Desde que Alberto Garzón accediera a la cartera de Consumo todos los clubes deportivos de España podían esperar una larga y dolorosa batalla contra la publicidad de las casas de apuestas. Muchos de ellos dependen en gran medida de ellas para cubrir sus presupuestos. En febrero obtuvieron la primera pista, confirmada en julio: la publicidad del juego en sus camisetas y tablones publicitarios quedaría prohibida en cuanto se publicara el decreto ley pertinente.
Hoy han recibido la confirmación definitiva. Con polémica.
La carta. El problema surge de los tiempos. Con la temporada ya comenzada y los patrocinios cerrados, el Ministerio de Consumo ha remitido una misiva a todos los clubes de la Liga de Fútbol Profesional conminándoles a "cancelar" sus acuerdos con las casas de apuestas. Garzón considera que el decreto, una vez sancionado por el Consejo de Estado, está listo para su publicación. Y que su aplicación tendría efecto inmediato.
Esto ha causado un gran enfado en La Liga.
🚨 Noticia @partidazocope
— El Partidazo de COPE (@partidazocope) October 28, 2020
📩 Carta del Gobierno a los equipos de @LaLiga: "En los próximos días se les obligará a retirar la publicidad de casas de apuestas"
😡 La gran mayoría de equipos están muy enfadados con esta decisión del Gobierno
📻 #PartidazoCOPE pic.twitter.com/UokSUzDboa
Estrategias. ¿Significa eso que los equipos, a mitad de temporada y con los presupuestos cerrados, tendrán que prescindir de sus patrocinios y de sus generosos ingresos? No. El decreto, como se anuncia en la propia carta y como Consumo ha confirmado en varias ocasiones, incluye un "periodo de carencia". Los clubes que dispongan de un acuerdo esta temporada lo podrán mantener hasta el final de la misma. Pero no podrá ir más allá. Tendrán que romperlo de cara a la siguiente.
Es decir, este es el último año de las apuestas en el fútbol o en el baloncesto. Su publicidad no estará permitida en la 2021-2022.
Rapidez. Pese al aspaviento, La Liga no puede fingir sorpresa. En junio fueron múltiples los equipos que se apresuraron a renovar sus contratos, o a firmar nuevos, con diversas casas. Para entonces ya sabían de las intenciones del ministerio y de la más que probable prohibición en cuanto se publicara el decreto. Garzón, de hecho, tildó de "temeridad" aquellos acuerdos. Los clubes deseaban imponer los hechos sobre el terreno. Es más difícil revertir algo cuando está consumado.
¿Cuáles? Hay varios ejemplos. Durante el verano, Betis y Celta firmaron con Betway; Leganés y Sevilla renovaron con sus respectivos patrocinadores, Betway y Marathon Bet; el Cádiz incorporó a Dafabet; el Málaga añadió a William Hill en la manga de su camiseta, al igual que el Rayo Vallecano. Esta casa ha sido particularmente activa en Segunda División, renovando o accediendo a la Ponferradina, Alcorcón, Real Oviedo y Sporting de Gijón. Todos ellos en septiembre.
Sevilla y Valencia, de hecho, conociendo el deseo de Consumo, buscaron nuevos patrocinadores entre las casas de apuestas para salvar sus presupuestos. Finalmente, el primero se quedó con Marathon Bet, que amenazaba con marcharse, y el segundo con Bwin, pese a sumar patrocinios alternativos.
El dinero. ¿Por qué nadie firmaría un contrato sabiendo que su duración tiene los días contados? Porque las casas de apuestas se han convertido en uno de los pilares económicos tanto del fútbol como del baloncesto. Más de 90 millones provenientes de sus fondos de patrocinio llenan las arcas de La Liga todos los años. En un momento en el que los clubes españoles están en franca inferioridad financiera frente a los ingleses o alemanes, derechos mediante, es un maná irrenunciable.
En el baloncesto algunas situaciones son aún más dramáticas. Equipos como el Bilbao dependen casi en exclusividad de una sola casa, RETAbet.
La carencia. Se trata de una transformación financiera que ambos deportes han experimentado en el pasado. Primero tras la limitación y prohibición de la publicidad de bebidas alcohólicas; después, cuando el tabaco desapareció de la esfera públicas. En ambos casos, recuerdan los clubes, las carencias fueron más largas (de hasta tres años), permitiendo una adaptación gradual. Algo que el decreto de Consumo (un año) no permite ahora.
En esa transición, los clubes tampoco han buscado alternativas, y las renovaciones de este verano son la mejor prueba. Ahora y a un año vista, el fútbol español tiene un problema multimillonario.
Imagen: Marcelo del Pozo