El "milagro" de la nieve: el desafío de predecir uno de los fenómenos meteorológicos más imprevisibles que existen

El "milagro" de la nieve: el desafío de predecir uno de los fenómenos meteorológicos más imprevisibles que existen
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Allá arriba, solo es una gota de agua, una diminuta. Solo diez micras y menos siete grados de temperatura. Y, de repente, en un patrón único e irrepetible, diez trillones de moléculas de agua se arremolinan alrededor de esa gota y caen. Así se nace un copo de nieve.

La nieve, junto a la niebla, es uno de los fenómenos más difíciles de predecir. Para que nazca un solo copo se tienen que dar una serie de circunstancias que parecen muy sencillas sobre el papel, pero que se vuelven endiabladas en los modelos de predicción meteorológica.

El "milagro" de la nieve

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Solo nieva cuando se dan un pequeño rango de temperaturas y humedades en un ambiente concreto. La mayor cantidad de nieve suele caer entre los cero y los dos grados. Y, la verdad, dicho así parece sencillo: bastaría con que haya precipitaciones por debajo de los 2 grados, las posibilidades de nieve existirán.

Pero no lo es. En la formación de la nieve intervienen muchísimos factores como la intensidad de la precipitación, las temperaturas en las distintas capas atmosféricas, la humedad o el viento. Y cada uno de esos factores, deben estar "perfectamente" coordinados. Por ejemplo, todas las capas de la atmósfera deben estar a una temperatura a cero. De lo contrario, en lugar de nieve nos encontramos con otros fenómenos como la lluvia engelante, el granizo, la lluvia o el agua nieve.

La dificultad de un buen pronóstico

Harry Volkman Wgn Tv

Esto hace que, aunque los pronósticos meteorológicos hayan hecho avances enormes, la nieve siga siendo un gran misterio. El cálculo de su cota es algo realmente complejo, porque incluso cuando somos capaces de predecir que las condiciones serán las idóneas, predecir la cantidad se vuelve (casi) imposible.

Hoy por hoy, los expertos hacen predicciones con un nivel de precisión que hace 20 años hubieran sido consideradas ciencia ficción. Pero en el fondo, se trata solo de probabilidades y eso dificulta distribuir los medios de forma adecuada.

Sobre todo, cuando se refiere a la predicción de eventos extremos, los modelos intentan que ponerse siempre en el peor de los casos. Eso significa que, aunque hemos mejorado en la perdición de eventos típicos, los eventos raros siguen siendo relativamente difíciles de predecir.

La tensión entre la alarma y la incertidumbre

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Warren Wong

Por eso, cada vez que revisamos el pronóstico es importante tener en cuenta que todavía sabemos muy poco sobre cómo funciona el clima. La potencia de cálculo necesaria para modelar eventos meteorológicos es inmensa: una única nube puede tardar horas, días o incluso semanas. Eso hace que, con nuestro nivel tecnológico actual, el pronóstico perfecto esté lejos.

Lo que tiene su impacto en la forma de comunicar las previsiones. Siempre existe una tensión entre la necesidad de alarmas y la incertidumbre de cada una de ellas. Por ser claros: cualquier sistema de pronóstico que vaya más allá de lo básico tendrá falsas alarmas. Pero si no hacemos caso a ellas, corremos riesgos importantes.

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