Lo contamos hace unos días, la compañía danesa Novo Nordisk es una de las empresas más valiosas, sino la que más, de toda Europa. Su éxito se explica con un nombre: Ozempic, el fármaco que comenzó su andadura contra la diabetes y ha terminado siendo el mejor eslogan de las farmacéuticas en lo referente a tratamientos para bajar peso. Hemos hablado largo y tendido sobre el fármaco y sus variantes, incluso del lugar donde se produce, pero no de su gran paradoja.
Un pueblo e inversión millonaria. Kalundborg, un pequeño pueblo costero de Dinamarca, ha recibido una inversión “monstruosa” de nada menos que 7.7 mil millones de euros. El pagador: Novo Nordisk, la empresa farmacéutica detrás de Wegovy y Ozempic, medicamentos "best-seller" para la pérdida de peso. Desde entonces, el enclave se ha convertido en el centro de producción más importante de la semaglutida, el compuesto activo utilizado en ambos, lo que lo convierte en un punto clave para la industria farmacéutica danesa.
Sin embargo, a pesar de esta inversión millonaria, Kalundborg enfrenta grandes desafíos para atraer a residentes permanentes, algo fundamental para su prosperidad. No solo eso. En un giro de lo más irónico, el pueblo enfrenta uno de los problemas de obesidad infantil más graves de la nación y una aparente falta de beneficios tangibles para sus residentes locales.
Falta gente. Contaba hace unos días la BBC que cada mañana, una larga fila de trabajadores llega al pueblo, pero pocos se quedan al terminar la jornada. La mayoría prefiere desplazarse desde otras ciudades, dejando a Kalundborg deshabitada durante la tarde. Al parecer, aunque la inversión per cápita es significativa, los problemas de infraestructura y falta de atractivos han limitado su desarrollo residencial.
Pero hay más. El medio explicaba que las escuelas locales están en muy mal estado y tienen dificultades para atraer profesores cualificados, lo que repercute en el rendimiento académico y en las expectativas de los estudiantes. Esto genera un círculo vicioso que termina en el mismo pozo: muchos jóvenes no ven la necesidad de esforzarse pensando que siempre podrán trabajar en la planta de Novo Nordisk.
Contrastes y perspectivas. Uno de los ejemplos más claros se da en el Gymnasium, la escuela secundaria de Kalundborg, donde los estudiantes expresan opiniones mixtas sobre el futuro del pueblo. Mientras algunos, como Anna K., contaban a la BBC que desean mudarse a ciudades más grandes por considerar que la vida en Kalundborg es monótona, otros como Ali y Marie desean regresar tras sus estudios, esperando que el pueblo ofrezca más oportunidades en los próximos años.
Obesidad infantil. Sea como fuere, la mayor de las paradojas se da por los problemas de salud de los jóvenes en un pueblo con la mayor planta de compuesto activo de Ozempic. A pesar de la actividad económica impulsada por Novo Nordisk, el mayor problema de Kalundborg es de salud pública: el pueblo se encuentra en el 5% más alto de toda Dinamarca en cuanto a tasas de obesidad infantil.
Además, la economía del pueblo se ha vuelto dependiente de los empleos en la planta, con muchos trabajadores de bajos ingresos que han sido desplazados de Copenhague debido al alto coste de vida en la capital. Esto ha generado una comunidad que, aunque se beneficia económicamente del trabajo en la planta, enfrenta limitaciones para mejorar su calidad de vida.
Depender de la industria farmacéutica. Novo Nordisk, valorada en aproximadamente 500 mil millones de dólares, qué duda cabe, hoy representa un pilar para la economía danesa, y su éxito ha sido tan significativo que, sin el crecimiento del sector farmacéutico, la economía de la nación habría disminuido (un 0.8%) en lugar de crecer un 1.1% en los primeros nueve meses de 2023. La compañía espera crear 1.250 empleos adicionales en Kalundborg, sumándose a los 4.500 ya existentes en la planta.
Sin embargo, esta dependencia plantea un riesgo conocido de un país "vecino", el ocurrido con Nokia y su colapso en la década de 2000, afectando gravemente a la economía de Finlandia. Para Kalundborg, que ya vivió un declive industrial cuando la planta de Carmen Curlere cerró en los años 90, esta situación despierta preocupaciones de una dependencia excesiva en una sola industria.
Futuro y desafíos. El alcalde de Kalundborg, Martin Damm, es optimista respecto al futuro de la ciudad y asegura que más de 1.000 empleos se crean anualmente. Afirma que se están renovando las escuelas y que el aumento en la prosperidad traerá estilos de vida más saludables con el tiempo. Además, la construcción de una nueva autopista debería ayudar a reducir la congestión de tráfico, aunque la clave estará en lograr que más personas decidan vivir en el pueblo de manera permanente.
A pesar de todo los desafíos, hay señales de desarrollo. Lo contamos hace poco. Tres universidades, incluida la University College Absalon, han comenzado a ofrecer cursos de biotecnología en Kalundborg, atrayendo a estudiantes y fomentando el interés de inversores privados. Además, la Fundación Novo Nordisk, una de las organizaciones filantrópicas privadas más grandes del mundo, financia el Helix Lab, un centro de investigación y educación en la ciudad, fortaleciendo la capacitación y el desarrollo científico en la región.
Una cosa parece meridianamente clara a la vista de los acontecimientos. Para que el éxito económico se traduzca en un impacto positivo y duradero para sus habitantes, el pueblo de Kalundborg necesita soluciones que vayan más allá de la simple inversión económica, enfocándose en la mejora de servicios básicos, infraestructura y bienestar social.
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