Qué nación reclama qué en la batalla por controlar la Antártida, explicado en un detallado mapa

Mapa que visualiza los reclamos activos hoy en día sobre el territorio antártico.
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A medida que la población mundial continúa creciendo inexorablemente hacia la cifra de los ocho mil millones de habitantes, puede parecer que los humanos hemos reclamado todos los rincones vírgenes disponibles de la tierra. Pero no es así. Existe un lugar vasto e inhóspito que sigue vacío. Y “disponible”, si queremos verlo de esa manera.

Con más de 14 millones de kilómetros cuadrados, la Antártida es el cuarto continente más grande del planeta, aunque en los mapas comunes se represente más pequeño. En esta extensión predominan el hielo, el frío, el viento y una infinidad de recursos naturales por explotar. Sin embargo, nadie, ni siquiera las grandes potencias, ha logrado hacerse con el control de las tierras más australes del mundo.

Y no es que no lo hayan intentado. En la primera mitad del siglo XX, multitud de países comenzaron una carrera por reclamar porciones del territorio. Incluso la Alemania nazi pidió parte del pastel, reclamando una gran franja de tierra que llamaron Nueva Suabia. Después de la Segunda Guerra Mundial, el sistema del Tratado Antártico, que estableció el marco legal para la gestión del continente, comenzó a tomar forma. En la década de 1950, siete países, incluidos Argentina, Australia, Chile, Francia, Nueva Zelanda, Noruega y el Reino Unido, reclamaron la soberanía territorial sobre diferentes partes de la Antártida.

Si bien la Antártida no tiene un gobierno oficial, se administra a través de reuniones anuales conocidas como Reuniones Consultivas del Tratado Antártico. Estas reuniones involucran a una serie de partes interesadas, desde los países miembros hasta las organizaciones observadoras como EEUU y Japón, que sí exploran y estudian el continente. El pacto congeló las reclamaciones territoriales existentes y estableció que la Antártida se convirtiera en una reserva científica internacional. También prohibió las pruebas nucleares y "toda medida de carácter militar". Desde entonces, otras 42 naciones se han sumado al Tratado, aunque solo 29 —aquellas que realizan "actividades de investigación sustanciales"— tienen poder de voto y pueden tomar decisiones sobre el presente y futuro de la región austral.

Este mapa, publicado en Visual Capitalist y creado originalmente por el World Factbook de la CIA, representa gráficamente los reclamos activos hoy en día sobre el territorio antártico, así como la ubicación de muchas instalaciones de investigación permanentes.

Mapa que visualiza los reclamos activos hoy en día sobre el territorio antártico.
Mapa que visualiza los reclamos activos hoy en día sobre el territorio antártico.

Puedes verlo en máxima resolución aquí.

A pesar de la lejanía y el clima inhóspito de la Antártida, la idea de reclamar áreas tan grandes de tierra firme ha resultado atractiva para los países a lo largo de las décadas y todos ellos parecen mostrar razones suficientes para conseguirlo. Incluso el reclamo más pequeño del continente equivale al tamaño de Irak.

Pero, ¿por qué tanto interés por un continente cubierto casi enteramente de hielo? Uno de los principales motivos tiene que ver con lo que potencialmente yace debajo de ese hielo: abundantes recursos naturales. Pero la prospección petrolera y minera está prohibida por el Tratado Antártico. Los expertos han logrado estimar que bajo el suelo antártico hay unos 200.000 millones de barriles de petróleo, mucho más que Kuwait o Abu Dhabi.

Hoy la Antártida está protegida, pero en 2048 eso podría cambiar. Aunque ahora mismo es imposible predecir en qué estado estará la economía mundial en ese año, cuando sea el momento de renovar el protocolo que prohíbe la prospección antártica.

¿Quién pide qué?

El primero en instalar una base permanente en la región y declarar su soberanía allí fue Argentina, en 1904. La Base Orcadas es la estación científica antártica más antigua todavía en funcionamiento. El país sudamericano consideraba la región como una extensión de su provincia más austral, Tierra del Fuego, al igual que las islas Malvinas (o Falklands), Georgias del Sur y Sándwich del Sur.

Sin embargo, Reino Unido, que controla esas islas, hizo su propia reclamación antártica en 1908, reivindicando una región que abarca por completo el sector reclamado por Argentina. Chile también sumó su propio reclamo años más tarde, en 1940, también sobre la base de que era una extensión natural de su territorio. La Antártica Chilena —como se la conoce allí— forma parte de la Región de Magallanes, la más austral de las 16 regiones en que se divide el país, y se "pisa" en partes con los terrenos antárticos exigidos por Argentina y Reino Unido.

Las otras demandas de soberanía se basan en las conquistas realizadas por famosos exploradores antárticos a comienzos del siglo XX. El reclamo de Noruega, por ejemplo, se funda en las exploraciones de Roald Amundsen, el primero que alcanzó el Polo Sur geográfico, en 1911. Y las pretensiones de Nueva Zelanda y Australia se basan en las gestas antárticas de James Clark Ross, quien izó la bandera del Imperio británico en territorios que fueron puestos bajo la administración de esos dos países por la Corona británica, en 1923 y 1926, respectivamente. En tanto, Francia también reclama una pequeña porción de suelo antártico que fue descubierta en 1840 por el comandante Jules Dumont D'Urville, quien la bautizó como Tierra Adelia, en honor a su esposa.

Curiosamente, todavía hay una gran parte de la Antártida que permanece sin reclamar en la actualidad. Justo al este de la plataforma de hielo de Ross se encuentra Marie Byrd Land, un vasto y remoto territorio que es, con mucho, el área terrestre no reclamada más grande de la Tierra.

¿Cómo podría dividirse equitativamente?

Hay quienes argumentan que existe una forma más equitativa de dividir la tierra en la Antártida. Ahí es donde entra en juego la teoría de la fachada. La teoría, propuesta originalmente por la erudita geopolítica brasileña Therezinha de Castro, sostiene que los sectores del continente antártico deben distribuirse de acuerdo con los meridianos (las líneas imaginarias que corren de norte a sur alrededor de la tierra). Dondequiera que las líneas rectas que van hacia el norte tocan tierra, ese país tendría soberanía sobre la “cuña” correspondiente del territorio antártico.

El mapa a continuación muestra aproximadamente cómo se verían las reclamaciones territoriales en ese escenario:

Distribución hipotética de la Antártida.
Distribución hipotética de la Antártida.

Puedes verlo en máxima resolución aquí.

Si bien Brasil tiene razones obvias para favorecer esta "solución" a las disputas, también es un experimento mental que produce una mezcla interesante de reclamos territoriales. Incluso Irán podría optar a una parte. No solo los países vecinos de África y América del Sur obtendrían su trozo del pastel, sino que lugares como Canadá y Groenlandia terminarían con territorios adyacentes a los dos polos del planeta. Desafortunadamente para los países mencionados, esta es sólo una idea, y seguramente no llegaremos nunca al punto en el que haya que dividirse el territorio así como si de porciones de una tarta se tratara.

Imágenes: Visual Capitalist/World Factbook

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