¿Qué determina la calidad moral de los actos de un individuo? La pregunta ha originado algunas de las reflexiones más trascendentales de la historia de la filosofía. Pero está preñada de un profundo trasfondo socioeconómico. O al menos así lo ilustran numerosos estudios que manifiestan las diferentes percepciones y actitudes morales de las personas en función de su estatus social. Los ricos, de forma general, tienden a mostrar un comportamiento menos ético que los pobres.
Y en los porqués reside una clave para entender a las sociedades modernas.
La ciencia. Uno de los estudios más interesantes en la materia data de 2012. Elaborado por Paul K. Piff y un grupo de investigadores de la Universidad de Michigan, el trabajo cruza los resultados de siete pequeños experimentos realizados tanto a pie de calle como en el laboratorio. Todos ellos colocan a participantes de diversa procedencia socioeconómica frente a decisiones con un evidente coste moral (como el engaño, la codicia o la trampa).
Los individuos de clase alta, por sistema, tendían a incurrir más en actitudes éticamente reprobables.
Casos. El primer estudio, por ejemplo, analizaba cómo de frecuente un conductor maniobraba ilegalmente. Los investigadores correlacionaron el tipo de vehículo (más o menos caro) con la clase social, y descubrieron que los más ricos tendían a saltarse las normas más a menudo. Otro planteaba ocho soluciones a un problema: los ricos escogían con más frecuencia escenarios que implicaran aprovecharse de alguien, o quedarse ilícitamente con algo.
En otros casos, las personas de alta procedencia incurrían en más trampas a la hora de obtener un premio en metálico o tomaban más decisiones en beneficio propio que ajeno.
¿Por qué? Como casi siempre, los motivos son estructurales. El estudio no cree que los ricos sean por defecto más "inmorales" que los pobres, sino que su percepción de la avaricia o de la ambición es distinta. Para los participantes de clase alta el enriquecimiento propio o actuar en base a intereses individuales no tenía un cariz moral negativo; más bien al contrario. Para los de clase baja, en agregado, sí. Lo que explica las diferentes actitudes de ambos grupos.
Ideas. En cierto modo se trata de un resultado contraintuitivo. Las personas con menos recursos provienen de contextos vitales marcados por la inestabilidad y las amenazas externas. Tendría sentido que aprovecharan cualquier resquicio para mejorar su posición, aunque fuera de forma inmoral. Pero el vector clave no es la escasez, sino la independencia y la capacidad de lidiar con los costes de un comportamiento inmoral.
Dicho de otro modo, los ricos tienen más capacidad de salirse con la suya (de pagar una multa cuando se saltan un semáforo), y atribuyen un menor "riesgo" a los actos poco éticos. Al mismo tiempo, la autopercepción de poder y autonomía (de hacer lo que se desee) entre las clases altas es mayor, y su contexto social premia en mayor medida la ambición, la consecución de metas propias y las actitudes egoístas.
Contrastes. ¿Son más morales las personas pobres, entonces? No. Otros estudios han demostrado cómo las clases bajas aprueban el engaño o romper las reglas cuando se trata de ayudar a un tercero. En general, los pobres tienden a una mayor empatía y a una mayor percepción de las situaciones y condicionantes de otras personas. Al contrario, y como vimos en su día, a los ricos literalmente no les importas. No te ven.
También está relacionado con la confianza propia. Como han señalado otros trabajos, los ricos confían en sus posibilidades muy por encima de los pobres. Sobreestiman su capacidad de triunfo, y están más dispuestos a arriesgar en la toma de decisiones porque las consecuencias de sus errores o fracaso son mucho menores. Operan sobre un colchón y no sobre un vacío, lo que perpetúa su éxito (durante siglos).
Imagen: Andrew Medichini/AP