"No sé si va a ser buena", decía Dakota Johnson en una entrevista a propósito de 'Madame Web'. Se refería a la incertidumbre que genera en los actores la presencia de una pantalla verde para realizar los abundantes efectos digitales de las películas de superhéroes. Pero es inevitable leerlo como un "Madre mía, dónde me he metido". Y es que las tres películas de superhéroes de Sony de este año no tienen muy buena pinta.
Tenemos, para empezar, los precedentes: Sony posee los derechos de Spider-Man y todo su universo, un personaje que pertenece a Marvel pero que Sony explota por su cuenta desde los tiempos de las adaptaciones de Sam Raimi. Desde hace unos años, y gracias al éxito de la trilogía protagonizada por Tom Holland y usando el exitoso modelo de la Marvel de Disney como referente, intenta expandir un universo de villanos y secundarios del Spider-verso.
Pese a los buenos resultados financieros y de crítica de la trilogía troncal de Spider-Man, y sobre todo, a la personalidad propia que demuestran frente al monolítico canon del MCU, Sony no ha tenido tanta suerte con otros intentos. El recorrido comercial de 'Morbius' fue un auténtico disparate: la película no tenía demasiado interés, pinchó en taquilla y, como humillación postrera, Sony interpreto la guasa que se montó en internet a golpe de meme con la posibilidad de que se convirtiera en un fenómeno de culto y la reestrenó, con resultados aún más raquíticos.
El caso de 'Venom' y su secuela es algo más extraño: son películas en cierto sentido rotas, que no terminan de funcionar, y así lo juzgó la crítica (30% en Rotten Tomatoes) pero la desvergonzadísima entrega de Tom Hardy a la hora de encarnar al simbionte le dan un encanto especial. Son diferentes a lo que propone Marvel (aún más que la trilogía de Holland) y el público las premió en taquilla, pese a sus problemas narrativos y visuales. Y luego están las dos excepcionales películas de animación del Spider-verso, pero las dejamos aparte porque funcionan de forma autónoma.
En ese punto llegamos a la actualidad, en un año que quizás no se repita hasta dentro de un tiempo (aunque quizás menos del que creemos: ¿y si el arranque de DC y las películas que quedan de Marvel en 2025 son fracasos de taquilla?). En 2024 Marvel solo estrenará una película del MCU, y es una muy particular: 'Deadpool 3' es una parodia, protagonizada por un héroe que pertenecía a Fox y que, eso sí, tiene una importancia estratégica esencial para Disney, ya que de la mano de Wolverine, los X-Men entran en la cosmogonía del MCU.
El plan de Sony
Esto deja a Sony con tres películas previstas para este año: por una parte, la inevitable tercera entrega de 'Venom', de la que nada se sabe y que no llegará a los cines hasta finales de 2024. Algo más sabemos de las otras dos películas que, al estilo de Morbius, parten de personajes secundarios del universo de Spider-Man: 'Madame Web', en la que también aparecerán otras heroínas de poderes arácnidos, como Araña y dos Spider-Woman; y 'Kraven the Hunter', con uno de los villanos más temibles de la nutrida galería de némesis de Spider-Man.
Y no hay perspectivas demasiado buenas para ambas, que han sido ya fruto de considerable chanza en medios y redes sociales, quizás a causa del precedente de 'Morbius', una película que indepencientemente del despiste de creer que Jared Leto podía sostener por sí solo una película de superhéroes, arrastraba una serie de tics que parecían propios de las producciones superheroicas anteriores al MCU más fallidas: de la estética de videoclip para malotes al siniestrismo impostado y la estética impersonal y rebosante de CGI flojucho.
Pero... ¿y si estas tres nuevas películas son lo que necesita el maltrecho panorama superheroico para levantar cabeza? Si tienen éxito, podrían dejar claro que quizás la política de enhebrar complicadas tramas en inmensos universos multimedia no es siempre la mejor idea. Como dice Jeff Gómez, ejecutivo que trabajó con Sony a la hora de conseguir que su Spider-Man apareciera en el MCU: "Puede que haya ciertas dudas a la hora de subrayar la interconexión entre estas películas. Se ha hablado de ello antes, y no ha funcionado".
Se refiere con ese comentario a la leve mención a la continuidad de las películas de Spider-Man que había a todas las secuencias post-créditos de las películas del spider-verso. En los cómics originales, el simbionte que acaba convirtiéndose en Venom no tenía ningún sentido sin su unión a Spider-Man, y de hecho su apariencia, inspirada en el traje del héroe, lo deja claro. Pero en las películas esa unión no está tan clara y las películas acaban funcionando como aventuras independientes sin tener en cuenta al héroe que lo originó todo en los cómics.
No está claro si eso sucederá en Madame Web, donde aparecen heroínas vinculadas a Spider-Man en los cómics desde sus mismos nombres, pero todo apunta a que no y a que, guiños momentáneos aparte, serán películas más o menos independientes (aunque en los cómics, Madame Web tiene poderes para ver el multiverso y puede servir para darle coherencia a todo este mundo de spider-cosas). Y dejando a un lado sus taquillas o sus calidades, eso es bueno: una opción para que el saturadísimo universo de los superhéroes cinematográficos tome oxígeno podría ser que las películas del género volvieran a ser independientes, cada una con su estética, con su tono y con sus propuestas.
Además, son películas mucho más baratas que las de Marvel: todas rondan en torno a los 100 millones de dólares de presupuesto (la más cara, 'Kraven', ha costado 130), y eso les da un agradecido toque de serie B que hace recordar a películas tan añoradas como 'Blade' o la fabulosa 'Punisher 2: War Zone'. Si tuvieran cierta calidad y respondieran en taquilla, podrían, como mínimo, mostrar una forma distinta de hacer las cosas.
Es cierto que el precedente de 'Morbius' no hace albergar muchas esperanzas (mucho menos cuando la propia Dakota Johnson, protagonista de 'Madame Web', anda haciendo mofa de la calidad de la película en la fase de promoción), pero hay muchos millones en juego. 2024 es un año de paréntesis, y después, posiblemente haya que tomar decisiones. Decisiones esenciales para el fenómeno superheroico.
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