En la superficie de la Luna descansa una fotografía (o lo que queda de ella): esta es su historia

En la superficie de la Luna descansa una fotografía (o lo que queda de ella): esta es su historia
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Todos hemos soñado con ir a la luna. Las fotografías que se pueden hacer allí son impresionantes. Pero solo la han alcanzado algunas astronautas. Charles Duke, el astronauta más joven en pisarla, dejó en el suelo lunar una fotografía de su familia el 20 de abril de 1972. Esta es su historia.

El viaje a la luna era un sueño para la humanidad desde tiempo inmemorial. Todos recuerdan la novela de Julio Verne, pero también tenemos la historia de Cyrano de Bergerac que escribió 'El otro mundo' en 1657. Y todos hemos querido darla o recibirla cuando estábamos enamorados. La realidad es que solo 12 astronautas la han pisado y uno dejó una fotografía de su familia sobre la superficie.

El 20 de abril de 1972, Charles Duke descendió del Apolo 16, y en las 20 horas que anduvo por nuestro satélite, dejó una fotografía de su familia en el suelo lunar con la siguiente leyenda:

Esta es la familia del astronauta Charlie Duke del planeta Tierra que aterrizó en la luna el 20 de abril de 1972

La historia de la fotografía en la luna

Es una historia familiar, propia de una película de Disney o de sobremesa, según quién la interprete. Para poder formar parte de la misión Apolo 16, Charles Duke tuvo que ausentarse durante mucho tiempo de su hogar.

Charles Duke (NASA)
Charles Duke en uno de sus paseos lunares

Tiene mujer y dos hijos. Ellos están en Houston y él en Florida. Son más de 1600 km de distancia. Para animarles, les promete que les llevará a la luna. Eso sí, en una fotografía. Para sus hijos de siete y cinco años se convierte en un héroe.

Fotografía Charles Duke NASA
Fotografía completa (NASA)

Así que cuando alunizó y realizó su trabajo como piloto del módulo lunar y recolector de muestras lunares, dejó la fotografía en el suelo protegida por una bolsa de plástico e hizo una de las fotografías más famosas de nuestro satélite.

Para que quedara constancia del momento, hizo una fotografía con la Hasselblad 500EL modificada que llevaban anclada en el pecho.

Iba equipada con un objetivo angular de 60 mm para conseguir aumentar la profundidad de campo y tener imágenes más nítidas. Además, le pusieron una placa Reseau para grabar esas cruces que se ven y corregir sin problemas la distorsión. Calcularon que las cruces, con ese objetivo, estaban separadas 10,3º. Todo estaba pensado y quedó registrado.

Nadie ha vuelto a ver la fotografía familiar, y el mismo Charles Duke, que tiene hoy en día 87 años, no cree que quede nada de ella. La temperatura cambia de -184 grados Celsius durante la noche a 214 grados Celsius durante el día. Así que es difícil que el plástico y la superficie sensible del papel resistan... Pero quién sabe.

Esta historia recuerda al homenaje que hizo la misión anterior, la Apolo 15, cuando el astronauta David Scott hizo un homenaje a Galileo dejando en la superficie un martillo y una pluma, con los que demostró que el insigne italiano tenía razón.

Eso sí, seguro que permanecerá en el recuerdo de todos los que la miramos cuando brilla en el cielo y vamos con una cámara en el hombro, o en el bolsillo. Se puede decir que la fotografía ha atravesado las fronteras de la tierra.

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