La inflación, de momento, parece que no tiene techo, y todas las medidas que el Gobierno ha lanzado para tratar de parar su escalada no han funcionado más allá de unas pocas semanas. La subvención a la gasolina, por ejemplo, logró que durante los meses de abril y mayo se redujese levemente, pero en junio ha sufrido un acusado repunte que vuelve a poner en jaque la economía de España, como explicamos en Xataka.
Por eso, la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, ha decidido retomar las negociaciones con patronal y sindicatos para tratar de alcanzar un pacto de rentas que ponga freno de una vez a la acelerada escalada de precios que llevamos viviendo desde que comenzó la guerra de Ucrania.
¿Qué es? El pacto de rentas es un acuerdo entre los representantes de los trabajadores y de los empresarios por el que ambas partes aceptan repartirse el coste de la inflación de forma equitativa con el objetivo de frenar la subida de precios. Para ello, se establece que la negociación se llevará a cabo sin pugnas, ya que éstas perjudican a la economía en un momento en el que los costes están disparados.
En este compromiso, la teoría dice que los trabajadores aceptan subidas del salario más moderadas de las que cabría exigir por la inflación y tienen en cuenta los márgenes empresariales, mientras que los empresarios se comprometen a subir ligeramente los sueldos, mantener los empleos y seguir una senda moderada de incremento de precios que no compense por completo el encarecimiento del coste del trabajo y de la producción.
¿Cómo reduce la inflación? Al acordar que cada colectivo se hará cargo de una parte de los costes de la inflación, la renta de pactos busca en un primer momento moderar la escala de precios y, con el paso de las semanas, estabilizarla.
Con este mecanismo se evitaría entrar en una espiral inflacionista en la que la subida de precios lleve a los trabajadores a reclamar un aumento de sueldo que compense la pérdida de su poder adquisitivo, que a su vez conduzca a los empresarios, una vez cedan a las presiones de los profesionales, a aumentar los precios para mantener sus márgenes de beneficios, y vuelta a empezar.
Desencuentro. Esto es lo que va a intentar conseguir hoy Calviño, quien no lo tendrá fácil si tenemos en cuenta que las negociaciones para alcanzar un pacto de rentas ya fracasaron con anterioridad, en abril, porque las posturas de los sindicatos y la patronal estaban muy alejadas. En aquel momento las centrales sindicales se retiraron de las conversaciones porque consideraron que no se habían puesto propuestas serias sobre la mesa.
Uno de los principales puntos de desencuentro fue la cláusula de revisión salarial vinculada al Índice de Precios de Consumo (IPC) en los convenios colectivos, esto es, que el aumento pactado de los sueldos sea variable en función del mencionado indicador económico. Los sindicatos consideraban imprescindible incluirla y la patronal dijo que no estaba dispuesta a aceptarla.
Asimismo, los empresarios consideran que los funcionarios y los pensionistas también deben entrar en el reparto de los costes de la inflación, algo a lo que el Gobierno, de momento, no se ha mostrado dispuesto, en especial en lo que respecta a las pensiones.
Posturas cercanas. En lo que sí se mostraron más de acuerdo sindicatos y patronal es en el porcentaje de subida salarial. Los representantes de los trabajadores plantearon un incremento de los sueldos del 8% repartido en tres años (3,5% en 2022, 2,5% en 2023 y 2% en 2024), números parecidos a los propuestos por los empresarios. Pero los primeros añadieron que, además, se debía incluir la mencionada cláusula de garantía de los salarios, que los segundos rechazaron.
Imagen | Erik Mclean
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