo, oriento la lava en una dirección. Igual lo que yo digo es un disparate. A mí me da la impresión que desde el punto de vista tecnológico hay que probarlo". La cita literal es de Casimiro Curbelo, el presidente del cabildo de La Gomera y, como era previsible, ha despertado la polémica en prensa y redes sociales.
Y es que, en efecto, la propuesta de Curbelo puede sonar a disparate, pero eso no quiere decir que no se haya probado. En el Mauna Loa hawaiano se ha usado dos veces este sistema de redirección de lava: una en 1935 y otra en 1942. En ambas ocasiones, fue un fracaso. No obstante, la pregunta de si podemos desviar las coladas se lleva discutiendo desde hace cientos de años y parece un buen momento para revisar las respuestas que tenemos.
¿Se puede desviar un volcán?
En Hawai, los intentos por redirigir los flujos de lava se remontan a 1881, pero en otros volcanes como el Etna tenemos experiencias de este tipo desde 1669. En general, estos intentos no funcionaron bien, pero iniciaron una larga serie de investigaciones científicas y tecnológicas para explicar por qué no lo hacía.
Al fin y al cabo, la posibilidad de alterar la trayectoria de la lava surge de observar cómo se comporta ésta en la vida real. Si la montaña de Todoque ha podido desviar la colada, ¿por qué no podríamos hacerlo de forma artificial ya sea construyendo barreras estratégicamente situadas o usando grandes cantidades de agua para enfriar frentes concretos de la colada?
De hecho, esto último se probó con éxito en 1973 en la isla de Heimaey (Islandia). En aquel momento, la erupción del volcán amenazaba con destruir el puerto de Vestmannaeyjar y eso presentaba enormes problemas. El esfuerzo de cinco meses requirió mover seis millones de metros cúbicos de agua, pero mantuvo la integridad del puerto. Eso sí, rápidamente se demostró que no era una solución mágica.
En Islandia funcionó porque la lava era muy viscosa y se movía lentamente dando oportunidad a este tipo de enfoques. El problema es que cada volcán tiene una lava propia e intransferible. Es más, como hemos visto en el caso de La Palma, esa lava va cambiando a lo largo de la erupción.
El ejemplo más reciente quizás sea el del Etna en 1991. Aunque allí se usaron barreras y explosivos no se pudo controlar la colada. El éxito de la intervención se consiguió usando explosivos cerca de la boca del volcán para redirigir desde (casi) el origen el flujo. El problema de esto está en que, como cuenta la leyenda apócrifa de la erupción de 1669, mover la colada así cambia unos afectados por otros.
¿Se puede desviar la colada en el volcán de La Palma?
Esa es la gran pregunta. No si es posible a nivel teórico, sino si es posible en La Palma. Porque efectivamente hay formas de "gestionar" el flujo de lava, sí. Pero son burdas, torpes y solo funcionan en las mejores circunstancias y, por supuesto, sin la precisión quirúrgica que se necesitaría para conducir la colada hasta el mar sin causar daños en un terreno como el palmeño.
¿Tiene sentido la propuesta de Curbelo? Probablemente no. Sobre todo, porque el bombardeo se ha demostrado un método bastante torpe en este terreno. Eso no quiere decir que no tengamos que reflexionar sobre la última tecnología disponible y sobre nuestra capacidad real para implementarla.
Imagen | Tanya Grypachevskaya
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