Reino Unido, Irlanda, Sudáfrica, Japón, Australia, Nueva Zelanda, India, Malasia, Indonesia, Jamaica... y un puñado de países más, la mayor parte de ellos con más o menos influencia británica en su pasado. Esos son los pocos países en este mundo de conducen por la izquierda. Efectivamente, no es una excentricidad exclusiva de los británicos pero tampoco es, ni mucho menos, la opción dominante.
En la inmensa mayoría de los países del mundo, el volante en los coches se sitúa en la izquierda y los conductores circulan por el carril derecho. En Europa, sólo Reino Unido, Irlanda, Malta y Chipre van a contracorriente. El estándar europeo nos dice que, en Europa, se conduce por la derecha.
Al menos así es en los países que son fronterizos unos con otros. Aquellos donde se pueden cruzar fronteras utilizando una carretera, No es casualidad que hayan sido países insulares los que se han mantenido en su decisión de regular el tráfico por el carril izquierdo.
¿Cómo sería pasar de un país a otro y descubrir, de golpe, que te estás moviendo en sentido contrario? Eso es justo lo que se debía sentir cuando uno llegaba a Suecia en los años 60. Hasta que, de un día para otro, todo el país cambió de sentido.
A las cinco de la mañana del 3 de septiembre de 1967, todo un país dejó de circular por la izquierda y dio el salto al carril derecho.
A las cinco de la mañana, en sentido contrario
La historia la rescataba Pedro Torrijos en su ya clásico #LaBrasaTorrijos que todos los jueves lleva a Twitter X. Torrijos tiene publica todos los jueves una historia relacionada con el urbanismo o la arquitectura en lo que es una cita imperdible.
En esta ocasión hablaba de un hecho único, el que se dio en Suecia en 1967 cuando, de una hora para otra, todo un país cambió el sentido de la marca y pasó de conducir por la izquierda a hacerlo por la derecha. Evidentemente, como cuenta Torrijos, no fue algo sencillo.
Como decíamos antes, no es casual que la mayor parte de los países en los que se conduce por la izquierda sean islas. Si no fuera así, las fronteras serían un caos. Y eso es, exactamente, lo que sucedía en Suecia.
A pesar de que en toda Europa continental el tráfico se ha dirigido desde las regulaciones napoleónicas, Suecia se mantuvo firme hasta la década de los años 60. Evidentemente, las fronteras, con conductores llegados desde Noruega y Finlandia, eran un caos. Tampoco debía ser sencillo para ellos mismos: la inmensa mayoría de los coches tenían el volante situado a la izquierda.
Es decir, en medio de una especie de delirio sueco muy particular, casi todo el mundo circulaba como lo haríamos si fuéramos en coche a Inglaterra. O con los mismos problemas que si importamos un coche desde las islas británicas. Conducir por la izquierda con el volante a la izquierda no sólo debía ser ciertamente incómodo, también era un peligro a la hora de adelantar en las carreteras de un solo carril por sentido, ya que la visibilidad de lo que estaba delante quedaba muy reducida.
Este fue uno de los motivos que llevó al Gobierno sueco a decidirse en los años 60 por poner un punto de racionalidad a la situación. Y tuvo que ser aplicado por voluntad propia, ya que los suecos tumbaron tres votaciones en las que se buscaba la complicidad de los conductores para pasarse al carril derecho.
En ese momento, se puso en marcha un plan proyectado a cuatro años. En el horizonte, el 3 de septiembre de 1967. Ese día, a partir de las seis de la mañana, todo el mundo debía conducir por la derecha. Por delante, cuatro años para hacer comprender a los conductores que tendrían que enfrentarse a una nueva realidad.
El esfuerzo propagandístico estuvo a la altura. Productos de todo tipo (desde prendas de vestir a revistas o carteles en las calles) se llenaron del logotipo del Dagen Högertrafikomläggningen (literalmente, Día del Cambiodesentidoalcarrilderechodeltráfico) o Dagen H, como simplificó alguien con cierto sentido común.
Esa H se utilizó como metáfora de lo que suponía el cambio al lado derecho. Con la imagen mental de cambiar de segunda a tercera marcha o de cuarta a quinta relación, el Gobierno sueco trató de recordar constantemente al ciudadano que pronto tendrían que acostumbrarse a eso de circular por la derecha.
Por el camino no solo se utilizaron carteles. También se regalaron guantes de colores y se obligó a matricular a los nuevos coches con una pegatina incorporada en el faro izquierdo que limitaba la visibilidad en este carril e iba acostumbrando al ojo a "pasarse" al carril derecho.
Llegó el día, llegó el Dagen H
¿Recuerdas las imágenes del 1 de enero del año 2002? Aquel día, los telediarios no solo abrieron con las tradicionales imágenes de las campanadas. Nuestras pantallas se llenaron de curiosos que acudían en masa a los cajeros para disponer de sus primeros euros.
Algo similar debió suceder en los primeros telediarios de aquel 3 de septiembre de 1967. A pesar de que se había obligado a los conductores a quedarse en sus casas entre la una y las cinco de la mañana, cuando solo los servicios esenciales tenían permitido circular. Pero antes, los primeros curiosos ya se empezaron a dejar caer en las calles.
Sí, un domingo a las cinco de la mañana, un buen número de coches salieron a la calle con el único propósito de ser uno de los primeros coches que circulaban por la derecha en el país. Hasta entonces, todo había funcionado como un reloj... sueco. A las 4:50 horas de la mañana, se dio la orden. Por delante, 10 minutos para cambiar el sentido de la circulación de todo un país.
En una sola madrugada, el Estado emprendió la quimérica tarea de cambiar todas las señalizaciones de un país. Se sustituyeron señales, pintura en el suelo, se cambiaron los tranvías por autobuses con puertas a la derecha y se trasladaron a la acera contraria las paradas del, antes, tranvía y, ahora, autobús. Se trataba de pasar a la derecha la circulación en casi 100.000 kilómetros de carreteras y vías urbanas.
Aquel día, alrededor de 2.000 soldados, 6.000 policías nacionales, otros 50.000 policías en formación y 150.000 voluntarios trabajaron para el Estado. Se calcula que en una sola noche se cambiaron alrededor de 360.000 señales para que casi dos millones de vehículos cambiaran el sentido de la circulación de la noche a la mañana. El coste del cambio se calculó en unos 40 millones de libras, según The Guardian, aunque algunas revisiones elevaron esta cifra al doble: unas 80 millones de libras en los años 60.
Pero el dinero parece que estuvo bien invertido. Desde la aplicación de la nueva medida se empezaron a cosechar resultados. Las cifras de accidentes se redujeron inmediatamente. Se cree que la mejor visibilidad a la hora de adelantar fue decisiva pero también lo fue una mayor precaución de los conductores durante los primeros días.
Imágenes | Wikimedia y Statista
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