Muchos bomberos de California son presos. Ahora el coronavirus arrasa en las cárceles: la tormenta perfecta

Dl U463416 004
Sin comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail

Las llamas se han comido 312.000 hectáreas del suelo californiano en las últimas tres semanas. Está siendo una de las peores temporadas que se recuerdan. Los rayos de las tormentas han provocado multitud de focos, y las altas temperaturas están alimentando su constante expansión. Como 2020 no da un respiro, la zona debe hacer frente a la amenaza con una dificultad añadida, una inesperada y abrupta escasez de personal con respecto a épocas anteriores. La mayoría de trabajadores regulares no han faltado a su puesto, pero hay un grupo que está siendo muy castigado por la crisis pandémica: los presos.

Calfire, el Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California, cuenta con 6.500 empleados fijos para todo el año y sube a 15.500 sumando a los trabajadores estacionales de verano. Alrededor de 3.500 de esos bomberos y ayudantes de bomberos son reclusos a lo largo y ancho del estado norteamericano.

Ha sido, de siempre, una de las principales y durísimas ocupaciones de este segmento. Ellos son el “equipo de mano”, bajo vigilancia federal, los primeros en acudir a los focos y los que hacen las tareas más duras y arriesgadas. Ganan entre 3 y 13 dólares por día frente a los 360 dólares que cobra el bombero medio, pluses aparte. California tiene algunas de las prisiones más sobrepobladas del país, y desde 1942 introdujo esta fórmula penitenciaria, montando cada vez más cárceles que funcionaban como campamentos de bomberos. La experiencia de los presos, por cierto, no les sirve de mucho en su empleabilidad una vez salen de sus instalaciones.

Corte a: coronavirus. También por la superpoblación de las cárceles californianas es lógico que los brotes más virulentos del Covid-19 hayan tenido lugar entre sus muros, obligando a los alcaides a liberar entorno a 10.000 condenados sanos en lo que dure la pandemia para no empeorar la circulación. Ahora mismo, según los funcionarios del Estado, sólo 30 de las 77 cuadrillas de reclusos bomberos están disponibles para combatir los incendios. De forma improvisada los responsables están buscando a cuadrillas de ciudadanos que sepan usar excavadoras y o manejen equipos de limpieza de maleza para apurar la falta de personal.

Menos bomberos, más peligrosos: como muchos centros han tenido que dejar salir a condenados para evitar que se contagien y otros centros han optado por la prohibición del movimiento al exterior, lo que lleva a que equipos de bomberos al completo no puedan ir al lugar de acción, los funcionarios de prisiones están trasladando en algunos casos a reclusos más peligrosos a esos campamentos de bomberos, en los que, por lo general, operaban los delincuentes de menores. Ahora gente con delitos violentos irán a ayudar contra los incendios, Así que, además de a todo el estrés que hemos visto, bomberos y oficiales de policía tendrán que tener más vigilados a sus ayudantes.

Foto: Stephen Lam.

Comentarios cerrados
Inicio