El mundo cambia de una manera vertiginosa día con día, todos los días nos enfrentamos a todo tipo de novedades, avances, cosas sorprendentes. Ahora imaginemos que nos escapamos de este mundo por 44 años, y al regresar, nos encontramos con un mundo totalmente cambiado, hasta se podría decir que un mundo diferente, porque casi todo lo que conocimos antes, hoy simplemente ha cambiando o ¿evolucionado?.
Otis Johnson fue encarcelado en 1971, cuando sólo tenía 25 años de edad, por cargos de intento de asesinato a un policía durante un asalto. Otis ha cumplido su condena, y ahora se enfrenta a un mundo muy diferente al que dejó hace 44 años, un mundo que lo sorprende de sobremanera y que aún no termina de entender.
Su mundo paralizado desde 1971
Otis Johnson, ahora de 69 años, vive su libertad en solitario en una de las metrópolis más grandes y aceleradas del mundo, Nueva York, donde sus luces, su tecnología, su velocidad, su gente conectada, lo hace preguntarse si éste es el cambio que todos esperábamos como sociedad.
Paneles de cristal con pantallas publicitarias, gente clavada en sus teléfonos móviles... Otis mira sorprendido como la gente habla sola y camina mirando una pantalla y escribiendo, todo al mismo tiempo, "¿cómo es posible, cómo lo hacen?", se pregunta Otis, "Parecen agentes de la CIA con cables en las orejas", refiriéndose a los audífonos.
“La gente no está mirando hacia dónde va, así que intento imaginarme qué están haciendo. Para mi es algo realmente sorprendente.”
Otis ha encontrado dificultades para adaptarse a su nueva vida, sin embargo le gusta sentarse en alguna banca de Times Square y mirar el frenético andar de las personas, cada una en su burbuja. Le gusta viajar en metro, aunque le cueste trabajo usar la tarjeta del transporte en las máquinas de acceso. Los teléfonos públicos ahora cuestan un dólar, cuando hace años eran de 25 centavos, pero curiosamente ya nadie los usa; ha descubierto la existencia del iPhone y piensa que si tuviera uno, no necesaria usar un dólar cada vez que quiera hacer una llamada.
El supermercado ha cambiado, la cantidad de comida es apabullante, la mantequilla de maní ahora tiene una versión con mermelada, y existen bebidas de colores que sirven "para dar energía", pero a él le parecen simplemente divertidas.
Ha perdido una poco la capacidad de relacionarse con las personas, pero se da cuenta que la gente ya no se comunica entre sí en el transporte público, por ello prefiere viajar en autobús, porque el metro siempre está lleno y es más complicado intentar hablar con alguien, en cambio en los autobuses, a veces tiene oportunidad de cruzar algunas palabras con alguien, o simplemente mirar a las familias que tiene alrededor.
Otis está solo, en 1998 perdió todo contacto con su familia, ya no tiene hermanos, hijos ni novia. Esto es algo que le molesta y hace que extrañe a quien alguna vez fue considerada su familia. Otis tiene mucho tiempo libre y cuando termina su día, se dirige a un parque y medita, agradeciendo su libertad y siempre dejando atrás el pasado.
Vía | Al-Jazeera En Magnet | "Sólo deme la pena de muerte": así es vivir en prisión totalmente aislado del resto