No hay duda de que la Estación Espacial Internacional supone un exclusivo y privilegiado mirador para ver nuestro planeta y lo que acontece en sus cielos y proximidades, y prueba de ello es lo que ha logrado capturar en una fotografía el astronauta Alexander Gerst. Un fenómeno óptico bastante particular que se denomina "gloria" o anthelion, algo así como un arco iris especial (y en este caso un poco espacial también).
Es algo que suele ser observado por pilotos y montañistas al ocurrir en las nubes (o en cráteres de volcanes), y cuyo fundamento es similar al de un arco iris convencional. Esta vez el punto de vista era algo más elevado y gracias a las redes sociales podemos hacer de los ojos del astronauta los nuestros, aunque sea por un momento.
La "gloria" aparece cuando menos la esperas
Dada la singularidad del evento, la ESA ha tenido bien hablar de esta gloria y de cómo se producen. En concreto, la que cazó Gerst se produjo el 14 de septiembre de 2018 durante la misión Horizons, y así lo compartía desde su cuenta de Twitter:
Surprised to see a pilot's glory from the #ISS This phenomenon's often visible from airplanes, or when looking down into a foggy crater. Our shadow is (theoretically) right in the middle of the rainbow, but we don't have a core shadow due to our altitude. https://t.co/oFvFGpPooO pic.twitter.com/4VgydLtPRu
— Alexander Gerst (@Astro_Alex) 6 de noviembre de 2018
Por desgracia no logra apreciarse de manera notable, pero sí llegan a verse una especie de arco iris circulares y concéntricos entre las nubes de la Tierra. Si tiramos de edición fotográfica y aplicamos algunos ajustes podemos matizarlo algo más:
Explican en la agencia espacial europea que ver una gloria desde la ISS a una altura de 400 kilómetros es sorprendente al requerir ciertas condiciones atmosféricas específicas. Los aros de arco iris se forman cuando los rayos del Sol interactúan con las gotas de agua, refractando la luz hacia el observador (en este caso Gerst y nosotros), algo que solemos ver en los confines de lo que se considera atmósfera terrestre propiamente dicha.
No es que haya un límite exacto entre espacio y Tierra, pero con los años se aceptó que la línea de Kármán, a 100 kilómetros sobre el nivel del mar, es el punto en el que se da esta separación ya que a partir del mismo la atmósfera ya es muy débil, quedando la mayoría de fenómenos atmosféricos por debajo. Pero éstos no tienen porqué respetar las manías humanas de poner nombre y límite a todo, de modo que en ocasiones se dan fenómenos como éste más arriba de lo habitual.
El misterio de los fenómenos súper atmosféricos
La NASA y la ESA tienen los ojos puestos en nuestro planeta demás de en nuestros vecinos cósmicos, y alguna vez ya hemos compartido alguna otra visión espectacular que todos ellos pueden darnos. Con respecto a lo que Gerst detectó comenta la ESA que el Atmosphere-Space Interactions Monitor (ASIM) no se dedica precisamente a investigar glorias, pero que toda su colección de cámaras, fotómetros y detectores de radiación gamma y X también caza de vez en cuando alguno de estos fenómenos poco habituales como espectros rojos (sprite en inglés, un tipo de descarga eléctrica que se produce en tormentas fuertes por encima de los destellos habituales), citando el que logró el astronauta Andreas Mogensen también desde la ISS.
De hecho, la foto de la aurora boreal que enlazábamos justo en el párrafo anterior (y que tomó también Alexander Gerst) está sirviendo para aportar datos a los investigadores que trabajan en conocer más estos fenómenos (en el caso de las auroras, aún en estudio). Así, la NASA y la ESA siguen investigando estos fenómenos y capturándolos con sus instrumentos en la medida de lo posible, como también lo son las nubes noctilucentes de las cuales se supo más hace unos meses.
Imagen | ESA/NASA
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