Cómo percibimos el tiempo no sólo afecta a nuestra mente. También cambia la velocidad a la que sanamos las heridas

El tiempo cura las heridas, literalmente, y lo hace de distinta forma en cada persona, según un estudio

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Cuando hablamos del poder sanador de la mente muy a menudo nos referimos a la sorprendente efectividad del efecto placebo. Ahora dos investigadores de la Universidad de Harvard acaban de hallar un fenómeno semejante en uno de sus experimentos.

El tiempo cura las heridas. El experimento en cuestión indica que nuestra percepción del tiempo afecta a la velocidad a la que cicatrizan nuestras heridas. Es lo que observó este dúo de investigadores tras analizar el proceso de cicatrización en los participantes en un estudio, a quienes se alteró la percepción del tiempo.

Esto es, las heridas de quienes experimentaban pasar el tiempo más rápido cicatrizaban con mayor celeridad que las heridas de aquellos que percibían el tiempo de forma “normal”. Por su parte, este último grupo presentaba un proceso de cicatrización más rápido que el de aquellos a quienes se hizo experimentar el pasar del tiempo de forma más lenta.

Entender este curioso fenómeno podrá ser de utilidad, explican los autores, de comprender mejor interacciones entre cuerpo y mente que puedan afectar a nuestra salud física. De la misma forma que los ensayos clínicos deben controlar teniendo en cuenta el efecto placebo, es posible que esta versión temporal del efecto pueda también esconder ramificaciones relevantes.

El experimento. Los responsables del estudio realizaron una pequeña herida en los participantes y después los dividieron en tres grupos. Uno de los grupos ejerció de control, mientras que en los otros dos casos se alteraron los relojes para que funcionaran a velocidades distintas: uno el doble de rápido y el otro el doble de lento.

Así, si bien el tiempo del experimento duraba 28 minutos en los tres casos, se hizo pensar a uno de los grupos que tan solo habían pasado 14 y al otro se le hizo pensar que habían transcurrido 55 minutos.

A distintas velocidades. Tras analizar cómo habían evolucionado las heridas de los participantes tras esos 28 minutos, los investigadores comprobaron que el ritmo de cicatrización era más rápido entre los que habían “experimentado” el pasar del tiempo más veloz. Por el contrario la cicatrización había avanzado menos entre aquellos que habían sido inducidos a pensar que el tiempo había pasado más lentamente.

Los del grupo cuya percepción del tiempo no se manipuló experimentaron una velocidad de cicatrización intermedia. Los detalles del proceso y sus resultados fueron publicados en un artículo en la revista Scientific Reports.

Mucho por investigar. El experimento fue realizado en un grupo de 33 voluntarios, lo que limita mucho la capacidad del estudio para extraer conclusiones firmes. Serán por tanto necesarias nuevas iteraciones del experimento. Los responsables del estudio aseguran estar ya manos a la obra.

Los resultados sin embargo son coherentes con lo que sabemos: el efecto placebo es poderoso y las conexiones entre eso que llamamos “mente” y nuestro cuerpo son férreas si bien en muchos sentidos inexploradas.

Dicen que el tiempo cura todas las heridas, pero cabe recordar que otra de las limitaciones de este experimento es que se centra en pequeñas heridas, laceraciones en la piel. Es difícilmente extrapolable por tanto a otros problemas de salud. Entender si este efecto se produce en otros contextos, contextos en los que el efecto placebo sabemos juega un rol, como en resfriados, será de gran importancia a la hora de entender la relevancia de este.

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Imagen | Diana Polekhina

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