Una de las mayores preocupaciones de los metereólogos es también muy desconocida: la expansión de la célula de Hadley

El cambio en esta circulación atmosferica podría alterar severamente nuestro clima

Corte Celula Hadley
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Los mapas del tiempo (y del clima) pueden confundirnos y hacernos pensar que todo lo que ocurre en la atmósfera ocurre en un espacio bidimensional. Lo cierto es que nuestra atmósfera tiene tres dimensiones y todas ellas son relevantes a lo que ocurre aquí en la superficie. Y un ejemplo de esto son las células de Hadley.

Desde 1980. Durante las últimas décadas, los climatólogos están constatando un cambio en los patrones de circulación atmosférica que afecta directamente a la península y al archipiélago Balear: la expansión de la la célula de Hadley en el hemisferio norte. Esta expansión puede ayudar a explicar algunos de los fenómenos extremos que hemos visto recientemente.

Las células atmosféricas. Para entender por qué, quizás primero debamos comprender qué es esta célula. Las células de Hadley son dos corrientes simétricas de circulación atmosférica, una situada en el hemisferio norte, sobre el ecuador; y la otra en el hemisferio sur por debajo de la línea.

Podemos imaginarlas como dos cinturones sobre la superficie de la Tierra, o como “donuts” para enfatizar su tridimensionalidad. A nivel superficial, estas corrientes transportan aire caliente y húmedo entre, aproximadamente las latitudes 30º hacia el ecuador. Aquí, este aire húmedo y cálido asciende hacia capas más altas de la atmósfera.

El aire suelta su humedad en forma de precipitaciones y se va enfriando, tras lo cual regresa a latitudes atas para bajar de nuevo, más frío y seco. Tras ello el ciclo se repite. La circulación atmosférica cuenta con tres pares de células con dinámicas semejantes pero en latitudes distintas. Además de las de Hadley podemos encontrar las polares, y las de Ferrel entre unas y otras.

¿Cómo afecta esto a España? Existe cierto grado de variabilidad natural en la extensión de estas células, pero los climatólogos contemplan con preocupación cómo la célula del hemisferio norte se expande hacia latitudes más altas. Esto quiere decir que la península Ibérica podría acabar siendo alcanzada por parte de esta circulación.

El efecto de esto es, por una parte, un clima más seco y árido dejando a la península y baleares un clima subtropical, más propio de latitudes más al sur. Pero este cambio también podría afectar a otras dinámicas atmosféricas, como la circulación de borrascas y anticiclones.

Sin borrascas en invierno. El rango de esta célula tiene relación, por ejemplo, con el anticiclón de las Azores. El patrón de este anticiclón ha mostrado cambios en las últimas décadas, haciéndolo menos predecible.

Un anticiclón situado al norte de la península es, precisamente, el fenómeno que ha estado desviando hacia el norte el corredor de borrascas invernales. Esto ha desembocado en un enero seco, sin tormentas y marcado por una dorsal que trajo temperaturas de récord no solo a nivel estatal, sino también a nivel europeo.

Impredictibilidad. Estos cambios en los patrones climáticos tienen un impacto en la meteorología más allá del movimiento de estos anticiclones: la impredictibilidad. Los cambios en los patrones están complicando la tarea de los meteorólogos, que se adentran en terreno desconocido.

En los últimos meses, con algunos traspiés, los modelos meteorológicos han podido anticipar el tiempo en el futuro inmediato, pero hemos visto cómo la incertidumbre dominaba las previsiones a medio plazo. Esto es, en sí mismo, un problema, ya que son numerosos los sectores que dependen en mayor o menor medida de predicciones meteorológicas certeras.

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Imagen | Pilar Flores / NOAA

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