La Casa Blanca tantea la posibilidad de saltarse sus estándares sanitarios y adelantar la vacuna a noviembre

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El Financial Times ha publicado que tres fuentes distintas dentro de la actual Administración Trump le han asegurado que están considerando un plan que sortearía algunos procedimientos regulatorios estándares de la seguridad de las vacunas para tener lista una de ellas para millones de estadounidenses antes de las próximas elecciones presidenciales de noviembre.

El plan: siempre según las fuentes citadas por el periódico salmón, el Gobierno planea que la FDA, la agencia de medicamentos estadounidense, emita una “autorización de uso de emergencia” para la vacuna que están desarrollando científicos ingleses de los laboratorios de AstraZeneca en colaboración con la Universidad de Oxford. Tendrían que emitir este consentimiento antes de que terminasen los ensayos clínicos de la fase 3 y por consiguiente también la 4 en suelo estadounidense (la FDA dicta que la aprobación de un medicamento depende de que haya sido probado antes en sujetos del país, y los ensayos de AstraZeneca aún no han empezado en EEUU).

El pasado 23 de agosto un reportaje de The New York Times aseguró que dos miembros del equipo de Trump afirmaron comentarios en esta misma senda en una reunión a puerta cerrada con los líderes del Congreso, aunque después los portavoces de ambos funcionarios rechazaron públicamente que hubiesen discutido eso (no así los representantes demócratas). Al preguntársele a responsables de la FDA y a su matriz, la gubernamental Comisión de Salud y Servicios Humanos, han asegurado que es “absolutamente falso” que se esté planteando la emisión de ninguna autorización “de emergencia”. El runrún lleva activo al menos desde junio.

Trump y la “conspiración” de la FDA: lo que sí tenemos más que confirmado es que, en los últimos tiempos, Trump ha lanzado duras acusaciones de boicot político a la agencia de medicamentos: "Las cloacas del Estado o quien sea dentro de la FDA está poniéndoselo muy difícil a las farmacéuticas para que prueben las terapias y vacunas en personas. Es obvio que planean retrasar ningún tipo de respuesta para antes del 3 de noviembre. ¡Deben agilizar los plazos y salvar vidas!”, ha asegurado el Presidente.

Además, ayer por la noche Trump anunció que se usará la sangre de supervivientes de la Covid de modo “de emergencia” para tratar a los enfermos, pese a que la FDA decía hasta hace dos días que no daría esa autorización. Al haberlo dado sin la suficiente fiabilidad clínica, es una medida potencialmente arriesgada, como afirman varios investigadores de alto nivel.

Por qué querría Estados Unidos adelantar el proceso: todos los países, también la UE, están jugando a la balanza de terminar "cuanto antes" con esto y frenar la masacre de vidas frente a los riesgos de acelerar demasiado el proceso clínico. Con el anuncio de la insegura vacuna rusa y los experimentos chinos, algunos países están notando la presión de ponerse a la cabeza en una supuesta vacunación de su población. Para Trump, conseguir la vacuna antes que nadie, más aún si es antes de las próximas elecciones presidenciales, sería una manera de redimirse de una de las gestiones de la pandemia más criticadas de entre las ejecutadas por países del primer mundo.

Los cuerpos tardan lo que tardan en reaccionar. Según un estudio de la historia de las vacunas modernas del College of Physicians of Philadelphia, el desarrollo de estas vacunas suele llevar entre 10 y 15 años, algo que facilita la detección de efectos secundarios a largo plazo y a gran escala como los que suponen las fases 3 y 4. Lo más veloces que hemos podido ir hasta ahora fue con las paperas, con la que tardamos cuatro años.

Como vimos, y gracias a las estrictas regulaciones de finales de los 60 derivadas de un par de escándalos sanitarios, las vacunas son hoy por hoy de lo más seguras y éticas. Aunque se están llevando algunas importantes mejorías en la velocidad de la disponibilidad de la vacuna (por ejemplo, se está permitiendo la producción en masa de algunos antídotos mientras estos están siendo estudiados, para que, en caso de que se garantice que sean seguros, ya nos hayamos ahorrado esos meses de fabricación), hay cosas que no se pueden acelerar sin crear riesgos para la población.

Imaginemos, ¿qué consecuencias tendría en el actual contexto antivacunas si se descubriese décadas después que los organismos sanitarios dieron el visto bueno con esto del coronavirus a una vacuna que indujo a una considerable mayor prevalencia de, por ejemplo, la diabetes o de la esclerosis múltiple entre los adultos sanos?

Foto: DPA Germany.

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