El cóctel imposible de 'Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones': una mezcla de Tolkien y 'La princesa prometida'

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Es fácil, muy fácil llegar a este nuevo intento de revitalizar la franquicia de 'Dungeons & Dragons' en el cine completamente de morros y esperándose lo peor. Al fin y al cabo, los precedentes en el audiovisual no son muy halagüeños: la película del año 2000 era terrible (y fue continuada por un par de telefilms aún peores), y aunque la serie de animación de los ochenta era entrañable y sirvió como estupenda puerta de entrada a la marca de la chavalería, como adaptación de la rica mitología de la franquicia no era gran cosa.

Y aunque por el camino hemos visto un puñado de videojuegos (algunos extraordinarios), varias sagas de libros de éxito y, sobre todo, millones de partidas al juego de papel y dados que dan buena fe de su versatilidad y profundidad, y lo bien que envejece su sistema de reglas, las películas eran una espinita para 'Dungeons & Dragons' que no terminaba de sanar. Pero Wizards of the Coast sabían que había algo ahí que explotar: la tentación de dar forma a un universo que se podía expandir en múltiples direcciones, al estilo Marvel, era muy fuerte.

Y el método que han escogido para llegar a ello es el de poner en pie un universo reconocible, pero siendo muy conscientes de que estamos en poco menos que una partida de rol no-interactiva. Es decir, desenfadada, sin excesiva violencia ni momentos oscuros, con sorpresas cada pocos minutos y con la diversión sin complejos como principal objetivo. El resultado es una película altamente autoconsciente y que no gustará a los devotos de tomarse muy en serio sus mundos de fantasía. Para el resto, 'Honor entre ladrones' no solo cumple: es que funciona como un cañón.

El punto de partida es puro 'Dungeons & Dragons' de toda la vida: un ladrón de considerable carisma (Chris Pine) y una guerrera implacable (Michelle Rodríguez) andan, junto a un grupo de ladrones como ellos, en pos de una reliquia mágica. Sin embargo, la misión se tuerce y los dos cabecillas son apresados. Años después, cuando salen de la cárcel, tendrán que reunir a la antigua partida de ladrones, a quienes se unirán algunos nuevos aventureros, para recuperar la reliquia.

El encanto del batiburrillo

'Honor entre ladrones' juega a meter en un saco (y agitar fuerte hasta que los elementos originales sean irreconocibles) todos los referentes que puede, en busca de una personalidad propia en la propia mezcla. Y lo consigue, porque en la película hay referencias, apare de al propio lore de 'D&D' (los aficionados con callo gozarán con la miriada de guiños, menciones y monstruos reconocibles en la trama) a todo tipo de películas de fantasía y derivados. El mejor de estos guiños, por cierto, que no desvelaremos pero que es importante y hará aullar de alegría a cualquier cuarentón, no por esperable es menos gozoso.

Por supuesto, hay elementos de 'El Señor de los Anillos', pero 'Honor entre ladrones' va mucho más allá: tenemos el estilo de los superhéroes marginados a lo X-Men, pero en clave de fantasía medieval, tenemos un coliseo que le guiña el ojo a 'Gladiator'... y sobre todo, tenemos el saludable cachondeo de un clásico al que esta película sin duda aspira a parecerse: 'La princesa prometida', de la que hereda una característica en realidad muy compleja. Ser una película de aventuras tradicional, y a la vez un comentario sobre el género.

Para ello, la película está aderezada con abundantes capas de anacronismos (a los fans de lloriquear porque aparecen tecnologías, comportamientos y escenarios impensables en un entorno medieval serio, aunque sea fantástico, les va a dar un parraque). El principal de ellos es la interpretación de un carismático Chris Pane como el ladrón protagonista, con un encanto muy al estilo de las películas de aventuras de los ochenta, pero consciente de que así es como interpretaría a un héroe... un jugador de rol. Sin preocuparse por matices como la verosimilitud o el rigor histórico.

Todo sucede en 'Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones' a la velocidad del rayo, sin detenerse a mirar el paisaje ni a elaborar intrigas complejas: los combates y las persecuciones, los cambios de escenario (algunos ciertamente logrados), las idas y venidas de los personajes, todo es anfetamínico. Por una vez el drama no interrumpe la acción, porque aquí hemos venido a divertirnos, y el trasfondo trágico de los héroes solo sirve para dar un motor de comportamiento a los personajes. 'Honor entre ladrones0 es desvergonzada, sin prejuicios, trotona y tronchante, y merece estar en el podium como una de las mejores aventuras de fantasía para todos los públicos de los últimos años. Y sin darse ínfulas. Todo un hallazgo.

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