La resistencia de las "plazas duras": por qué el cemento sigue dominando el urbanismo en pleno 2022

La resistencia de las "plazas duras": por qué el cemento sigue dominando el urbanismo en pleno 2022
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Casi como el Actor Secundario Mel en la enésima revolución de Springfield, muchos twitteros han salido al paso de la (también enésima) reforma de la Puerta del Sol en Madrid. El motivo, una vez más: el granito. ¿Por qué nos empeñamos en una ciudad tan calurosa en cementar todas las plazas?

La Puerta del Sol ha sido el último, pero ni mucho menos el único, enclave madrileño que con sus nuevas reformas ha cedido al granito y al hormigón como grandes protagonistas. Críticas que ya se hicieron a la Plaza de Callao, la Plaza de Ópera o la Plaza de Santo Domingo, donde el peatón ha ganado espacio pero en las que, durante buena parte del año, el calor expulsa a cualquiera que quiera pasar tiempo en ellas.

Como puedes imaginar, todo tiene una explicación más profunda y compleja. A la hora de reformar una plaza (especialmente si tienen un carácter histórico como la Puerta del Sol), entran en juego diversos factores que limitan en gran medida el trabajo de los arquitectos.

La Puerta del Sol iba a tener árboles

Sí, el equipo de Linazasoro y Sánchez, ganadores del proyecto de reordenación de la Puerta del Sol no está formado por arquitectos amantes del olor a madrileño achicharrado por el sol. También ellos eran conscientes de la problemática y de las quejas que se han elevado con el paso de los años.

El proyecto inicial contaba con arbolar (poco, es cierto), un espacio cercano a la Carrera de San Jerónimo, junto a la salida actual de Renfe. Sin embargo, se encontró con la oposición firme de la Comisión Local de Patrimonio, de quien se necesita su visto bueno por ser considerada la plaza un Bien de Interés Cultural.

La Comisión argumentó que los árboles taparían la fachada de la Real Casa de Correos, lo que no estaba permitido al tratarse de "fachadas monumentales". Pero, además, en el proyecto ganador ya se especifica que "tampoco entendemos que se debe destinar la plaza a fines puramente lúdicos, llenándolo de episodios más o menos 'a la moda', sino que se debe pensar en la pluralidad de usos pero sin introducir todos aquellos nuevos objetos que vuelvan a llenar el espacio o a desvirtuarlo".

Es decir, el objetivo principal (en consonancia de la opinión de la Comisión Local de Patrimonio) ha sido el de reordenar la plaza para mantenerla como un cruce de caminos y no tanto como un lugar estacional "para pasar el rato". Pero la estética o la historia del lugar no es el único inconveniente: la Puerta del Sol está agujereada.

Las ciudades huecas

Se calcula que unas 50.000 personas pasan cada día por la Puerta del Sol. Y uno de los motivos principales reside en su corazón. Debajo del suelo se esconden las instalaciones de las líneas 1, 2 y 3 de Metro y las C-4 y C-3 (con su ramificación C-3a), a las que hay que sumar desde el verano pasado el túnel peatonal que une las estaciones de Gran Vía y Sol.

El resultado es una plaza que, en un 90%, está hueca. Plantar árboles en el suelo es inviable técnicamente, por el peso que suponen los mismos, la tierra y el agua acumulada cuando llueve. Es un problema real que también se encuentra en la Plaza Mayor madrileña o en la Plaza de Santo Domingo, donde el subsuelo lo conforman aparcamientos.

El problema, como es de imaginar, no es solo madrileño. En Barcelona también conocen lo que son las "plazas duras", espacios donde "prima el granito u hormigón, sin apenas presencia de vegetación y con escaso mobiliario urbano". Un ejemplo es la plaza dels Països Catalans, junto a la estación de Sants. Un espacio que también está configurado sobre múltiples vías de tren.

En Sevilla, algunas de ellas como las Plazas de Armas y de Santa Justa han recibido durísimas críticas por deshumanizadoras. Una vez más son espacios altamente transitados por los peatones... y por los trenes y otros medios de transporte que los llevan hasta allí.

¿Cómo lo solucionamos?

Además de los espacios huecos bajo el suelo, muchos autores señalan directamente a la austeridad en el gasto urbano de los años 80 para justificar este tipo de "plazas duras" que proliferaron en esta década. Sin espacios estanciales, se han convertido en lugares exclusivamente de tránsito, sin árboles, zonas ajardinadas, ni bancos.

En estos casos, hay dos posibles vías. La primera es mantener los usos tradicionales de cada plaza y asumir que estos espacios son lugares vehiculares del tránsito. El objetivo es llegar a un nuevo destino. La segunda opción, más amable con el ciudadano, es conseguir que las obras nuevas apuesten por lugares más amables, priorizando el paso de peatones pero permitiendo a éstos descansar o reunirse en ellos.

Hay construcciones que, desde luego, sí parecen tener esto en cuenta. En la nueva reforma de la Plaza de España y el eje Bailén-Ferraz se ha tenido muy en cuenta esto y se han plantado 1.000 nuevos árboles en lo que es un enorme corredor verde. El gran parque en el que se reconvirtió la M-30 también se enmarca en estos ejemplos.

Otro ejemplo de cómo crear una plaza amable con el ciudadano es la Americo Vespucci en Hamburgo. Este nuevo enclave en la ciudad germana se ha definido como un espacio "con grandes escalones y muebles robustos de madera para sentarse, grupos de bancos y sillas dispuestos comunicativamente y césped transitable".

Willian Justen De Vasconcellos V4t6eg2vmwe Unsplash

Pero en plazas ya construidas no queda otra que echar imaginación. Uno de los ejemplos recurrentes para transformar una plaza y hacerla más práctica para el ciudadano es el Metropol Parasol de Sevilla. Aunque sus detractores son muchos por romper con la estética de la ciudad, lo cierto es que cumple con su función de dar sombra en una de las ciudades más cálidas de España. Y, además, ofrece unas vistas de la ciudad inigualable desde lo alto de las setas.

Otro interesante proyecto (y menos invasivo) es el denominado Lentspace, que dotó al barrio de Brooklyn en Nueva York de un nuevo lugar estancial con la conversión de una plaza en un lugar de reunión. Grandes bancos que giraban sobre sí mismos conseguían dar sombra a quien se sentara en ellos durante la mayor parte del día. Sus grandes jardineras también aligeraban el espacio y lo convertían en un lugar más amable.

Curiosa también ha sido la remodelación del centro urbano de Banyoles (Cataluña). La peatonalización de sus plazas ha recuperado un espacio que se estaba deteriorando y, además de mantener los árboles, se han abierto las acequias anteriormente tapadas que discurrían por el centro histórico para generar una mayor relajación a los transeúntes.

Los ejemplos son muchos y para todos los gustos. ¿Por qué se mantienen plazas duras y calurosas en un momento en el que tendemos a facilitar los desplazamientos a pie? Algunas veces por motivos históricos y otros por motivos técnicos. Pero lo que sí hemos visto es que no todo pasa por arbolar las plazas. Las soluciones son muchas y originales.

Fotos | Madrid Proyecta y Willian Justen de Vasconcellos

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