Europa está decidida a dar le salto al coche eléctrico. Es algo de lo que hemos venido hablando en múltiples ocasiones. Pero, en estos momentos, tiene un problema: necesita una fortísima inversión de dinero para ser competitiva. ¿De cuánto dinero hablamos y por qué está la industria pidiendo ayuda a la Comisión Europea?
Definitivo. La decisión está tomada: a partir de 2035 no se podrán vender vehículos nuevos con motores de combustión. Una decisión que también tiene sus excepciones, como la posibilidad de que los modelos vendidos funcionen con un motor de combustión de emisiones neutras. No parece que estos modelos representen el grupo de modelos vendidos.
Esto obligará a que los fabricantes opten por los modelos puramente eléctricos. Antes, los híbridos enchufables se están posicionando como la mejor opción para cumplir con la normativa Euro 7, que debería entrar en vigor en 2025. Por uno u otro motivo, el caso es que firmas como Audi ya han renunciado al desarrollo de motores de combustión.
Baterías. Por su propia idiosincrasia, hay muchas cosas de las que presume un coche eléctrico: un motor complejo con sus bielas, sus pistones y sus cilindros o una caja de cambios. Pero hay algo de lo que no puede prescindir: una batería. Y este elemento está en riesgo en Europa.
Según Benchmark Mineral Intelligence, Europa tiene un déficit en la producción de este componente clave que, si no se toman medidas, irá abriendo una brecha cada vez más importante, teniendo en cuenta que es la región que está elaborando medidas regulatorias para asegurar el salto a esta nueva tecnología.
China y Estados Unidos. De momento, China es la potencia mundial en la producción de baterías. Se calcula que, en estos momentos, posee el 80% de las tierras raras que se utilizan para elaborar este tipo de componentes y el objetivo era pasar de los 562 GWh, que se calcula que habrán producido cuando termine el año, a 2,2TWh en 2030.
Para contrarrestar este dominio, Estados Unidos ha tomado la decisión de blindar su economía con importantes subsidios para la compra y la fabricación del coche eléctrico y sus baterías. Entre las obligaciones para acceder a estas ayudas, será necesario que los minerales utilizados para su fabricación hayan sido extraído o reciclados en el país o, en su defecto, tenga firmado un acuerdo de libre comercio.
100.000 millones. Este último movimiento castiga la importación de vehículos eléctricos europeos y supone un importante espaldarazo para que firmas como Volkswagen se asienten en Estados Unidos. Una decisión que ha provocado malestar entre los políticos europeos, quienes avisan de que tendrán que tomar medidas si los planes de Joe Biden siguen adelante.
¿La solución? La European Battery Alliance (EBA, por sus siglas en inglés) lo tiene claro: una importante inversión que facilite que los fabricantes europeos mantengan, desarrolles y construyan sus plantas para la producción de baterías en Europa. ¿El problema? La inversión, según esta asociación de 800 empresas, debería ser de 100.000 millones de euros.
Sus demandas. El documento, que ha sido remitido a la Comisión Europea, pide que el organismo europeo estudie incentivos europeos para facilitar la instalación de nuevas plantas, así como medidas de emergencia para acortar y facilitar los permisos industriales para materias primas, materiales y proyectos industriales o medidas para mejorar la cadena de valor de las baterías europeas a largo plazo.
Las exigencias de este consorcio se entienden dentro de un contexto de cambio. Hace tiempo que se habla sobre la posible llegada de una regulación específica para las baterías en el que también se contempla la posibilidad de incluir un pasaporte para las baterías en el que se especifique su huella de carbono, como algunos fabricantes del sector han puesto en marcha.
Foto | Mercedes
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