No se me escapa que Mercadona es una de esas empresas que levanta pasiones enfervorecidas y, en consecuencia, titulares que dan verdadero vértigo. En los últimos días, sin ir más lejos, varios medios han comenzado a hablar de "un producto que va a revolucionar cómo fregamos" (y que, de paso, "vuela de las estanterías"). La historia, a priori, tenía todos los ingredientes para interesarme: no solo era una "revolución tecnológica" en ciernes, sino que afectaba a un territorio tan 'aburrido' y 'poco sexy' como fregar el suelo.
El problema es que, detrás de esta revolución, lo que hay es una fregona. Sí, una fregona. Y, claro, me he puesto a investigar. ¿De verdad se puede revolucionar (Mercadona o quién sea) eso de fregar el suelo? ¿Hay siquiera base científica para decir que una fregona es mejor que otra?
La "supuesta" revolución tiene un nombre: microfibras. Y digo supuesta porque, por supuesto, las microfibras no son nada nuevo. Este tipo de textil no tejido a base de fibras de menos de 10 micras surgió en los años 50 y no llegó al 'mainstream' de las fregonas hasta la década de 2010. En ese sentido, sí, fue una pequeña (gran) revolución; pero hace más de 10 años.
Pero ¿dónde está la revolución exactamente? En que estas microfibras son muchas veces más pequeñas que, por ejemplo, un cabello humano. Eso les permite llegar a sitios donde no pueden llegar otros tejidos tradicionales como algodón o el papel. Es más, esa estructura tremendamente compleja multiplica la superficie de la fregona, genera una carga positiva que atrae el polvo de manera natural y lo 'apresa'. Además, permite absorber 7 u 8 veces su peso en agua.
Traducido en términos prácticos, podemos decir que las "revolución de las microfibras" hacer las fregonas más efectivas capturando microbios (se estima que las tradicionales de algodón capturan un 30% de los microbios presentes en el medio frente al 99% de las fregonas de microfibra), prevenir las contaminaciones cruzadas (porque son mucho más personalizables que los materiales tradicionales y, a nivel profesional, permiten manejar códigos de colores) y, por supuesto, ahorrar en productos químicos y agua.
Si esto no es una novedad... ¿Por qué estamos hablando de esto ahora?. Los españoles no inventamos ni el futbolín, ni las piruetas ni, por supuesto, la fregona. Da igual las veces que hayamos escuchado este tipo de ideas: la realidad histórica es tozuda. En el caso que nos ocupa, tenemos registros de fregonas para limpiar las cubiertas de los barcos desde el siglo XV y patentes industriales desde mucho antes de los años 60 (cuando se supone que un español inventó la fregona).
Sin embargo, como en la mayoría de mentiras, sí hay algo de verdad. La relación de los españoles con fregona de tiras absorbentes y cubo es "singular". Precisamente porque el boom de la industria española de la fregona coincidió con el desarrollismo de los 60, este instrumento se incorporó muy bien y tenía que re-aprender a hacer muchas cosas porque sus usos previos no se adaptaban bien a las nuevas condiciones materiales de vida.
Las consecuencias de la 'Spanish way of... fregar'. En ese sentido, ya sea por el uso de moquetas, por el uso de "mopas húmedas" o por el empleo de métodos más tradicionales, es cierto que puede resultar difícil encontrar una fregona "española" en otros países (algo muy similar a lo que ocurre con las persianas o el tomate frito). Eso significa, nos guste o no, que la "fregona española" va con algo de retraso. Las principales innovaciones tecnológicas se aplican primero a otros tipos de dispositivos (y, pese a que en los últimos años los tiempos se han acortado, llega un poco más tarde a los que se suelen usar en España). Y sí, eso afecta a lo que hoy tenemos entre manos: los materiales.
Mucho hype y pocas nueces. Visto todo esto, lo que estamos viendo, en todo caso, es cómo esas microfibras se hacen más finas y efectivas, cómo mejoran los diseños o cómo se adaptan mejor a determinadas tareas. Eso parece que es lo que ha pasado con Mercadona: ha introducido en el mercado generalista un diseño que, por lo demás, ya se usaba en limpieza industrial. Al margen del furor que genera todo lo que tiene que ver con la empresa valenciana, no es nada disruptivo, ni va "a cambiar la forma en que fregamos para siempre".
De hecho, solo hace falta hacer una búsqueda sencilla para ver cómo surgen diseños nuevos casi cada mes. Por eso mismo, más nos vale a estar abiertos a las novedades y que la desconfianza que generan estos titulares no nos despiste: si las microfibras ya fueron una revolución, la siguiente puede estar a la vuelta de la esquina. Al fin y al cabo, cada día es más fácil.
Imagen | Mercadona
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