Embrujados por el legado de El triunfo de la voluntad, la palabra "propaganda" suele presentarse en nuestra imaginación como la repetición machacante y exultante de ideología. Grandes desfiles militares, loas a la nación y al amado líder, lemas rimbombantes y fantasmagóricos, adoctrinamiento en las escuelas, etc. Corea del Norte domina el registro a la perfección. Pero ahora ha decidido adentrarse en un nuevo género: la propaganda youtuber, la exaltación del día a día.
Vídeos. Lo ilustran una serie de vídeos colgados por distintos canales de origen incierto, pero seguramente estatal. El más popular es "Echo of Truth", de particular actividad durante los últimos meses. Las piezas versan sobre aspectos mundanos de la vida coreana. Supermercados llenos (en contra de los rumores), actividades de ocio rutinarias para los habitantes de Pyongyang o apacibles paseos por sus hermosas calles.
Distinto. El tono es distendido y la presentadora siempre se dirige a la audiencia en inglés. Su orientación es nítidamente internacional, dado que la mayor parte de norcoreanos no tiene acceso a Internet. Otras cuentas, como New DPRK, hablan de asuntos igualmente cotidianos. Aquí se nos explica el trasiego diario de una escuela. Aquí se narra una visita al dentista. Aquí se pone el foco en la infancia. Y aquí, en la moda.
Normales. La abundante presencia de norcoreanos, protagonistas exclusivos de los vídeos, apuntala una idea que el régimen parece interesado en promover internacionalmente: normalidad. Corea del Norte es un país como cualquier otro donde sus ciudadanos disfrutan de los mismos placeres y rutinas. Como explica aquí NPR, se trata, en apariencia, de una campaña estatal que abarca otras redes sociales (como Twitter), y que busca embaucar a una audiencia global mediante contenido experiencial.
Diferencias. Esto marca un agudo contraste con el estilo y el tono más célebre de sus autoridades. Corea del Norte había tratado de impresionar al mundo (y a su audiencia interna, ante todo) mediante desfiles pomposos, una desquiciante obsesión con su líder (hoy Kim Jong-Un), y proyectos de variopinta magnificiencia (cómo olvidar a su hotel flotante). El mundo había transformado estos mensajes en un meme, manifiesto de su relativa utilidad externa. El giro a la normalidad cambia la tendencia.
Interés. Esto se debe, quizá, al interés de Kim Jong-Un en apuntalar la legitimidad del régimen por la vía de la prosperidad (además de la militar). Corea del Norte es un éxito porque sus fábricas proveen con bienes de consumo a sus habitantes, y porque las hambrunas son cosa del pasado (extraoficialmente). A mediados del año pasado, promovió una transformación total en las reglas de comunicación y propaganda seguidas hasta entonces por el aparato estatal.
El gobierno norcoreano debía cambiar sus gráficos, su tono, sus historias, su narración, su guión. Los presentadores debían parecer más modernos, más cercanos (habilitando a que se levantaran de su silla, por ejemplo). El propio Kim Jong-Un debía dejar de ser "mistificado" para parecer más humano, más afín. Todo ello con el objeto de no insultar a la inteligencia del consumidor o caer en la autoparodia. Los vídeos cotidianos del país son el último ejemplo de una propaganda algo más sofisticada.