¿Monarquía o república? Durante más de cincuenta años, la cuestión jamás ha estado verdaderamente a debate en España. La figura del rey, personificada antaño en Juan Carlos I, gozaba de un elevado grado de consenso político. Hoy las cosas son distintas. Su huida ha sumido a la Casa Real en un escándalo sin precedentes. Suficiente para que al menos un partido en el gobierno, Unidas Podemos, plantee un debate sobre la jefatura de estado. Uno de elevado componente polarizador.
Encuestas. ¿Pero qué opinan los españoles sobre la monarquía? Durante las últimas décadas, los partidarios de la institución han apuntado a la Constitución de 1978. Allí se incluía el modelo de estado, al rey. Y los españoles votaron abrumadoramente a su favor (91%). Las cosas son más complejas. Algunas encuestas han arrojado algo de luz sobre el asunto. En 2018, Ipsos Mori comparaba (PDF) las actitudes hacia la monarquía de distintos países monárquicos. El resultado:
¡República! Por un lado, buenas noticias para la causa republicana. De todos las monarquías analizadas, España es la más proclive a un cambio en la jefatura de estado. El 37% de los encuestados consideraba que al país le iría mucho mejor sin un rey, un porcentaje muy abultado en comparación al sueco (23%), al malayo (18%), al belga (17%) o al canadiense (15%). Es algo que casa bien con la composición del Congreso. En las últimas elecciones, en torno al 25% se dirigió a coaliciones abiertamente republicanas.
¡Monarquía! Ahora bien, España puede ser la monarquía menos monárquica, pero también la menos republicana. Un 24% de los encuestados considera que al país le iría peor sin un rey. Es un porcentaje abultado, que contrasta con las cifras más modestas de Suecia (10%), Australia (19%) o Malasia (15%). Sólo Bélgica (26%), donde el rey ejerce de pegamento nacional, y Japón (35%), donde una sola dinastía lleva más de 3.000 años en el trono, mostraron cifras superiores.
En agregado, España cuenta con el mejor número de indecisos o indiferentes (40%). En el resto de países, el modelo de estado no cambiaría gran cosa sobre el futuro de la nación. En España opinamos de forma más vehemente, tanto a favor como en contra.
Valoración. No siempre fue así. En 1994, el CIS cuestionó por primera vez a los españoles sobre la institución monárquica. Su nota: un 7,4 sobre 10. La valoración ha ido decreciendo con el paso de los años. En 2011 bajó al 4. Durante los compases finales del reinado de Juan Carlos I llegó al 3,7, para repuntar tras la coronación de Felipe VI (4,3). En el proceso, nuestras opiniones se polarizaron: los conservadores se mostraron cada vez más partidarios del rey; los progresistas, cada vez menos.
Polarización. Es algo que casa bien con la controvertida historia de la monarquía y de la república en España, muy dependiente de los anhelos e intereses de cada proyecto político. Al contrario que en Suecia o Reino Unido, el rey no está asociado a cierta neutralidad ideológica, institucional. Es una herramienta política, a menudo arrojadiza. Algo apuntalado por el creciente proceso de polarización que vive la sociedad española, uno de los más agudos de Europa. Nos cuesta ponernos de acuerdo.
La monarquía no es una excepción.
¿Referéndum? Quizá por ello nos encaminemos hacia una paradoja. España es la monarquía donde potencialmente más voces pueden reclamar un referéndum sobre el modelo de estado; y al mismo tiempo donde es menos probable que se produzca, dadas las resistencias a la república (interpretada desde la derecha desde un prisma ideológico) y dada la amenaza real que la votación podría suponer para la Casa Real. Y frente a un enconamiento de posiciones, el statu quo siempre sale ganando.
Imagen: Chema Clares/GTRES