La playa de los cristales: Galicia tiene uno de los arenales más fascinantes de España por casualidad

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Más que una playa, la Praia dos Cristais es una lección. O un capricho de la naturaleza, según se mire. Durante un tiempo los humanos nos dedicamos a descargar botellas y demás desechos de vidrio en este rincón de la costa de la comarca de Bergantiños, al norte de Galicia, convirtiendo un litoral idílico en un vertedero. Pasó el tiempo. Se acumuló basura. Llegaron y se retiraron las olas. Se acumuló más basura. Continuaron subiendo y bajando las mareas. Y así, fruto de ese ciclo, de una cadencia pausada pero pertinaz de cristales reventados y olas incesantes, hemos obtenido con el tiempo una playa de cuentas de cristal.

Ni más, ni menos.

Lo que nosotros convertimos en su día en un vertedero, la naturaleza nos lo ha devuelto reconvertido en un espectacular arenal repleto de "gemas" multicolor.

Para entender la Praia dos Cristais tenemos que remontarnos unos cuantos años atrás. Y desplazarnos a Laxe, una pequeña localidad de 3.000 vecinos situada en Bergantiños, provincia de A Coruña. Allí decidieron en su día abrir un vertedero en el que se descargaba basura, incluidas botellas y demás desechos de vidrio. Con el tiempo esos fragmentos acabaron arrastrados por las mareas, que se encargaron de pulirlos hasta convertirlos en gemas romas que se amontonaron en una cala próxima, conocida durante mucho tiempo como Areal dos Botiños.

Cóctel de basura y naturaleza

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Y no, lo de "botiño" no venía de los botes de vidrio, sino de uno de los diferentes nombres con los que se designa en Galicia a los arroaces, delfines mulares que se dejan ver con frecuencia cerca de las costas y las rías de la comunidad.

Con el tiempo sin embargo la cala, situada justo debajo del cementerio, en la ensenada de Baleeira, acabó recibiendo otro nombre: Praia dos Cristais, o Playa de los Cristales. Sobran las explicaciones de cuál fue la razón. Fruto de una mezcla tan peculiar como la erosión natural y la basura humana había brotado en un rincón de las Rías Altas una cala especial, una porción de litoral en la que los granos de arena se mezclaban con infinidad de cuentas de vidrio pulidas por el mar.

Que fuera bella, que lo es, o que atrajera turistas, que los atrae, no sirvió sin embargo para que hace dos décadas estuviera a un tris de desaparecer. En 2004 la Xunta de Galicia decidió limpiar el entorno y solo la presión vecinal y de colectivos medioambientalistas consiguió que los trabajos se paralizasen. Para cuando las máquinas echaron el freno, sin embargo, se había retirado ya una cantidad considerable de cristales multicolor que no se han podido recuperar.

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No fueron las únicas cuentas que perdió la playa.

Con los cristales llegó la fama y con la fama un goteo de turistas, que llegan atraídos por la belleza del lugar a pesar de que las fuertes corrientes de la zona no la hacen apta para el baño. El problema es que los visitantes no siempre actúan de forma responsable. Pese a que en la playa hay varios carteles que piden a los visitantes que respeten la cala y no se lleven las "gemas", sigue habiendo quien prefiere volverse a casa con un recuerdo pulido de Laxe en el bolsillo.

Hace solo unos meses el acalde del pueblo, José Luis Pérez, reconocía su frustración después de que se arrancaran los carteles y una vecina grabase a un hombre recogiendo cuentas de vidrio. "Poco más podemos hacer", comentaba el regidor, quien confiesa que la única alternativa es incrementar la vigilancia.

En juego está uno de los reclamos turísticos más populares de la zona, que ha ganado fama durante los últimos años y se presenta ya como una de las paradas cruciales del Camiño dos Faros, un itinerario de 200 km que transcurre entre Malpica y Fisterra. Su atractivo ha captado el interés también de algunos medios especializados en viajes, como National Geographic o Condé Nast Traveler.

La Praia dos Cristais de Laxe es espectacular, pero no única.

No al menos en su esencia.

En Asturias presumen de El Bigaral, una playa cubierta también por cristales de colores y que tiene una historia similar a la de Bergantiño. Situada en Antromero, al sur de Luanco, el arenal tiene un pasado y presente que recuerdan a los de Laxe: en su día sufrió los efectos de un vertedero de vidrio; hoy está repleta de cuentas multicolores, fragmentos de aquellas botellas que han sido pulidos por las olas.

De todas las playas de cristal la palma, al menos en lo que fama se refiere, se la llevan sin embargo otros dos arenales situados fuera de España: Ussuri, en Rusia; y la espectacular Glass Beach, en Mendocino, California, el inesperado resultado también de un antiguo basurero al que se arrojaban botellas de cristal.

Mientras preparas las maletas para visitar alguna puedes ir abriendo apetito con las panorámicas de la Praia dos Cristais ofrecidas por Google.

Todo un espectáculo natural. Y toda una lección que muestra cómo donde nosotros arrojamos basura el mar ha sabido crear un espectáculo único y multicolor.

Imágenes: Amaianos (Flickr), Marcos|socram (Flickr) y Turismo Laxe

En Xataka: Cuarenta metros, sin olas y aislada: una de las playas más pequeñas de mundo está en un pueblo de Asturias

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