Esta ciudad acaba de convertirse en un fenómeno turístico de masas en China. Su secreto: la barbacoa

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Aquello "reinventarse o morir" ha adquirido en Zibo, una metrópoli de 4,5 millones de habitantes del este de China, una dimensión digna de estudio. Situada en el corazón de Shandong, Zibo ha vivido hasta ahora de su sólido músculo fabril, sobre todo de la industria química, crucial para su economía, pero que se ha visto sacudida por los cortes de la pandemia y un escenario cambiante. Pese a ese telón de fondo y de no ser ni mucho menos la urbe más pintoresca del vasto territorio chino, Zibo ha logrado convertirse en todo un fenómeno turístico. Uno capaz de mover multitudes y superar en afluencia a la mismísima Gran Muralla.

Su secreto: la barbacoa.

Zibo, urbe industrial... y de barbacoas. Tan sorprendente es lo que ha ocurrido en Zibo que otras localidades del país han enviado delegaciones para estudiar lo que allí han logrado y, en la medida de lo posible, "exportar" su éxito. ¿La razón? La ciudad ha conseguido algo en apariencia imposible: a pesar de ser un polo eminentemente industrial y no demasiado conocido, se ha convertido en todo un fenómeno turístico. Un destino que mueve riadas de visitantes y que, solo durante el mes de marzo, según los datos que maneja The New York Times, recibió un flujo de millones de turistas. Tantos, que superaron incluso a su población.

Lo más curioso sin embargo no es su repentino push turístico o las cifras que ha alcanzado, sino que ha logrado atraer a toda esa gente con un gancho que a priori poco tiene que ver con su patrimonio, museos y naturaleza, que también los tiene, y de interés. La clave de su revolución es otra bien distinta: la barbacoa. Para ser más precisos, las brochetas de carne, verduras y pescados a la parrilla.

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Donde esté una buena barbacoa… Donde esté una buena barbacoa que se quite, por ejemplo, la Gran Muralla. Quizás suene a exageración, pero los datos que maneja TNYT muestran que al menos durante una jornada festiva de mayo un mercado de verduras de Zibo ganó en popularidad a la legendaria fortificación del país, uno de los monumentos más célebres del mundo. Hasta el centro industrial de la provincia de Shandong se desplazaron visitantes como la señora Zhang, que en mayo explicaba al diario que había viajado 800 kilómetros para disfrutar de las populares brochetas. Hasta unas semanas antes jamás se había planteado hacer turismo en Zibo. Y eso, confesaba, a pesar de conocer gente oriunda de allí.

¿Qué buscan allí? ¿Qué busca Zhang y miles de personas que, como ella, se suben a los trenes o buses con destino Zibo? Su extensa oferta de locales y puestos dedicados a la barbacoa, una de las estrellas culinarias del norte y oeste del país y que suele presentarse en brochetas de carne y vegetales asados o enrollados en tortitas especiales. La cadena BBC precisa que en Zibo, la ahora considerada "capital de la barbacoa al aire libre de China", hay más de 1.270 asadores. Las imágenes recogidas tanto por medios locales como internacionales muestran extensas terrazas repletas de comensales, con parrillas y actuaciones.

¿Y a qué se debe el fenómeno? Sin duda la pregunta clave. Y la respuesta parece estar en las redes sociales y los universitarios. La BBC explica que una de las teorías más populares es que la génesis del fenómeno está en la crisis sanitaria, cuando Zibo acogió a más de 10.000 universitarios de otras localidades. Una vez levantadas las restricciones las autoridades decidieron invitarlos a una barbacoa y animarlos a que regresaran en primavera. La propuesta funcionó y las fotografías y mensajes sobre las jugosas brochetas empezaron a triunfar en Douyin, la versión china de TikTok. Los comentarios y las imágenes compartidas por influencers en redes, incluida la popular Weibo, ayudaron a consolidar el fenómeno.

Acertar en la diana turística. Lo que está claro es que las autoridades no se han quedado de brazos cruzados. Jugase mayor o menor peso el azar en un inicio, lo cierto es que han puesto toda la carne en el asador para consolidar el fenómeno. El gobierno ha lanzado una campaña que se estructura en torno a un "festival de la barbacoa", con una intensa labor de promoción, regalos, vales de descuento, más opciones para llegar a la ciudad por ferrocarril o bus y animación.

Su esfuerzo incluye una estricta vigilancia para garantizar que el servicio que ofrecen los restaurantes y hoteles de la ciudad son los adecuados y que los precios no se disparan. El gobierno habría amenazado con sanciones a aquellos que suban sus tarifas más de un 50% aprovechando el filón de la barbacoa. Añádasele a ese cóctel unos precios ajustados, aptos para todos los bolsillos —hay pinchos por dos yuanes, unos 0,25 euros— y el fin de las severas restricciones aplicadas en China para combatir la pandemia, y tendrás el cóctel del rotundo éxito de Zibo.

Y para muestra, algunas cifras. No todo son impresiones. Hay cifras que ayudan a entender el alcance del éxito de Zibo. Quizás la más sorprendente sea la que aporta TNYT: en marzo, en plena efervescencia de la barbacoa, la urbe recibió unos 4,8 millones de visitantes. No está nada mal si se tiene en cuenta que tiene censadas entre 4,5 y 4,7 millones de personas. Para atender semejante flujo de visitantes, el gobierno local ha habilitado 21 autobuses que se encargan de transportar a los turistas desde la estación hasta los restaurantes.

La localidad dispone de un mercado, epicentro del festival, capaz de acoger a alrededor de 10.000 personas. Coincidiendo con la festividad del Día del Trabajo, SCMP calcula que Zibo recibió más de 120.000 visitantes en cuestión de solo cinco días. "Hay muchas ciudades industriales similares en las provincias del noroeste, pero nunca han dedicado tantos recursos y esfuerzos para promocionarse como Zibo", destaca Chen Ji, especialista universitario en economía industrial.

¿Son todas las cifras buenas? Las hay menos halagüeñas. El diario hongkonés apunta un descenso del gasto medio: 540 yuanes por viajero durante la festividad nacional en comparación con los 645 del mismo período de 2019, si bien la agencia Qunar calcula por ejemplo que el gasto promedio es bastante superior y asciende a 750 yuanes, al menos si se incluye el dinero destinado al transporte y la estancia. Otra de las grandes incógnitas en clave de futuro es el futuro del fenómeno y si logrará consolidarse o quedarse en una moda puntual, "post pandemia".

Imágenes: Dan Lundberg (Flickr) y August (Flickr)

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