Los próximos meses van a ser convulsos en Europa. A las elecciones presidenciales francesas, donde Marine Le Pen y su Frente Nacional encabeza todas las encuestas, hay que sumar las holandesas, donde Geert Wilders y su Partido de la Libertad (PVV) podrían colocarse por primera vez y de forma histórica al frente de los resultados electorales. Ambos hechos serían históricos: nunca la extrema derecha ha ganado las elecciones en dos países que constituyen el corazón central de la Unión Europea.
Wilders ha regresado a los medios de comunicación por su estrambótica forma de iniciar su campaña electoral: llamando "escoria" a la población inmigrante marroquí. La frase ha provocado gestos escandalizados a un lado y miradas desvaídas a otro, siguiendo una larga tradición de declaraciones de Wilders en el que ataca de forma cruenta al Islam y a la población inmigrante de Países Bajos. ¿Pero quién es Geert Wilders, qué defiende su partido y qué aspira a hacer con Países Bajos si obtiene el gobierno?
Primero: ¿de dónde ha salido Wilders?
Gert Wildeer inició su carrera política en el seno del partido de centro-derecha hegemónico de Países Bajos, el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD), primero como asistente personal de Frits Bolkestein, líder de la formación durante los noventa, y más tarde como parlamentario.
Su estrellato político se inicia a partir de las elecciones parlamentarias de 2002, cuando se convierte en uno de los portavoces públicos del partido. A la natural notoriedad del cargo, Wilders sumó unas maneras poco ortodoxas dentro de su partido: particularmente enfocado en cuestiones como la inmigración o el Islam, elevando el tono de la retórica del partido y colocándose a la derecha del núcleo central conservador, Wilders rápidamente se enfrentó a la dirección de su partido, abandonándolo en 2004.
Opuesto a las negociaciones de la Unión Europea con Turquía sobre su posible adhesión, en contraste con su partido, Wilders creó desde su independencia parlamentaria el Partido de la Libertad, plataforma política que preside y dirige desde entonces. Elección tras elección, el partido ha obtenido una buena porción del diverso pastel parlamentario holandés: hoy es la tercera fuerza política del país (10% de los votos).
¿Por qué es un político tan polémico?
La ruptura de Wilders con VVD fue ideológica pero también cosmética: Wilders no sólo estaba en contra de recibir a más inmigrantes o de abrir una puerta tolerante y cosmopolita a la inmigración, sino también de articular el discurso con buenas palabras.
Su tono agresivo le ganó un espacio entre el electorado holandés cansado de lo que, en palabras de Trump, dominaban el discurso político holandés, "la corrección política", y sus coqueteos islamófobos le permitieron recibir el apoyo de numerosas personas que observaban con recelo el desdibujo tradicional de Países Bajos (a cuya intensa inmigración hay que sumar los migrantes provenientes de sus antiguas colonias de ultramar).
La presentación de su campaña este año es paradigmático del mensaje completo de Wilders: según él, si un joven holandés se salta un límite de velocidad será duramente reprimido por la administración, mientras que la "escoria marroquí" puede delinquir sin cortapisas ("gente que hace inseguras las calles") mientras nadie les presta atención o se los toma en serio. Wilders se acerca a los problemas de la inmigración con un tono decididamente polémico, con objeto de arrasar con el ciclo informativo.
Con anterioridad, Wilders había dejado infinidad de perlas. Desde una desacertada comparación del Corán con el Mein Kampf de Adolf Hitler hasta la acuñación del término Eurabia, ejemplo definitivo de la "islamización de Europa", una idea central de su carrera política al frente del Partido de la Libertad. Wilders ha alimentado el discurso del odio contra las minorías raciales, utilizando a los inmigrantes como chivos expiatorios de la sociedad neerlandesa, lo que ha provocado que las opiniones sobre su figura estén muy polarizadas.
¿Por qué ahora puede ganar en Países Bajos?
Por el escenario de transformación de la política neerlandesa.
Que se puede extender al resto de Europa o de Estados Unidos. Es sencillo encontrar resonancias de la victoria de Trump o del ascenso de Marine Le Pen en las encuestas francesas, así como del Brexit o del surgimiento de Alternativa para Alemania, en el revitalizado impulso electoral de Wilders. Todos ellos comparten idénticos recelos frente al multiculturalismo y la inmigración, amén de las estructuras supranacionales o de la globalización, y todos ellos reviven de un modo u otro formas de nacionalismo que se creían en retroceso.
Pero hay particularidades en Países Bajos. La más destacable, su fragmentación parlamentaria: las mayorías absolutas son una quimera y la multitud de partidos en la cámara de representantes obliga a coaliciones de dos o más partidos. Es habitual que conservadores y socialdemócratas compartan gobierno.
La segunda, el escenario de cambio, muy bien explicado en este artículo de Politikon: tanto a la derecha, gracias a Wilders, que está ocupando parte del escenario tradicionalmente en posesión del VVD, como por la izquierda, gracias a los Verdes y a D66, un grupo social-liberal, los dos grandes partidos pierden terreno. Y también lo hacen las preferencias del electorado: la adhesión de los jóvenes a grupos verdes o la de los mayores a un partido solo dirigido a ellos (50PLUS) hablan de nuevos ejes ideológicos y políticos.
Ahí, Wilders ha encontrado su nicho lejos de la derecha-izquierda: se posiciona junto a los Países Bajos tradicionales y a la recuperación de soberanía de la Unión Europea. Y el populismo y la islamofobia son sus herramientas.
¿Y qué hará con el país si obtiene el gobierno?
En Países Bajos, esta pregunta siempre es condicional. Lo más probable es que el gobierno resultante tenga el apoyo de hasta cuatro formaciones parlamentarias, por lo que los contrapesos al gobierno serán enormes.
Pero las intenciones de Wilders son claras. Bajo el lema "Hacer de los Países Bajos nuestros otra vez", en clara reminiscencia al "Make America Great Again" de Donald Trump, el PVV quiere "deislamizar" el país, cerrando las fronteras a los solicitantes de asilo o a los inmigrantes provenientes de países mayoritariamente musulmanes, aabando on los centros de asilo, prohibiendo las "expresiones islámicas que violen el orden público" o cerrando todas las mezquitas y escuelas islámicas y, literalmente, "prohibiendo el Corán".
Son ideas extremas y duras, que ha moderado ante una perspectiva de gobierno (el Corán, por ejemplo, no sería confiscado, como habría sugerido con anterioridad, pero sí retirado de las estanterías).
Wilders también quiere dejar la Unión Europea, al modo británico y siguiendo los coqueteos de Le Pen en Francia. Sin embargo, la mayor parte del parlamento holandés es europeista, por lo que es improbable que obtenga el referéndum.
¿Qué hay del resto? Cuando hablamos de extrema derecha, las posiciones anti-inmigración y anti-Unión Europea dominan la agenda, pero poco se habla del resto de sus políticas. En líneas generales, Wilders selecciona políticas que en ocasiones caen en el saco de la izquierda, tradicional o renovada, o de la derecha. Por ejemplo, su partido aboga por mayor participación ciudadana y por impulsar las consultas directas. También quiere mantener la jubilación en los 65 años, revertir los recortes en cuidados a ancianos y reducir el precio de la vivienda.
Al mismo tiempo, Wilders adopta ideas clásicas de la derecha. Por ejemplo, quiere reducir el impuesto sobre la renta y reducir los impuestos a los automóviles a la mitad (Países Bajos ha impulsado numerosas políticas verdes que el Partido de la Libertad rechaza al completo). La formación también quiere eliminar las ayudas al desarrollo, a las artes, a la innovación o a los medios. Y también opta por un estado fuerte, sumando inversiones a Defensa y a los cuerpos de seguridad del estado.
El resultado es un programa que camina entre el estado fuerte que asegure la ley y el orden, ideas de la nueva política, más inversión pública en "la gente" y medidas económicas tradicionalmente de la derecha. Un híbrido raro entre nacionalismo y conservadurismo-populista con un toque social, tan en boga en Europa últimamente.
Ok, ¿cuándo sabremos si ha ganado?
En un mes, el 15 de marzo. Ganar, en todo caso, no asegura la gobernabilidad: las posibles coaliciones de gobierno son muy amplias en función de los resultados, y son pocos los partidos que simpatizan con un gobierno encabezado por una figura tan divisiva y polémica como Wilders. Pero si su partido es la lista más votada, Wilders habrá marcado un hito histórico en la política neerlandesa.