Venecia es oficialmente un parque temático. Aunque los habitantes llevaban décadas denunciando esta transformación progresiva de la ciudad de los canales y el carnaval, el hecho se ha convertido en ineludible desde este mismo puente de mayo. La ciudad ha colocado varios tornos en los accesos al centro de la ciudad que se bloquearán cuando haya un exceso de turistas en el corazón de la ciudad adriática.
Nuestro hogar no es Disneyworld: así han protestado parte de los vecinos, que exigen que no se le ponga "puertas en la ciudad" sino "casas y políticas de fomento de la residencia". El turismo está provocando un éxodo acelerado, ya que los propietarios alquilan los pisos a precios incompatibles con una economía común. Las medidas de control de acceso al centro demuestran "la voluntad del ayuntamiento de transformar de forma definitiva Venecia en un parque de atracciones", según ha denunciado la organización Morion en un comunicado.
600 a 1: la proporción de turistas por cada residente habitual. Es decir, que sus 50.000 habitantes (los que no han huido todavía) conviven con los 30 millones de visitantes que acuden cada año. Es la ciudad mundial con mayor densidad de población turista. Barcelona, la urbe de 1.2 millones de residentes que sufre los mayores efectos de la turistificación después de la acanalada ciudad, sólo acoge a 16 millones de turistas al año.
Una medida turística: porque la ejecución del alcalde Luigi Brugnaro tiene en realidad una finalidad recaudatoria. Venecia lleva años recibiendo las amenazas de la Organización de las Naciones Unidas de eliminar la ciudad de su lista de territorios con patrimonio de la humanidad por la fuerte degradación provocada por las riadas de gente que destruyen el entorno a una velocidad mayor que la que los agentes estatales pueden reconstruirla. Limitar el acceso turístico ayudará a la mejor preservación del espacio para, ecco, mantener su valor cultural y seguir ofertándose como destino ideal.
No vayas a Venecia: en paralelo ha crecido también un discurso ecologista acerca del viajero vacacional. Dado que el turista es uno de los agentes contaminantes más injustificable (viajar no es ninguna obligación, es mero placer), muchos están aplicando ya a sus trayectos algunas normas para repercutir lo menos posible en el medio ambiente. Un turismo sostenible consiste en preocuparse por hacer la mínima cantidad de vuelos posibles, no contratar packs de servicios (que sólo benefician a las grandes corporaciones y no al negocio local) o no ir a sitios ultramasificados. No ir a Venecia.