'Mythic Quest' T2: parece una sitcom sobre un estudio de videojuegos, pero esta serie de Apple TV+ va mucho más allá

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Resulta lógico pensar que 'Mythic Quest' es una derivación de esa sitcom que ya se ha convertido en un clásico por derecho propio, 'The Office', pero lo cierto es que sin desmerecer lo más mínimo a ese monumento a la comedia, esta serie de Apple TV+ que acaba de rematar su segunda temporada tiene su propia personalidad. Aunque la ambientación sea comparable, determinados recursos de humor también y algunos personajes estén definitivamente inspirados en la fauna de escritorio de aquella.

Pero 'Mythic Quest' toma la vida en la oficina solo como punto de partida. Es cierto que las ridículas luchas de poder, la explotación laboral y las vidas vacías más allá de las cuatro paredes del cubículo reciben su correspondiente (y a veces bastante amarga) sátira. Pero, sobre todo en lo narrativo, 'Mythic Quest' va más allá del retrato del día a día del desarrollo de un juego. De hecho, esta segunda temporada confirma lo que ya había dejado caer con anterioridad.

Teníamos pistas de que 'Mythic Quest' era una bestia un pelín indómita ya en su primera temporada, con aquella exhibición de creatividad y ruptura de las reglas no escritas de las series de comedia que fue 'Muerte silenciosa y oscura', su quinto episodio: una especie de historia de orígenes que no desvelaba su secreto hasta el final y que funcionaba de forma independiente al resto de la serie. No muy necesario para disfrutar de los demás episodios de la temporada, pero que sin duda cambiaba la actitud del espectador: a partir de ahí podía suceder cualquier cosa.

Sin embargo, la serie también era consciente de que estaba construyendo su lore con algo más que castillos de fuegos artificiales: volvió a retratar la vida en las oficinas de 'Mythic Quest', pero los espectadores ya no éramos los mismos. A partir de 'Muerte silenciosa y oscura' fuimos más conscientes de lo bien perfilados que estaban los personajes, lo sinceros que eran los momentos dramáticos y el poso de bilis que dejaba cada chiste. Lo que nos dejó en el estado de ánimo perfecto para una segunda temporada que redondea el experimento.

Dos expansiones y bastantes libros de ciencia-ficción

La segunda temporada de 'Mythic Quest' cuenta, en su superficie, cómo Poppy y Ian (Charlotte Nicdao y Rob McElhenney, estupendos como siempre) comparten las labores creativas para una expansión de 'Banquete de cuervos'. Pero eso no es todo: las dos testers inician una relación y, en un episodio que recuerda a la dinámica de 'Muerte silenciosa y oscura', conoceremos el enigmático pasado de uno de los mejores personajes de la serie, uno que crece episodio a episodio.

Pero 'Mythic Quest' va más allá, y consciente del poder icónico de este episodio aislado, es sucedido por otro que trae lo que cuenta allí al presente, dotándolo de mucha más entidad dramática. El resultado son dos piezas absolutamente magníficas, ambientadas fuera de la oficina, y que lanzan al espectador, con sencillez y honestidad, una serie de valiosas ideas sobre la creatividad pura y la industria que se genera en torno a ella. Todo con escenarios que harán la delicia de los aficionados, como la redacción de 'Amazing Stories', y personajes gloriosos como Isaac Asimov.

Y no solo eso: remontándose quizás a los dos episodios especiales que precedieron a la segunda temporada, uno de ellos rodado durante el confinamiento y en formato videoconferencia, este año incluye también un excelente episodio en un solo escenario. Con uno de los argumentos más divertidos de la temporada, además: un test de personalidad de los empleados cuyos resultados no todos están dispuestos a firmar.

En general, 'Mythic Quest' se aleja del proceso de desarrollo del videojuego, sobre todo porque es un tema que ya explotó excelentemente en la primera temporada, con todo el tema de la pala o el magnífico episodio de los nazis. Aquí importa más ahondar en los personajes (espléndidos también Jo -Jessie Ennis, en un soberbio giro a lo grotesco- o su nuevo jefe Brad -Danny Pudi-) y reflexionar sobre la creatividad. Sin por ello dejar de ahondar en este soberbio y detestable elenco de egomaniacos digitales.

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