'Locke & Key': una historia de casas encantadas para todos los públicos, facturada con gusto pero sin la extravagancia del cómic original

'Locke & Key': una historia de casas encantadas para todos los públicos, facturada con gusto pero sin la extravagancia del cómic original
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La empresa de adaptar el cómic de Joe Hill y Gabriel Rodriguez 'Locke & Key' no era una empresa fácil, pero está claro por qué es un caramelo (algo envenenado) que ha ido cambiando de manos durante las décadas. Fue un proyecto de Fox, luego una idea para tres películas y, finalmente, una serie de Netflix que encaja dentro de uno de los múltiples compartimentos genéricos en los que la plataforma va echando producciones, a veces un poco a lo loco. En este caso, una historia familiar sobre casas encantadas, sin estridencias, con algo de sensibilidad young adult e intentando respetar las estrafalarias ideas del cómic original.

El argumento es similar al de tantas otras historias de casas encantadas: una familia de tres hermanos y su madre, que han pasado por una experiencia traumática (la muerte violenta del padre, de la que todos fueron testigos) se instalan en una casa familiar misteriosa en el aislado pueblo de Lovecraft. Pronto descubren que dentro de ella hay escondidas llaves que otorgan poderes a quienes las usan, y abren puertas a habilidades y conocimientos peligrosos y muy deseados.

Sin embargo, y pese a que posiblemente Netflix cruza los dedos para atraer a un público afín, 'Locke & Key' está muy lejos de ser otra 'La maldición de Hill House'. Aunque muy discutible como adaptación del magnífico original de Shirley Jackson, aquella epopeya de laberintos narrativos, psicodrama espectral y recursos robados a los clásicos tenía una intensidad y una elegancia visual de la que 'Locke & Key' carece. Pese a que Andy Muschietti ('It') figura como productor, el largo tiempo en la incubadora parece haber limado todas las aristas del cómic original.

Así, aquí tenemos a una familia en la que los personajes están cortados por patrones muy convencionales, y con una puesta en escena que no tiene unas ambiciones visuales tan elevadas como 'Hill House'. La fantasmagórica casa donde se aloja la familia no es explotada a fondo, y determinadas convenciones del cine de género, como los sótanos con sorpresa, las habitaciones cerradas o los alrededores brumosos son aquí ignorados o tratados de forma muy tibia.

Es decir: está claro que 'Locke & Key' no quiere ser una historia de terror, sino más bien una aventura de misterio y fantasía para todos los públicos. Por eso, y aunque argumentalmente tiene una buena cantidad de oportunidades para acudir a lo macabro y oscuro, esquiva la violencia y el morbo con muertes en off, con personajes reaccionando a horrores infernales con aplomo y valentía poco creíbles (a veces justificada por el guión, de acuerdo, pero solo a medias), lo que le quita hierro y tensión a la historia.

'Locke & Key' no quiere ser una historia de terror, sino más bien una aventura de misterio y fantasía

Posiblemente es la pasmosa naturalidad con la que los personajes reaccionan a hechos espeluznantes como que hay llaves mágicas que otorgan poderes, que existen demonios que les persiguen por ello y, posiblemente, secretos en el pasado que se ciernen sobre el presente, lo que extirma drama y conflicto a la historia. La frialdad de las interpretaciones de los tres chavales (Emilia Jones, Connor Jessup y Jackson Robert Scott) hace que la aventura en pos de las llaves no tenga nada de macabro y sí más de despreocupada aventura familiar.

Lo que no es malo por sí mismo, claro: no todas las historias de casas encantadas tienen que puntuarse con cadáveres descuartizados. Pero 'Locke & Key' evita con demasiado ahínco las estridencias y los detalles más sugerentes de su punto de partida. Por ejemplo, las llaves, como tantos objetos mágicos / encantados / malditos de las historias de miedo, son puertas no hacia el exterior, sino al interior. Vaya, no se puede ser más explícito: hay una llave que literalmente abre un habitáculo que da al interior de las cabezas de los chicos. Otras que permiten observar recuerdos ajenos. Y otras que cumplen deseos de tintes casi freudianos: volar, transformarse en otros, teletransportarse, desdoblarse...

'Locke & Key' pule todo estos significantes para limar cualquier aspecto espinoso de tan sugerentes capacidades de las llaves. Es casi una versión Disney de una historia de miedo: que no posea la a veces grotesca violencia del cómic original es lo de menos. Es más molesto que esquive tan meticulosamente los claroscuros que habría dado pie a personajes genuinamente tridimensionales.

Locke Key2

Por supuesto, no todo es negativo en 'Locke & Key'. E holgado presupuesto con el que se mueve la serie permite exhibir escenarios gloriosos (la propia ciudad de Lovecraft y los exteriores de la casa son una maravilla, de nuevo, poco aprovechada) y hay ingeniosas soluciones escénicas, como la masa sobredimensionada por el pánico bajo la que recuerdan que se ocultan dos de los hermanos durante el asesinato de su padre.

También hay guiños y referencias al cine de terror, aunque a diferencia de lo visto en series muy superiores como 'Las escalofriantes aventuras de Sabrina', se siente como un peaje obligado para contentar a los fans. Las secuencias del rodaje de la epopeya cutre de monstruos a lo 'Super 8' o el cameo de Tom Savini son simpáticos, pero no se sabe muy bien de dónde vienen en una serie que se esfuerza tanto en ser para todos los públicos.

Una adaptación que esquiva lo más turbio del cómic

El cómic original de 'Locke & Key' no ha envejecido demasiado bien, debido a un guión de Joe Hill que cae en estridencias mejor hiladas en obras suyas muy superiores, como la novela 'El traje del muerto'. El dibujo de Gabriel Rodriguez también pertenece a una época ya pasada, con influencias del manga regurgitadas a trompicones y una concepción del terror algo vacía y excessivamente colorista. Sin embargo, 'Locke & Key' funciona por cómo una idea de videojuego familiar (encuentra llaves, abre sitios) explora sin miedo sus posibilidades más morbosas.

Así, por ejemplo, la llave que abre cabezas para que podamos asomarnos al interior literalmente las abre, y deja a sus usuarios como un cuenco rebosante de disparates en el que fisgar. En la serie las llaves pierden este aliento esotérico al convertirse en, literalmente, llaves que abren puertas que antes no daban a ningún sitio o que salen de la nada, más al estilo 'Narnia' que con la trotona reverencia al disparate y lo oculto de los comics.

Locke Key3

El lector que se maravillara con la disparatada doble página en la que la cabeza de Bode era un cúmulo de referencias chifladas e irregulares, como corresponde a la cabeza de un niño, se verá inevitablemente decepcionado por la traducción a imágenes de Netflix, que prefiere proponer algo más cercano al plató de un programa infantil de televisión. El trazo de Rodríguez podrá haberse quedado algo anclado en el cómic indie norteamericano de hace unos años, pero tenía algo de caricaturesco y agresivo, y eso se pierde.

Por supuesto, desaparecen los experimentos gráficos que hacían que según quien usara la llave, los dibujos se convirtieran en trasuntos de 'Calvin y Hobbes' o 'Little Nemo'. Por supuesto, no aparece por ninguna parte la idea de traducir eso a imágenes, con texturas diversas como celuloide o Super 8 y que proponía nuestro compañero Adrián Álvarez en su revisión del cómic: la imaginería de la serie es más mediana y sin sello propio.

De nuevo, hay puntuales ideas muy estimables en la adaptación: la tendencia del cómic a perderse con secundarios que no iban a ninguna parte desaparece aquí, y se hace una efectiva labor de compresión de tramas. Se adaptan en esta primera temporada un par de arcos del cómic casi completos con relativa soltura y se mejoran sin complejos personajes como el de la madre, aunque a veces las llaves aparezcan de forma más arbitraria que en los comics, como si los personajes se las encontraran sin esfuerzo aparente.

Los aficionados a las historias de terror sin salidas de tono tienen en 'Locke & Key' una serie competente, aunque hasta recientes producciones de la misma naturaleza como 'La casa del reloj en la pared' era más afortunada en su mezcla de texturas para todos los públicos y para fans del género. El ritmo acelerado de la acción no hace mucho por el desarrollo de los personajes, pero al menos convierte 'Locke & Key' en un carrusel de fantasía para pasar el rato. Una pena que se hayan desaprovechado tantas posibilidades ssugestivas.

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