Piensa en un personaje femenino feo o poco atractivo en el cine o la televisión. Es posible que lo imagines con sobrepeso, con granos, malvestido y sin maquillar, que todos esos atributos se mezclen a la vez en una figura abstracta o que se adhieran por separado. Pero hay una certeza: estás pensando en una chica con gafas. Gafas grandes.
El cliché de las gafas para denotar la fealdad de ambos géneros, pero especialmente del femenino, ha sido una constante durante toda la historia del cine de masas y, más tarde, de la televisión generalista. Lo hemos visto recientemente en Stranger Things, por ejemplo, donde el personaje más entrañable pero también más maltratado por los guionistas, Barb, respondía a la fisionomía clásica de "amiga fea de la amiga cool". Y su principal característica eran las gafas. Raras, eruditas, frikis, feas.
¿Qué sucede cuando desaparecen? Que la persona en cuestión es más atractiva. Porque, como Isaac Asimov escribió en 1956, lo relevante es su valor simbólico: las gafas representan conocimiento, y sin ellas todo es más bonito.
Isaac Asimov's critique of the "ugly girl with glasses becoming popular" from 1956 is spectacular. pic.twitter.com/toxMCVRLgA
— Doktor Andy (@DoktorAndy) 30 de octubre de 2016
El tuit anterior acumula ya más de 15.000 retuits. Es una fotografía realizada por @DoktorAndy a una página de "El culto a la ignorancia" un pequeño ensayo escrito por el maestro de la ciencia ficción y recopilado en ¿Hay alguien ahí?, una colección de ideas y pequeños ensayos de Asimov sobre la ciencia y la vida. En él, Asimov arremete contra los estereotipos de Hollywood y de la cultura de masas del siglo XX. Una en la que, a su juicio, las gafas son sinónimo de inteligencia, y por tanto censurables en la gran pantalla.
Lo traducimos al completo:
El cliché al que me refiero es aquel en el que se asume que una magníficamente bella actriz, a la que podríamos llamar Laura Lovely, es fea, dado que lleva gafas. Esto ha sucedido una y otra vez. Laura Lovely es una bibliotecaria o una profesora de colegio (los dos trabajos femeninos que, bajo las convenciones de Hollywood, garantizan soltería y infelicidad), y naturalmente lleva grandes gafas de carey (el tipo más intelectual) para indicarlo. Para cualquier hombre práctico en la audiencia, la imagen de Laura Lovely con gafas evoca una reacción de ningún modo distinta a la visión de ella misma sin gafas. Y sin embargo, para la distorsionada visión del actor interpretando el papel de héroe de la película, Laura Lovely con las gafas puestas es común. En un momento de la película, una amable amiga de Laura, que conoce las verdades de la vida, le quita las gafas. De repente, resulta que puede ver perfectamente sin ellas, y nuestro héroe cae enamorado apasiondamente de la ahora bella Laura, y hay un perfectamente glorioso final. ¿Hay alguna persona viva tan obtusa para no ver que (a) la presencia de gafas de ningún modo arruina el aspecto de Laura y que nuestro héroe debe estar completamente al tanto de ello, y que (b) si Laura llevara gafas por algún motivo en concreto, quitárselas provocaría que besara al hombre equivocado, dado que probablementente no podría diferenciar una cara sin ellas? No, las gafas no son gafas en el sentido literal. Son un mero símbolo, un símbolo de la inteligencia. A la audiencia se le enseña dos cosas: (a) la evidencia de que mucha educación es un obstáculo social y provoca infelicidad; (b) la educación formal es innecesaria, puede ser minimizada a voluntad y el resultado del limitado desarrollo intelectual conduce a la felicidad.
Las gafas y el anti-intelectualismo de ayer y hoy
Asimov no ha sido el único en criticar el estereotipo. Desde la perspectiva feminista, otras autoras han señalado que las gafas, mucho antes que representar un defecto de visión o físico, eran en realidad una forma de dibujar al personaje femenino como independiente, intelectual e inteligente. Un problema para los roles de género clásicos. "La mujer intelectual mira y analiza, y usurpando la mirada plantea toda una amenaza a la totalidad del sistema de representaciones", se analiza en The Sexual Subject a cuenta de Bette Davis en Now Voyager.
Para Asimov, la cuestión se enraizaba dentro de uno de sus temas clásicos de pensamiento: el anti-intelectualismo de la sociedad estadounidense y occidental. En 1980 publicó en Newsweek su célebre columna "Un culto a la ignorancia", señalando la venial y transversal tendencia de la sociedad y de la política estadounidense de hacer de "mi ignorancia tan respetable como tu conocimiento". Una dura crítica que hoy podría encontrar acomodo tanto en Trump como en el ataque a "los expertos" de Gove.
Pero si las palabras de Asimov resuenan en nuestra memoria cincuenta años después es porque no cuesta asociarlas a personajes (o incluso series) como Betty la Fea o decenas, centenas de otras mujeres con gafas que, despojadas de ellas, son más atractivas. Décadas más tarde, sin embargo, sería Esta no es otra estúpida película americana quien parodiaría de forma más relajada lo planteado por Asimov en su ensayo.
O lo que va de esto:
A esto:
En una sola escena: