'Ejército de los muertos', crítica sin spoilers: Zack Snyder recupera la desvergüenza de sus inicios en su epopeya zombi para Netflix

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Zack Snyder hace en 'Ejército de los muertos' algo que pone en práctica a menudo, pero que solo le sale bien a veces: pisar a fondo el acelerador. Estirar la credibilidad, el disparate sensorial, la ostentación en la puesta en escena, con resultados que van -a lo largo de toda su filmografía-, literalmente, de lo sublime a lo ridículo. Por suerte para aquellos a quienes la idea de una "Zack Snyder's Justice League con zombies" les daba ganas de meterse bajo una manta y no salir en un mes, en 'Ejército de los muertos' la táctica cae del lado del éxito.

Posiblemente, porque 17 años después de 'Amanecer de los muertos', su debut sigue siendo la mejor película de su carrera. Aún no contaminado por la egomanía inherente a querer enmendarle la plana a Alan Moore o a la necesidad de inyectar una impostura dramática que no siempre funciona en los héroes DC, 'Amanecer de los muertos' nos presentaba a un Snyder fresco, pero aún atado en corto, capaz de dotar de una furia vibrante a su película, pero sin que los excesos la convirtieran en una caricatura.

Es cierto que buena parte de las virtudes de 'Amanecer de los muertos' (la concisión argumental, la reformulación de la idea de los muertos / infectados que corren tras '28 días después', la actualización de las ideas críticas de George A. Romero en la 'Dawn of the Dead' original) procedían del visceral guión de James Gunn. Curiosamente, las carreras de Gunn y Snyder tendrían con el paso de los años algunos puntos de coincidencia, pero la trayectoria de Gunn es mucho más interesante. Está claro de quién es la auténtica mano autoral tras la brutalidad de 'Amanecer de los muertos', pero también es obvio que Snyder puso su granito de arena en el éxito.

Algo de ese granito vuelve en 'Ejército de los muertos', esta vez con un guión coescrito junto a Shay Hatten y Joby Harold, vinculados a las últimas entregas de la franquicia 'John Wick'. Vuelve la apropiada idea de reducirlo todo a un escenario, vuelven los personajes variopintos y con conflictos y relaciones entre sí (algo inherente al género zombi), y vuelve el gore salvaje. El resultado es una película decididamente inferior a 'Amanecer...', pero que se cuenta entre lo mejor de la filmografía de Snyder.

Un conflicto desigual

Sin duda, lo más atractivo de esta película producida por Netflix es que de la fusión de dos géneros (la película de atracos en Las Vegas y la aventura militar de zombis) brotan de forma orgánica una serie de ideas que funcionan muy bien. Como el concepto de una Las Vegas cercada por enormes contenedores (ya la ciudad es un microcosmos dentro de Estados Unidos sin necesidad de muertos vivientes), o determinadas extravagancias como el tigre albino zombi o la "reina" de los muertos, en realidad, posiblemente, una sencilla vedette de un casino.

Hay un subtexto muy interesante, también posiblemente involuntario, en la idea de Las Vegas como una ciudad de muertos en vida, un lugar artificial donde caben réplicas de la Estatua de la Libertad o falsas reinas con vestidos de pedrería. Se puede comparar con el muchísimo más ácido y crítico mensaje en 'Amanecer...' y cómo Gunn jugaba con el escenario del mall. Pero eso no es lo que le interesa a Snyder, más centrado en la parte dramática y de acción. En ese sentido cumple (siempre que tenga uno el día para la imprescindible sobredosis de melodrama de cartón piedra), y en aspectos como la violencia explícita da más de lo esperable, con buenos efectos CGI con sabor a maquillaje tradicional.

Habrá quien destaque la idea la de que haya distintos tipos de zombi (no entraremos en más detalles para no espoilear, aunque el impacto de esta novedad sobre la trama es prácticamente nulo), pero no es del todo nueva. En la propia 'Tierra de los muertos' de Romero, estrenada solo un año después de 'Amanecer...' ya había distintos estratos dentro de los muertos, y en la merecidamente mítica 'El día de los muertos', de la trilogía zombi original, también se coqueteaba con ello.

Con todo, son pequeños apuntes que dan salero a una propuesta, en cualquier caso, excesivamente larga (dos horas y media es demasiado para una película en la que no pasa prácticamente nada), pero divertida y muy bien rodada. Puntuada con imágenes icónicas y lo suficientemente salvaje y frenética como para merecer dedicarle una velada de muertos y palomitas, 'Ejército de los muertos' no es revolucionaria pero sí un entretenimiento muy potente y, sin duda, un jackpot para Netflix en términos de éxito y prestigio comercial.

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