Los viejos roqueros de Internet fueron utópicos y revolucionarios, ahora luchan contra la Red actual

Los viejos roqueros de Internet fueron utópicos y revolucionarios, ahora luchan contra la Red actual
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Poco antes de morir de tuberculosis a un mes justo de cumplir los 41 años, Franz Kafka pidió a su amigo y albacea Max Brod que destruyera todos sus manuscritos. Aunque es probable que cueste más de lo que puedan ahorrar la mayoría de familias españolas durante varias décadas y ha colgado de las paredes del Met de Nueva York, Picasso reniega de su cuadro La douleur, un lienzo que denuesta como una “broma entre amigos”. Tampoco está muy contento Slash con la versión de Sympathy for the Devil que grabó en 1994 con Guns N´Roses. “Si alguna vez os habéis preguntado cómo suena un grupo a punto de romperse, escuchad esa canción”, llegó a ironizar.

Si bien no llega al extremo de renegar de su “criatura”, el científico de la computación Timothy Johns Berners-Lee puede sumarse al listado de genios que —si pudieran dar marcha atrás en el tiempo— cambiarían su obra. Y eso como mínimo. El británico es el “padre” de la World Wide Web, uno de los grandes inventos del siglo XX y germen de una revolución inimaginable hace décadas. A finales de la década de los 80, en 1989, el hoy conocido como "sir Tim" estableció la primera comunicación HTTP.

Con su propuesta de conectar ordenadores del mundo Berners-Lee no solo plantó la semilla de la actual WWW. Impulsó además una época marcada por las esperanzas depositadas en la Red, una etapa bullente, de un indisimulado optimismo y durante la que se transpiraba lo que el propio británico ha calificado de “espíritu increíble”. Aunque Berners-Lee es aún un optimista irredento, reconoce que si pudiera cambiaría mucho de lo que ha ocurrido desde 1989. Durante los actos que conmemoraron el 30 aniversario de la Red, el científico de la computación se prodigó en conferencias, charlas y entrevistas en las que no ahorró críticas hacia la deriva que ha tomado la Red a lo largo de las últimas tres décadas.

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“No hay un solo incidente que resuma lo que ha pasado. Hay muchas cosas que han ido mal: las filtraciones de datos en algunas compañías, los aspectos relacionados con la democracia, las cuestiones de privacidad, lo relativo a las minorías… El escándalo de Cambridge Analytica hizo ver a muchos que los mecanismos detrás de las compañías que operan en la web son más complejos de lo que parecen. Con las elecciones de Trump y del Brexit, muchos ciudadanos que pensaban que la Web era una fuerza de la democracia se lo cuestionaron”, reflexionaba durante una entrevista concedida al diario El País el pasado agosto, y concluía: “La Web ha perdido el rumbo”.

Tras una primera etapa durante la que la evolución de la Red “fue bastante beneficiosa”, en palabras de Berners-Lee, su deriva quedó marcada por “diferentes fenómenos” que deturparon la filosofía con la que había nacido en el CERN. El principal, o así lo cree el británico, es la publicidad online.

“Hay quien dice que desde el momento en que la publicidad apareció en Internet esta empezó a viajar en la dirección equivocada”, comenta el experto: “Al principio los anuncios eran molestos porque intentaban venderte cosas que no querías o persuadirte de votar a otro partido. Ahora el clickbait es extremadamente molesto. Todo esto tiene que ver con la dinámica de la publicidad online, que permite que las compañías usen nuestra información personal para ganar dinero”.

Berners-Lee señala en concreto a la propaganda política. Su efecto pernicioso es tan claro para el británico que aboga por vetar los anuncios electorales online o desactivarlos en Facebook. “Hay muchas cosas que están mal en cómo los partidos utilizan la publicidad en esta red social. Recurren a la microsegmentación: catalogan a los usuarios que forman parte de su audiencia para conocerlos mejor y personalizan los mensajes que les llegan. Esto les permite llegar a las audiencias que más les interesan y decirles lo que quieren escuchar”, comenta al rotativo de Prisa.

Además de la publicidad electoral, Berners-Lee señala otros aspectos clave, como las enormes cuotas de poder alcanzadas por gigantes de la Red —Google o Facebook, por ejemplo—, el “aumento de oportunidades” que la Web ha brindado a ciberdelincuentes y propagadores de bulos o la proliferación de discursos polarizantes en las redes. Además de señalar los problemas en conferencias y entrevistas, el británico trabaja a través de la Web Foundation para alcanzar un “Contrato por la Web” que garantice, entre otras cuestiones, la libertad de acceso.

“La Web se dirigía a sitios buenos, pero se ha salido del camino. Necesita cambiar su dirección. Para eso hace falta mucha energía, que muchos agentes trabajen dentro de la sociedad, en la regulación de la tecnología y en la comprensión de las redes sociales”, zanja el padre de la Red.

Otros "viejos roqueros" en EEUU

Berners-Lee no es el único “viejo roquero” de la Red que revisaría una, dos… o varias cosas del rumbo que ha adoptado Internet a lo largo de las últimas décadas. El pionero de la realidad virtual, Jaron Lanier, considera también que “todo el sistema tiene que cambiar” para evitar que unas pocas compañías concentren el poder. “Quienes tienen las computadoras más potentes en la Red pueden almacenar la información y con ella hacer predicciones y correlaciones para descubrir cosas sobre los demás y así capitalizar los datos. No son un jugador más. Están en el centro del sistema, por lo que tienden a concentrar riqueza y poder; tienden a manipular a todos los demás”, comentaba hace un año el inventor estadounidense a Telos, de Fundación Telefónica.

“Internet, tal y como hoy lo conocemos, se basa en la manipulación”, incide en Público. Lanier defiende que si hay compañías tecnológicas que se benefician de los datos de los usuarios deban, de algún modo, retribuirlos por su uso. “Si van a tomarlos, que paguen”, recalca. No es el único "pero" que pone al rumbo de la Red. Otra crítica se centra en su impacto sobre el poder.

Lanier

“En un origen la idea era que la influencia política y el poder se iban a distribuir mucho más con Internet; y lo que está sucediendo es lo contrario. La Red, tal y como la conocemos hoy, se basa en la manipulación y la modificación de las conductas sobre la base de las emociones. La consecuencia es que se ha impuesto la negatividad en lugar de la positividad porque las corrientes emocionales negativas son más fáciles de crear y se extienden con mayor rapidez. Todo el sistema tiende a ser más eficiente para generar emociones negativas que positivas”, abunda.

En opinión de Lanier, el sistema actual, en el que compañías como Facebook o Google actúan de intermediarias entre usuarios que desean conectarse, favorece una “manipulación” interesada. “Esta estructura tiene que cambiarse desde su núcleo. No podemos tomar medidas de forma gradual, debe ser transformado. Debemos actuar desde la regulación y desde las propias compañías de Internet, mejorando sus prácticas y auto-regulándose. Todo el sistema tiene que cambiar”, zanja.

Coterráneo y compañero de generación de Lanier es Richard Stallman, impulsor del movimiento del software libre. El programador neoyorquino pone el acento en dos puntos: el software “privativo” —el que "priva de libertad a sus usuarios", aclara— y el control favorecido por las nuevas tecnologías. “Estamos al borde de la represión digital total, que viene principalmente de tres fuentes: el software no libre, que pone al desarrollador en una posición de poder sobre los usuarios; la vigilancia de conexiones y actividad en Internet de personas; y otros sistemas de vigilancia masiva, incluyendo cámaras en la calle que reconocen las matrículas y caras”, comenta.

Berners-Lee, el padre de la Web, critica el impacto de la publicidad en la Red, en especial la de contenido electoral: "Ahora el clickbait es tremendamente molesto"

A modo de ejemplo, señala el uso de la Red que se hace en el gigante asiático. “Internet en China es una herramienta abierta de vigilancia masiva al servicio de una tiranía total. Internet en los EEUU es también una herramienta de vigilancia masiva. Si queremos alguna diferencia significativa entre EEUU y China, debemos eliminar la vigilancia. No solo regularla, sino eliminarla”, incidía hace un año en Marketing 4 ecommerce durante una visita a Bilbao para el Librecon2018.

“Internet es una herramienta muy poderosa. Si tienes una idea nueva resulta tremendamente fácil lanzarla a una audiencia mundial. Por el contrario, la vigilancia que ejercen los gobiernos supone un gran reto. La pregunta es… ¿Cómo podemos crear un Internet accesible y abierto a todo el mundo, pero sin que la vigilancia sea su modelo de negocio? El modelo actual se basa en el rastreo de todo lo que uno hace online. Las preguntas sobre quién controla esos datos y cómo aumentar nuestra privacidad suponen un gran problema”, reconocía en 2014 Ethan Zuckerman, director del Center for Civic Media del MIT en una entrevista recogida por BBVAopenmind.com.

Stallman

El ciberactivista señala en concreto la colisión que en ocasiones se da entre la publicidad y el manejo de datos. “Estas prácticas desafían claramente la privacidad de los usuarios y claman otro modelo”, incide Zuckerman, convencido de que la publicidad es “el pecado original de Internet”. Así tituló, de hecho, un artículo publicado en 2014 en The Atlantic en el que se disculpa por haber escrito en la década de 1990 el código para el primer anuncio “pop-up”, las molestas ventanas emergentes, una estrategia publicitaria tremendamente invasiva que ha triunfado en todo tipo de páginas.

“La publicidad era nuestro medio de financiación y trabajamos en el análisis de las páginas personales de los usuarios con el fin de orientar mejor los anuncios para ellos. En el camino, terminamos creando una de las herramientas más odiadas de las estrategias publicitarias: el anuncio pop-up”, rememora Zuckerman en su breve ensayo: “Es obvio que lo que hicimos fue un fiasco, así que déjenme recordarles que lo que quisimos hacer era noble y valiente”.

El discurso crítico hacia uno u otro aspecto de Internet no es una excepción entre los “popes” de Internet. Hace solo unos meses el creador de Linux y a menudo polemista incendiario Linus Torvalds cargaba con dureza contra las redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram, a las que —en una entrevista concedida a Linux Journal— tachaba de “enfermedad”. “Parece que promueven el mal comportamiento”, incidió Torvalds, molesto con lo que considera una interpretación errónea del anonimato. “Algunos confunden privacidad y anonimato y piensan que van de la mano, que proteger la privacidad significa que necesitas proteger el anonimato. Está mal. El anonimato es importante si eres un soplón, si no puedes probar tu identidad”, anotó.

Voces críticas en España

No todas las críticas vienen sin embargo del otro lado del charco o el canal de la Mancha. En España algunos de los actores que han seguido más de cerca la marcha de Internet en las últimas tres décadas comparten también una visión que dista de ser complaciente. El catedrático de Ingeniería Telemática de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), Juan Quemada, es uno de los “viejos roqueros” de la Red en el país. Junto a otros compañeros, en 1985 puso en marcha el primer nodo del servicio EUNET en España. En muchos aspectos reconoce estar de acuerdo con el discurso de Berners-Lee, aunque insiste en que la realidad presenta más matices.

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“Comparto lo fundamental, aunque creo que la visión de Berners-Lee resulta un poco simplista. La realidad es mucho más compleja. Creo que la gente minusvalora un poco lo que es Internet. Hablamos de una revolución tecnológica que ha puesto patas arriba la sociedad y la economía; pero también de una revolución en la gestión del conocimiento. De este tipo ha habido muy pocas y nos cambian profundamente”, recalca el profesor de la UPM. “Internet ha tenido cosas positivas y negativas. Se ha desviado del rumbo que le dieron quienes lo crearon. Creo que es porque Internet y la Web se crearon con un espíritu un poco naif; lo hicieron investigadores, en su mundo y para satisfacer sus necesidades. Y los investigadores tienen unas reglas éticas”, comenta.

“Internet se creó con un código de conducta que todo el que se conectaba tenía que asumir y la Web de forma implícita se creó intentando que tuviera un código de conducta y buen uso. Esto más o menos funcionaba mientras estaba en el mundo investigador, como las universidades, centros de investigación… Cuando se metió la sociedad en su conjunto, tanto en Internet como en la Web, esto se descontroló totalmente; pero es lo normal”, reflexiona Quemada: “Yo creo que sí, se ha desviado con respecto a lo que se intentó en ese sentido y ahí coincido totalmente con Berners-Lee. Habría que tratar de encauzarlo otra vez. Lo que hay que conseguir, y es algo que está buscando ahora todo el mundo, es una buena gobernanza de Internet, que sea mucho más estricta y esté al servicio de las personas y la sociedad para evitar que la utilicen los poderes en la sombra”.

Los críticos censuran las grandes cuotas de poder acumuladas por algunos agentes de la Red, como Facebook o Google, la falta de transparencia o la necesidad de un código de buenas prácticas a nivel global

Quemada reconoce sin embargo la gran “dificultad” de alcanzar ese ambicioso objetivo. “Hay que hacerlo con los mecanismos con los que se controla la sociedad, como las leyes, lo que ocurre es que en el caso de Internet, como se trata de una estructura global, resulta mucho más difícil porque las leyes las hacen los países, no para todo el mundo”. “Hay que intentarlo a toda costa, sino Internet se puede convertir en un instrumento muy peligroso, donde impere la ley de la selva, como en algunos puntos de la Red”, abunda el investigador, quien recuerda que “no se puede hablar de una sola Internet”, sino de multitud modelos, como el de EEUU, Europa o Asia.

Josep María Blasco es psicoanalista e informático. En los años 80 estuvo involucrado en la entonces novedosa red EARN y a finales de esa misma década colaboró con Berthold Pasch en el Centro Científico de IBM Heildeberg para planificar la migración de la red EARN a protocolos OSI. De aquel escenario “pre WWW” al actual, admite el experto, han cambiado muchas cosas.

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“Comencé mi vinculación con las redes antes de la Internet, en 1985 aproximadamente. En ese momento, una de las redes más importantes de España era EARN, la European Academic and Research Network. La red usaba protocolos propietarios de IBM, NJE, y permitía el envío de mensajes instantáneos, correo y ficheros. Era la contrapartida, financiada parcialmente por IBM, de la red americana BITNET, con la que se compartía, de facto, un único espacio de nombres, de modo que, en realidad, sino a nivel burocrático, se trataba de una sola red”, recuerda el informático y psicoanalista: “Ese fue un momento de élite, la red era una meritocracia, el que atendía las necesidades de los demás era bien considerado. Y los demás querían aprender”.

“Esa élite ya experimentaba tensiones. Cuando se daba un conflicto de intereses, se producían enfrentamientos para los que nadie estaba preparado”, rememora Blasco antes de apuntar además que la red concitaba a una amalgama de usuarios de diferentes países, culturas, mentalidades, ambiciones, intereses e incluso idiomas. “Eso funcionaba antes porque la comunicación estaba limitada a científicos y a temas científicos. Hizo creer que eso mismo sería bueno para toda la humanidad, y lo que se ha generado es un inmenso grupo terapéutico sin terapeuta. Sé de lo que hablo: desde 1996 me dedico profesionalmente al psicoanálisis”, reflexiona.

Blasco cuestiona también ciertos aspectos de Internet, como el papel de las redes sociales o ciertas políticas de control de contenidos que —como ocurrió hace solo unos días, en Instagram— llegan a extremos tan ridículos como el de censurar la foto de un cocido por mostrar lo que consideraba “violencia gráfica”. “La ‘comunidad’ está dominada por los más conservadores y más pacatos, y encima con los criterios americanos de lo que es aceptable o no: si los pezones son inaceptables, pues no se pueden ver en todo el planeta, y ya está. Es un sistema en el que, por definición, tiene que subir a la superficie siempre lo más estúpido, lo más limitado, lo más enfermo”.

Sobre las redes sociales, como Facebook, Twitter o Instagram, el informático y psicoanalista advierte tanto de los riesgos del contenido como del continente y las implicaciones que tiene moverse por él ajenos a sus características. ”Cuando estamos ‘en’ Facebook, perdemos nuestros derechos, que son reemplazados por Términos de Servicio ilegibles; estamos en manos de los sectores más conservadores y reaccionarios de nuestra sociedad (y muchas veces ni siquiera de la nuestra), y somos continuamente infantilizados y humillados por Imbecilidades Artificiales”.

“Las ‘redes sociales’ son, en realidad, redes tremendamente asociales. Nos muestran lo peor de nosotros mismos y, lo que es peor, substituyen a la realidad misma (estamos "en" Twitter), conformándola de maneras que son un peligro para nuestras incipientes democracias. Con Internet pasa lo mismo. Es una inmensa guardería llena de niños maleducados que dicen lo primero que se les ocurre, o, como es el caso de los trolls, lo que les pagan para que digan”, advierte Blasco: “¿Cómo se soluciona eso? Yo tampoco lo sé. Pero sí sé que tendríamos que haber frenado mucho, mucho antes. No se puede substituir a Dios Padre por el Libre Mercado”.

Perez Subias

Miguel Pérez Subías, presidente de la Asociación de Usuarios de Internet (AUI) está ligado al colectivo desde 1995, cuando se fundó. Con la perspectiva que le da su labor del último cuarto de siglo, reconoce que “queda mucho camino por delante” para lograr una buena transparencia en Internet. “Uno de los cambios importantes de los últimos 20 años es todo lo que tiene que ver con la gestión de la privacidad. Es un tema que entonces ni se planteaba. Ahora estamos en un momento en el que se ha visto la falta de transparencia y ahí queda mucho camino por delante”, zanja.

“Otro aspecto es la concentración: se están dando monopolios de facto, con muy pocos agentes muy potentes. Una parte de control del ciudadano es la posibilidad de cambiarse, de buscar otro proveedor si lo desea. El tercer punto tiene que ver con los derechos y libertades en la Red, cuando se delegan decisiones en aplicaciones o algoritmos, se plantea dónde está el límite… y eso afecta a las empresas y a los usuarios”, anota el responsable de Usuarios de Internet.

Marta Peirano es autora de “El enemigo conoce el sistema”, libro en el que alerta de cómo la Red opera como una herramienta de vigilancia y manipulación. “Internet está cada vez en menos manos y esos ojos lo ven todo”, explicaba en julio a Eldiario.es: “Esa es una distinción muy importante porque, cuando la gente dice: "¿A mí por qué me van a vigilar, si no soy nadie ni he hecho nada?", están pensando en que pueda haber una persona viendo lo que hacen. Pero es que no son personas: son algoritmos, y les da lo mismo vigilarte a ti que a 50 millones. No les importa quién seas. Solo quieren tu información, porque tiene valor”.

"No puedes escapar a la vigilancia: satélites, reconocimiento facial, geolocalización de nuestros móviles... Y todo esto tiene que ver con sacar a la gente de donde no queremos que esté", apuntaba Peirano en junio en una entrevista concedida a Público: "La gente no sabe que en los últimos 15 años ha habido un esfuerzo —pienso que deliberado, como explico en el libro— de separar la infraestructura y los protocolos que rigen Internet de la 'experiencia' del usuario y sobre todo de la idea que el usuario tiene de Internet. En esa distancia que hay entre la realidad y la idea, ese espacio se ha rellenado con una serie de metáforas que están diseñadas para ofuscar, como una neolengua, para que uno tenga una idea de Internet que no tiene nada que ver con la realidad".

Marta Peirano

“Esta idea de que tu rastro queda disuelto en la marea inmensa de datos de Internet y que nunca te va a afectar, que eres anónimo en la multitud, ha quedado obsoleta: No eres anónimo en ningún caso. Luego, por ejemplo, gracias a la geolocalización, estamos localizados al milímetro”, incide la periodista, quien lamenta que la inmensa mayoría de usuarios no son conscientes de lo desamparados que están ante la Red. “Sabemos que es mala, pero vamos cediendo nuestra intimidad porque no parece suceder nada y pensamos que es a cambio de cosas que nos molan”. Algo similar, incide, a lo que ocurría hace décadas con el consumo de tabaco.

Autor de decenas de libros sobre redes, comunicación, informática… y experto en telecomunicaciones, José Manuel Huidobro reconoce que el impacto de la Red depende en buen medida del uso que hacen de ella los usuarios y los agentes que dan acceso, lo que deriva por ejemplo en las fake news. “La evolución ha sido muy rápida y nos encontramos con problemas que nadie se había imaginado en un principio. En cualquier tecnología hay que poner reglas de uso para que funcione en base a ciertos criterios. Debe haber algún tipo de control porque por Internet circula mucha información y no toda es verdadera. Implementar mecanismos para tener cierto control de lo que circula por la red. ¿Cómo se hace? Ahí está el quid de la cuestión”, concluye.

Imágenes | Flickr (Southbank Center), Wikipedia, Flickr

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