Un equipo de médicos españoles ha desarrollado una nueva técnica de neurocirugía que permite operar tumores que hasta ahora eran considerados "inoperables". Utilizando la capacidad del cerebro para cambiar y reestructurarse, el equipo ha conseguido realizar operaciones que hasta el viernes pasado eran "medicina ficción".
Y va más allá, el estudio publicado en el Journal of Neurosurgery puede abrir la puerta a toda una nueva forma de entender, trabajar y relacionarnos con el cerebro. Empezamos la semana con buenas noticias.
¿Qué es la plasticidad neuronal?
Quizá la mejor forma de entenderlo es pensar en el cerebro como un enorme centro comercial. Normalmente, los productos se encuentran ordenados según algún criterio. De la misma forma que solemos encontrarnos todas las legumbres juntas, las funciones del lenguaje (o del movimiento, de la visión, etc...) se encuentran en lugares concretos de nuestra 'Brainstore'.
Pero el cerebro, como los supermercados, no es un lugar separado de la realidad. Si de repente se ponen de moda (y hay una gran demanda de) los productos de alguna celebrity, la estructura del supermercado cambia: se dedica más espacio a esos productos y menos a otros productos normales. De la misma forma, si demandamos a nuestro cerebro conocer todas las calles de Londres (como pasaba con los famosos taxistas de la capital británica), éste tenderá a desarrollar más el hipocampo posterior para atender a esa demanda.
Este fenómeno no sólo ocurre con los cambios de demanda externa, también puede ocurrir con otros problemas. Si en un pasillo comienzan a aparecer goteras y no se puede usar, el primer paso es recolocar los productos en otros pasillos y, más tarde, cerrar el pasillo por reformas. En nuestra Brainstore, ocurre algo parecido. Por ejemplo, se ha estudiado muy bien como, cuando se pierde la visión, el cerebro 'empieza' a compartir la parte dedicada a la visión (que en los humanos es muy grande) con otros sentidos como el oído y el tacto.
Los límites de la neuroplasticidad
No obstante, no es tan sencillo. A veces, la zona afectada es tan grande que el supermercado no tiene espacio físico para recolocar todos esos productos; otras veces, las goteras afectan a zonas más sensibles (como zonas refrigeradas) y los productos se pierden para siempre.
Esto ocurre con los tumores cerebrales. Más a menudo de lo que nos gustaría, los tumores afectan a zonas del cerebro con funciones muy importantes. Operar una de esas masas es muy peligroso porque los daños que puede producir la operación pueden poner en riesgo la vida de los pacientes.
El cerebro 'lo detecta' y trata de ir mandando funciones a otros lugares; pero conforme nos hacemos mayores, los procesos de neuroplasticidad se vuelven más lentos y torpes. Normalmente, el cerebro no puede recuperarse todo lo bien que nos gustaría ante un tumor, un íctus o una enfermedad neurodegenerativa.
Una técnica revolucionaria
Aquí es donde entran los cirujanos españoles. En 2007, llegó a su consulta un paciente de 27 años con un neuroblastoma que afectaba a un área muy extensa del cerebro. El tumor era muy agresivo así que tratando de buscar por todos los medios alguna forma para poder hacer algo se les ocurrió una idea: "¿y si intentaban trasladar las funciones afectadas por el tumor y trataban de operar con seguridad después?"
Lamentablemente, la virulencia de aquel tumor impidió usar la técnica para ayudar a aquel paciente. De hecho, en un proceso largo y costoso, han dedicado los últimos diez años a desarrollar una técnica con la que poder implementar esta idea de forma segura y exitosa.
La técnica consiste en introducir una 'manta de electrodos' a nivel subdural que, mediante estimulación eléctrica, en tres o cuatro semanas ayuda al cerebro a 'recolocar' las funciones de la zona afectada en otra parte. Posteriormente, los neurocirujanos pueden operar el tumor sin temor a afectar funciones importantes.
¿De verdad hemos encontrado la forma de tratar los tumores inoperables?
Es pronto para decirlo. En primer lugar, porque aunque ahora sabemos que la plasticidad se puede usar a nuestro favor, no sabemos hasta qué punto. Una cosa es que podamos recolocar ciertas funciones y otra muy distinta que podamos moverlas por el cerebro a nuestro antojo.
Además, aún no sabemos como de permanente es ese cambio en el cerebro. Los cirujanos han encontrado una forma 'segura' de operar, pero no sabemos si durante el proceso de recuperación esas funciones van a volver 'a su sitio' y, eventualmente, perderse por los daños ocasionados.
Como vemos, queda mucho por estudiar. Pero está claro que es una excelente noticia: la aparición de técnicas que nos permitan usar la plasticidad del cerebro a nuestro favor es algo que abre las puertas de una nueva generación de técnicas en neurocirugía.
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Imágenes | Kai Schreiber, Nicholas Hardeman
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